Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

Mujer feliz: Me corro al tragar su leche

Mujer feliz: Me corro al tragar su leche

No se muy bien cómo empezar a escribir toda mi historia, la que me ha convertido en la mujer más feliz del mundo, la que ha cambiado mi vida y me ha hecho descubrir mis orgasmos, y disfrutar del sexo que se me había negado.

De todas formas aunque no se escribir muy bien, mi ángel me ayudará a relatarlo.

El caso es que hace 22 años me casé con un hombre doce años mayor que yo, y aunque yo sólo tenía 16, mis padres consintieron la boda porque él era del mismo pueblo y se sabía que era muy trabajador, (tiene una carnicería que atiende más de 14 horas, y en buscar el ganado emplea otras 5, con lo cual no está en casa más de 5 horas al día, ni siquiera los fines de semana), y en la Galicia rural lo que prima sobre todo es que “sea muy trabajador”.

No importa que te trate más o menos bien, o que se ocupe de ti, sólo que trabaje mucho.

Por ello, cuando me casé, yo no sabía nada de sexo, ni de amor, sólo sabía que a él le apetecía formar una familia, y que debía aceptarlo porque nuestras familias así lo habían querido. Cuando llegó la noche de bodas, fue algo espantoso que nunca olvidaré. Él me desnudó y me penetró como un bestia, al minuto se corrió y se durmió borracho. Al día siguiente me dijo que me iba a hacer una mujer completa. Me puso a cuatro patas y aunque yo me intentaba resistir, me partió el culo, también a lo bestia, mientras me decía que era mi obligación como su mujer.

Dolorida y llorando, y temiendo que mis padres me rechazaran, acepté poco a poco que ese era mi destino. Ser un robot para atender su casa, sin voz ni voto ante cualquier decisión que él ya tomase por mí. Durante un tiempo pensé que podía haber otra forma de llevar un matrimonio, pero él a base de palizas me curó de mi engaño y cesé en mis aspiraciones. Quise tener un hijo para aliviar mis tensiones, pero tuve la mala suerte de ser estéril (supongo que a base de sus brutalidades), y cuando él se enteró se enfadó muchísimo y me dijo que no le servía para nada.

Nos vinimos a vivir a Coruña, y todavía fue a peor. En un piso pequeño donde no conocía a nadie, sin hijos y sin nadie con el que poder hablar, aquí los vecinos ni casi nos saludamos, (soy muy tímida pero él me volvió mucho más). Me dediqué a pasar las horas leyendo el “Hola”, haciendo jerséis y atendiendo la casa, pues cómo no le quedaba tiempo de ver la televisión, no la teníamos, alegando que eso era una péridida de tiempo y donde la gente se volvía loca.

Cuando llegaba a casa, siempre muy tarde, cenaba algo y alguna vez al año (que no iba con putas) me decía: “Venga, pa la cama”. Yo me desnudaba, y él me decía: “Venga, ponte”. Yo abría las piernas o me ponía a cuatro según le apeteciera, y así me follaba o me enculaba hasta que se corría, se daba la vuelta y ni hasta mañana me decía, pues se levantaba a las 5.

Cada vez lo hacía menos e incluso pasaban meses sin tocarme, (para mi desdicha absoluta), pues sentía que no le servía ni para eso. También sabía que los fines de semana iba con prostitutas, pero a base de palizas pude entenderlo y asumirlo como algo que él podía hacer a su antojo pues yo ya no le excitaba, y él era MI Hombre.

Yo lloraba mucho al principio, pero con los años se me fue pasando y me amoldé a sus costumbres y comodidades; a que casi nunca saliésemos a dar una vuelta o a ver a nuestra familia; a que casi no hablase conmigo y no me explicase nada de su vida o su negocio, y a que, en definitiva y para él, sólo fuese una propiedad más, contabilizada en términos micro-económicos.

La suerte hizo que hace un año un chico guapísimo viniese a estudiar a la Universidad y alquilase el apartamento de enfrente que llevaba años vacío. Al cabo de una semana me saludó en el descanso mientras esperábamos el ascensor, y se presentó muy educadamente. Mientras bajábamos me dijo que se llamaba Alberto, que era de un pueblo de Lugo y que iba a hacer un Máster de Finanzas de dos años en la ciudad, así que cualquier cosa que pudiera hacer por sus vecinos, no tendríamos más que pedirlo. De la misma forma, yo le dije que llevábamos varios años viviendo allí, y que lo que le hiciera falta lo pidiese sin reparo.

