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Lucía

Lucía

Lucía, soy yo, está es la única forma de poder decirte lo que me pasa, eres la única que se preocupa del contestador y sus mensajes, así que ahora mismo me estarás oyendo.

Verás siempre has sido alguien muy especial para mi, como una hermana a la que cuidar, proteger y alguna vez que otra confesarle mis secretos y lo que voy a contarte ahora, no es más que otro de ellos.

Lucía hace un par de semanas conocí a una chica, es como un ángel para mi, nunca me había detenido a mirarla, pero ahora que ya lo he hecho, te diré, que es una diosa, tiene el cabello largo, liso, castaño, unos ojos grandes, verdosos, un cuello de cisne, una sonría de ángel, y un cuerpo de vicio, sí, de vicio, tiene unos pechos grandes, firmes, con una aureola grande aunque su pezón es más bien tirando a pequeño, y eso lo hace más provocativo, en su canalillo tiene un pequeña mancha en forma de estrella, la cual nunca antes había visto, y su cintura es estrecha, bien marcada, con un ombligo adornado por un piercing, sus nalgas son pequeñas, pero respingonas, dan ganas de comérselas a lametazos, pero lo que más me gustan son sus piernas, largas, bien formadas, super sensuales que terminan en un tobillo bien decorado por un escorpión.

Llevo semanas poseyéndola en mis sueños, la hago mía de tal manera, que noto como su cuerpo se estremece de placer cuando mis manos rozan sus pechos y me los llevo hasta mis labios, como mi lengua juguetea con sus pezones hasta ponerlos duritos y los mordisquea causándole a ella un placer inexplicable, lo sé por que ella me coge mi cabeza y la aprieta más hacía ella, deseando que se los chupe como si estuviera alimentando a un bebe, mientras que la tumbo en la cama y bajo hacía su monte de Venus, el cual tiene perfectamente cuidado formando una especie de triángulo mortal, en el cual me pierdo con mis besos, hasta encontrar cobijo entre sus labios y saborearlos hasta saciar mi sed, mientras una música de placer suena en mi cabeza, son sus gemidos, esos mmmmmmm, ahhhhhhhh, siii, que se repiten en mi cabeza la cual hace actuar rápidamente y ordena a mi lengua en busca de su clítoris para poder danzar con él, hasta sentir su sabor, ese sabor delicioso, que la deja exhausta, débil y sumisa ante mi, para saciar mi deseo, el cual sube entre sus ingles hasta su cuello, lamiendo cada centímetro de su piel, notando como se estremece de placer y como goza al sentir mi calor, mi deseo, mi sexo duro entre sus piernas y lo deja entrar sin ningún impedimento, mientras que mis dientes muerden a su presa, ese precioso cuello, que pide ser mordido y succionado por mi.

Mi sexo sigue su camino hasta llegar a la entrada, donde se detiene y marca el paso a seguir con la punta, mientras ella gime de placer deseando que se la meta hasta el fondo, pero quiero oír esos gemidos, los necesito, quiero que me desee con todas sus fuerzas, siento el calor que desprende su sexo e inicio mi entrada, suave, sintiendo su forma, pero sus hermosas piernas me rodean como una serpiente y me aprietan contra ella metiéndosela de un solo golpe, mientras que un grito de placer se escapa de su garganta, y no puedo evitar embestirla con pasión, sintiéndola mía a cada movimiento, para acabar en otro orgasmo, y seguir para conseguir el mío que no tarda en llegar, inundándola de mi, de mis líquidos, hasta caer rendido en su cuerpo, besando esos labios que nunca antes he probado y amándola como ahora mismo la estoy amando.

Lucía, sólo quería que entendieras el por que de mi nuevo comportamiento hacía ti, ya no puedo verte como a una hermana, sino que te veo una mujer, como la amante de mis sueños, los cuales deseo realizar algún día. Un beso”

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