Su boca soltó la presa y quería atrapar el aire, llenar sus pulmones, sus lomos se estremecían, temblaban... se irguió sobre las manos. Una esfinge de cuerpo de leona y melena ardiente. Sus dedos se engarfiaban en las sábanas, su mandíbula vibraba de excitación.
Vi cómo Juan se deslechaba en la boca de María, que no tuvo más remedio que limpiarle el aparato. Aproveché que su polla estaba flácida para abrazarla y besarla de cara. Practicamos mil posturas diferentes y era ella ahora la que decía obscenidades a su novio:
Leo grito de dolor y placer, yo aumente la velocidad de mis frenéticas envestidas hasta que llego el momento en que un chorro de leche, invadía las entrañas de Leo el momento en que me fui deteniendo y quedando acostado sobre ella, que aun se movía un poco.
Pense que todo había acabado cuando el afortunado bicho por fin eyaculo, empujando de tal modo que arranco un nuevo y violento orgasmo a mi insaciable mujer, sacando del interior del trasero recién desvirgado de esta un trozo de carne roja aun mayor de lo que recordaba. Pero de nuevo me equivoque lastimosamente.
Tras varios minutos succionándola y saboreándola como si fuera un caramelo, de nuevo sus pies se hicieron cargo de la situación... siguió acariciándome con sus dedos... toda la saliva que había dejado en mi miembro hacía que estuviera más brillante y que sus pies se resbalaran y deslizaran a la perfección por mi pene. Era increíble, sus pies se manejaban con gran maestría, pero a la vez muy lentamente
Un sobrino que llega de provincia y se las ingenia para hacerle el amor a su tia... lo sorprendente es que descubre otra forma de amar con otro miembro de su familia.
Una jovencita pija y muy pechugona es sodomizada por tres zafios obreros en su casa.
Yo creía que había experimentado casi todo, en cuanto a sexo se refiere, y en anteriores ocasiones mis compañeros, me la habían mamado, pero como lo hizo el gordo, nadie. Tan fue así, que aunque no soy de las que lleva cuenta de sus orgasmos durante una relación, creo que debí alcanzar cerca de cien orgasmos, o más, por lo menos.
Me acordé en ese instante de que la fiesta continuaba, y gracias a Dios que la cinta aún seguía, pero más tarde la cambié por otra y pensé en entrar en el cuarto de baño -disponía de 45 minutos hasta se cortara la cinta-.
Un gordito acude el primer día al gimnasio, tiene algún problemilla aunque el tio se las ingenia para salir de todas, o casi.