El tiempo iba pasando y poco a poco empezamos a tener más contacto, y yo empezaba a verlo como a un tesoro que me hacía más feliz con sólo verlo y hablar con él. Sin saber ni cómo empecé a contarle que la vida para mí era muy dura, y así comenzó a venir un ratito después de comer a tomar el café y charlar un poco, pues veía mi desesperación. Al poco tiempo nos fuimos conociendo más; me contó que no tenía novia aunque había tenido varias, y yo le conté que estaba desesperada porque mi marido era una bestia conmigo.

Al principio me dijo si quería separarme, pero le dije que no, que yo no sabría hacer nada sin él porque mi socialización estaba ya determinada a mi edad. Con las confianzas fuimos adentrándonos más, y comenzó a hablar de sexo, cómo era él, cómo era yo…, y cuando le conté poco a poco la verdad, dijo que era una lástima porque yo tenía que disfrutar con el sexo al igual que los demás, y que yo no tenía la menor idea de lo diverso que era el sexo. Al enterarse que nunca había tenido un orgasmo me dijo que eso tenía que solucionarlo, y que él estaba dispuesto a ayudarme en lo que hiciera falta. Yo estaba más excitada cada día, cosa que hasta el momento no sabía lo que era, por lo que pensé que algo me estaba pasando, cuando él se iba y yo sentía cada día más mojadas mis bragas, y me acostaba pensando en él, en cómo sería su cuerpo desnudo, etc.

Después de mucho hablar, un día me dijo:

Tienes que venir a mi casa, así te enseñaré cosas e imágenes que nunca has visto. Creo que necesitas verlas para poder tener fantasías, e intentar ser más feliz, y como no tenéis vídeo ni PC, deberías venir a mi piso.

Me encantaría Alberto, pero si mi marido sabe que estoy en otro piso con un hombre me mata.

Bueno pero tranquila porque nadie te verá entrar, sólo hay dos pisos por planta, y yo no diré nada a nadie; es por tu bien, créeme.

Dios mío, qué miedo¡ Bueno vale, mañana llevo un termo y tomamos el café en tu casa.

Aquella tarde, y su noche fueron un infierno de calor, sudor y nérvios para mí, además mi marido llegó medio borracho y me dio por el culo, y aunque me pegó y me hizo daño no me importó lo más mínimo, porque incluso estaba tan excitada que, aunque lo odiaba con todas mis fuerzas, tenía la impresión de que mi vida iba a cambiar, y vaya si cambió¡¡¡.

Al día siguiente acudí a su puerta y con mil nervios timbré. Salió él oliendo a jabón dulce y más precioso de lo que lo recordaba. Me hizo pasar a su sala de estar y pusimos el café. Notó mi grado de nerviosismo, y me dijo:

Tranquila Analía, si no quieres no ponemos nada y sólo charlamos o si prefieres, te vas.

No, no Alberto, sólo que es algo que nunca he hecho, pero no pasa nada, tengo que acostumbrarme.

Él comenzó a decirme si alguna vez había probado el sexo oral, y yo le dije que no, que mi marido nunca me había pasado su boca por mis partes, ni yo quería hacérselo a él porque no me gustaba nada de su cuerpo, y además no se duchaba casi nunca. Así que me dijo:

Mira Ani, el sexo oral es lo mejor del erotismo, siempre se consigue lo que se persigue, y debes aprender a disfrutar al máximo de él, porque es la mejor y posiblemente, la única forma con la que podrás empezar a tener orgasmos.

Y no es algo muy sucio?

Nooooo nunca. Debes saber que en la boca hay muchas más bacterias y virus que en los órganos genitales, además eso lo piensas porque nunca lo has probado, créeme. Mira, voy a ponerte una serie de 28 películas donde sólo se realiza sexo oral, una de las muchísimas que hay.

Se llama “I SWALLOW”, (Yo Trago) de Rodney Moore, pero debes verla como algo erótico y observarás como disfrutan de ello, tú también debes intentar disfrutar.

En cuanto la puso mi nerviosismo era terrible, pero poco a poco se fue desvaneciendo al concentrarme en las imágenes; mi coñito se iba mojando y mi boca se ahogaba con la visión de todas aquellas mujeres chupando pollas de hombres hasta que ellos no aguantaban más y se corrían en sus bocas, momento en que ellas mostraban la carga de leche a la cámara, y después la tragaban como si de nata dulce se tratara, y con cara de habérselo pasado tan bien…; era increíble, dios mío¡, estaba tan excitada que nunca en mi vida había pasado por una sensación parecida, estaba a punto de sentir lo que más tarde supe que era un orgasmo.

Alberto, permanecía a mi lado, disfrutando de la película, del café, de su excitación que era EVIDENTÍSIMA por debajo de sus vaqueros, y sobre todo de mi cara sudorosa y multicolor.

