Ese día en la playa yo estaba extasiada y muy excitada; nos vestimos rápidamente y él me invito a salir esa noche. Llego a recogerme a mi casa a eso de las 8pm, no sé si era la atracción física o era que él irradiaba un aire sexual pero al solo verlo se me humedeció la entrepierna.
Mientras buscaba en mi armario pude ver con emoción que mi vecina estaba ahí como todos los días observándome, pero ahora no se molesto en esconderse tras su cortina como antes, por el contrario permaneció de pie frente a su ventana, debo decirles que la distancia entre ambas ventanas no superaba los 4 metros y la ventana de mi cuarto es de piso a techo, así que ella podía observarme desnuda por completo.
Luego de unas cuantas horas decidimos hacer una pausa, cosa que aprovechamos para hacer algo de tomar; estuvimos hablando y me mostró su casa, por así decirlo ya que es un aparta estudio de una sola habitación que quedaba en la parte posterior.
Era un chico joven muy desgarbado, con el pelo rizado castaño y con unas gafas que no le hacían nada atractivo para mis compañeras de estudios, aunque a mi si que me atrajera con locura.
En la sobremesa, Carolina se sintió un poco incómoda: como era verano y el chico llevaba unos pantalones cortos y deportivos, el bulto de la entrepierna era demasiado visible. Pero cuando comprobó que Marcos no se apuraba, prefirió no mirar más de reojo... Tan seguidamente.
En el Corte Inglés de Moratalaz había un vendedor que era conocido en su zona por una pericia inusitada en el instante de la venta.
La hija de mi esposa volvió de Australia y me pidió que la atendiera. Y sucedió lo inevitable porque es una morocha inolvidable.
ohana metió dos dedos en la vagina de Sonia mientras que yo continuaba lamiéndome ese ano metí mi lengua lo mas adentro que pude y sentí un sabor amargo, así que solo me dedique a lamerlo por fuera, al ver que Sonia disfrutaba con los dedos de Johana, puse mi dedo índice sobre el anito de Sonia y presione para que este entrara
Su concha rebosaba jugos, estaba excitada con aquel juego. Entonces soltó un grito de placer al notar mi lengua acariciando su clítoris y empezó a moverse como si estuviera cabalgando. Sus gemidos eran sordos y sus manos agarraban mi cabeza con fuerza, ella nunca había experimentado algo así. Los dos empezábamos a sudar cuando ella susurró
A ella siempre le gusto echarse un último polvo conmigo, mismo si había pasado toda la noche con otro, me decía que después de acabar con los otros, si bien estaba satisfecha, era como que le faltaba un poquito mas y bueno yo nunca me hice rogar.