Los dos esperaban con ansiedad este día en que volvían a estar juntos, después de estar un tiempo separados, gozarían haciendo el amor y disfrutarían del momento de este delicioso encuentro.
Después el reposo nos hizo conversar nuevas cosas, nuestro encuentro, experiencias anteriores; tu cuerpo se encontraba por esos días en periodo, por lo que mi pene quedo cubierto de un tono rojizo, que tu delicada y tiernamente te dedicaste a asear, tomabas mi carne y la limpiabas hasta que quedaste conforme; nos refrescamos con una bebida y así comenzamos a recuperar nuestros apetitos.
Levanté la cabeza para pedirle sofocadamente que me volviera a penetrar, pero esta vez cambiaríamos de postura, porque sin pensárselo dos veces me alzó por las axilas y me subió agarrándome de la cintura, cogiéndome bien el culo para que no resbalara, al tiempo que yo le abrazaba con fuerza, le rodeaba con mis brazos todo su torso, levantaba las rodillas al aire y me clavaba una vez más su dardo inclemente, incansable y agotador.
Por fin llego la hora de salir, antes de recoger mi coche, me tomé unas cervezas mientras esperaba. A la hora señalada ya estaba yo con mi coche esperando en la puerta. Fue la primera en salir, no se si por las habladurías o porque tenia ganas de estar conmigo, el caso es que se montó en el coche y nos dirigimos a un pub de un amigo, un sitio tranquilo, con poca iluminación, música no muy alta..., en fin, ya sabéis.
Ella se quedó quietita, jadeando sobre la cama, soportando todavía mi cuerpo encima de su cuerpo tembloroso, diciendo con su vocecita entrecortada que era toda mía, que me amaba y que se enloquecía de deseo y de placer, que ya no le alcanzaba con ser mi hijita sino que quería ser mi mujer. La besé en la boca y mi hijastra me respondió con su lenguita insaciable.
Esto ocurrió 3 veces más esa semana, cada vez que yo entraba a tomar algo, ella me seguía y allí se quedaba, quería que la contemplase pero que fuese yo el que diese el primer paso. El lunes siguiente no lo pude evitar y al fin empecé a hablar con ella, su voz era dulce y parecía muy simpática, nos empezamos a reír y hablamos de trabajo, estábamos en el mismo proyecto pero en fases distintas.
A determinados niveles de poder económico se puede uno permitir disfrutar de un viaje en yate privado. Ese era el caso de Rosa y su esposo Rodrigo. Magistrada ella, Gerente de una gran empresa de asesoría financiera, él. Ambos decidieron relajarse y desconectarse de su estresante vida profesional y fletar, junto a dos matrimonios más, un precioso yate con su correspondiente tripulación, naturalmente.
Me puse a pensar en Emilia. Aunque Kuka encontrara antes las bragas, se las daría a Emilia para que tuviera que comerle el sexo. Mi única alternativa era que no encontraran nada. Emilia era una chica parecida a Kuka de estatura. Su pelo era marrón lacio y era muy morena de piel, de cara redonda y nariz respingona.
Cuando mi amiga Patricia cumplió su mayoría de edad, la invite a almorzar y pasamos un buen rato hablando de todo tipo de cosas, obviamente el tema llego a hombres y sexo.
Toda duda respecto de sus intenciones habían quedado respondidas cuando la vi a través del espejo introduciendo su mano en el interior de su falda para alcanzar su calzón y masajear frenéticamente su sexo hasta alcanzar el orgasmo, mientras yo la excitaba metiendo mi verga a la muchacha de la casa, dejando a su vista mi palo que entraba y salía de la gruta de la morena.
Bajó su cara lengüeteando por mi vientre, rodeando mi ombligo, ensalivando mis pelitos de color castaño, hasta llegar a mi vulva, a mis labios rezumantes de viscoso líquido dulce. Los mojó aún más, separó mis piernas y al mismo tiempo con sus dedos abrió mi sexo para lamer mi interior, luego mi clítoris enrojecido y macizo mientras yo gemía y apenas me aguantaba los gritos de placer que se me escapaban desde el interior de mi alma.
Yo en esos momentos era una hembra en celo, que sólo deseaba ser follada hasta no poder más, hasta que se calmara mi enorme excitación, que cada vez era mayor. La situación, el estar siendo follada por otro hombre delante de mi marido me daba un morbo increíble, y el recibir placer por todas las partes de mi cuerpo hacía que me sintiera en la gloria… Cuando Sergio por fin empezó a follarme y sentí su polla dentro de mí sentí una explosión de placer enorme.
En cierta oportunidad en la que estábamos tirados en la cama jugando al juego que más nos gusta me dice que debía irme ya que estaba esperando a su masajista, mientras me vestía llegó la masajista... una mujer de unos 54 años, un tanto rellenita, pechos muy voluminosos y caderas bamboleantes; instantáneamente sentí deseos de tener sexo con semejante hembra.
Tercero, esta relación que para mí fue durante los primeros años un sueño erótico echo realidad, como también para ella, pero la presión de estar constantemente mintiendo, cuidándote de cada detalle para que no te pillen, y después que me pillaron, sentir la mirada inquisidora de cada miembro de la familia y sabiendo que ya todo lo que digiera para cubrir una salida mía era claro que era para estar con ella. Esto me tiene en un nivel de nerviosismo muy elevado al nivel que me está dañando la salud.
Después nos fuimos a la cama, en ella estuvimos el resto del tiempo, permitiendo que Quique la acariciara de la cintura hacia abajo ya que yo estaba besándola y tocándole sus pechos, ella lleva su mano al pene de este y lo masturba durante un rato, excitado Quique se coloca entre sus piernas y la penetra ella no da muestras de ser penetrada solo se ve una mano suya que se posa sobre la espalda de este, la saca y la vuelve a poner, noté que a diferencia de la anterior filmación, Katy no expresó el sentir de las penetraciones de él ni de sus embates, esos quejidos que le salen del alma y que yo conozco muy bien no se sintieron
Pero antes que pudiera reaccionar, la Paca había metido aquello entre mis muslos y presionaba. Separé mis piernas y ella ponía una mano sobre mi vientre y separaba mis labios con los dedos, de manera que mi clítoris estaba bien visible. Su boca volvió a apoderarse de él, lamiéndolo y haciendo sentir el objeto que me penetraba a la vez que la electrizante sensación en mi botoncito.
Le he mamado en múltiples ocasiones la polla a mi marido, a él como a todos los hombres, yo creo, le gusta que se la chupen, nunca me ha gustado que eyaculen en mi boca y las pocas veces que lo ha hecho he tenido que salir corriendo a escupirlo todo. ¿Querrá hacerlo en mi boca?, no, no quiero, si me lo pide le diré que no, pensaba mientras comenzaba a introducir su sexo en mi boca y a subir y bajar la cabeza rítmicamente, mientras se la sujetaba con mi mano derecha.
Hasta que me sucedió esto, yo ya había tenido experiencias con chicos, no era una novata en el sexo, se puede decir que empecé muy pronto a interesarme por el tema (os prometo una historia sobre ello más adelante) incluso había un chico que aunque no lo consideraba como mi novio ya había estado con el varias veces.
Sabía que su esposa era distinta a las demás y pensaba continuamente que si ella era tan insaciable para el sexo necesitaría a alguien más aparte de él.
El camino se me hizo eterno y eso que sólo estábamos a unas cuadras. Al llegar recuerdo de la calentura que tenía ni escuché el monto del viaje, sólo le tire diez pesos (diez dólares) al taxista, cerré la puerta y corrí a abrazar a Caro, empujé la puerta del hotel, me acerqué a recepción, pedí la llave de mi habitación y nos dirigimos al ascensor.
Cecilia se levantó tarde esa mañana, después de una noche inquieta. Se bañó y perfumó. Se puso unas pantaletas que se ajustaban al entorno del bulto de su sexo y a las nalgas apretadas, que aun lucían suaves y frescas. Descartó el brasier pues prefería andar con los senos libres cuando estaba en casa.
En los días siguientes mi actividad sexual con Sofía y catalina me mantuvo muy ocupado, pero logre satisfacer a ambas plenamente, ya que mi despertar sexual había sido tan imprevisto que solo podía pensar en coger, pues no veía nada más interesante en la vida que el sexo. Y lo tenía con dos hembras como mis hermanas que no se satisfacían fácilmente, las cuales también vivían tan intensamente como yo el frenesí sexual en que nos habíamos sumergido.
Le vino un vigoroso y prolongado orgasmo, que debió escuchar media barriada. Lo intensificó con unos quejidos intensos y fuertes. Yo no pude aguantar más y derramé mi leche sobre la pared de la terraza.
Úrsula era una chica morena, escultural, de pecho abundante, sin ser una vaca lechera, de culo hermoso, pero sin ser culona. Usaba un body ajustado que nos quitaba el hipo a todas, y a más de un marica, como os digo, se le quitaba el hipo al verla. De ojos negrísimos y expresivos, nariz griega y labios sensuales.
Todo empezó hace como dos años atrás, cuando visitando a unos amigos mi esposa y yo, luego de haber tomado unos tragos y haber bailado y reído por un buen rato, la música y el ambiente se silenció dando un tono aunque imprevisto pero muy romántico, por el cual comenzamos a hacernos caricias leves en el cuerpo y besarnos muy suavemente terminando en apasionados besos.
Pues bien, la maestra Belén, tendría unos 28 o 30 años divorciada, sin hijos y estaba bastante buena, razón que ha había convertido en una mujer creída y a la que muy pocos galanes le habían conocido.
En el sexo se cuidaba mucho pero cuando se dejaba llevar por el ambiente y la química, podía terminar en cualquier lado con cualquier tipo. Era una noche de esas, era un momento de esos y no iba a parar.
La noche, es peligrosa, para muchos, pero para mí es encantadora, esconde, muchas cosas y deja al descubierto, siempre, los instintos sexuales de hombres y mujeres, ese verano, yo recién había cumplido 17 años, un grupo de amigas (cuatros) fuimos de vacaciones al departamento de mi padre, salimos fuimos a Constitución (un barrio de la ciudad) y nos fuimos a bailar entre nosotras, sentada en un momento, se acercó...