El me iba diciendo, “ves, fíjate cómo la hacen, comprueba las caras de placer y satisfacción, no te parece hermoso y superexcitante?…”, así durante horas que a mí me parecieron días, o segundos, no lo se muy bien. El caso es que con tanta excitación, Alberto se decidió y me preguntó:

¿Qué te va pareciendo, no te gustaría probar?

Ay, dios no se, me apetece muchísimo, pero nunca lo he hecho, no se hacerlo, y me da vergüenza…

No te preocupes, debes estar, sobre todo, relajada; acompáñame a mi habitación, que allí podemos seguir viendo la película y estaremos más cómodos.

Alberto me llevó a su habitación, encendió la tele, y con toda la naturalidad del mundo me dijo que estaríamos mejor en su cama, pero que antes era necesario desnudarse, así que sin perder tiempo se empezó a desnudar, y cuanto más se quitaba más podía observar su maravilloso cuerpo.

Cuando llegó a sus gayumbos, me miró y me dijo:

¿Qué pasa, tienes miedo, no te vas a desnudar?

Ssssí, sí, claro que sí, sólo estaba viendo tu cuerpo que me parece precioso.

Entonces con mucho miedo por no gustarme mi cuerpo y parecerme que no estoy a su altura, comencé a desnudarme mirando hacia el suelo, cuando me quité el sujetador miré hacia él, y ahí estaba, completamente desnudo, hermoso, tímidamente miré hacia su polla y estaba flácida, pero así ya era tan gorda y casi más grande que la de mi marido.

Le pregunté si me desnudaba de todo, y me dijo que era preferible. Entonces nos metimos en la cama y nuestros cuerpos se rozaron, sentí un escalofrío y unas ganas inmensas de hacerle lo que había visto en la película.

¿Qué te pareció lo que has visto?

Me ha gustado mucho Alberto, la verdad es que no sabía que era tan excitante el sexo oral, todas esas chicas haciéndolo y yo sin probarlo, nunca…

No me refería a la película, sino a mi cuerpo, te ha gustado?

Ufff, si, ya lo creo, eres muy guapo y tienes un cuerpo precioso, lo que pasa es que yo no tengo buen cuerpo, soy fea y gordita, y esas chicas son perfectas

No mentira tú no eres fea, en todo caso no te arreglas mucho, pero no eres fea, además el sexo no entiende de gustos, sólo de excitaciones.

Y yo no te excito claro, quién va a querer mirar para mí, si no valgo nada como mujer.

Mentira, mira cómo me has puesto sólo con meterme en la cama contigo, (en ese momento levantó la sábana y vi asombrada una polla enorme, el doble de la que yo conocía, en serio, más tarde la medí y es de 19 cm, permanecí asustada, y sin saber qué decir)

Dios mío¡ Alberto, estoy asustada. Jamás pensé que un chico como tú pudiese tener algo así, y mucho menos que yo pudiese hacer que se te pusiese así, es que dios…

En ese momento, me tapó la boca con la suya y se entregó a un beso que apenas supe corresponder por mi poquísima experiencia en ese tipo de besos.

Asustada me dejé llevar, y sus manos empezaron a tocar mi cuerpo, mis tetas, y bajó hasta mi coño. Casi le muerdo cuando me tocó el clítoris, estaba tan excitada y mareada que casi me desmayo.

Seguidamente, Alberto comenzó a besarme los pechos y a chuparlos con fricción, mi excitación era increíble; cuando ya hubo chupado todo lo que le apeteció mis tetas (algo caídas), siguió bajando muy despacio por mi barriga y mi vientre, dándome besitos que a mi me hacían temblar de maravillosas cosquillas.

Puso su mano una vez más sobre mi coño, estaba tan mojado como nunca, era un mar de flujo, que aprovechó para ir introduciendo un dedo dentro, cosa que me volvió loca de placer. Siguió bajando su cabeza hasta llegar al pelo púbico, donde se entretuvo a enredar su lengua y a desesperarme con su tacto en mi púbis.

Pasado un ratito, siguió lamiéndome y besándome por la parte interior de mis piernas, al lado de mi coño, y se incorporó para situarse completamente entre mis piernas. Acercó su boca a mis piernas, continuó con la lamida púbica, y acercándose a mi coñito… me tocó el clítoris con su lengua y comenzó a lamerlo dulcemente, diosss¡¡¡. Empecé a temblar y a desvanecerme, y en ese preciso momento tuve el primer orgasmo de mi vida.

Era lo mejor del mundo, me corrí tanto que pensé que me estaba meando, y mientras mi ángel, seguía lamiendo muy suave mi botón para prolongar mi orgasmo, mientras trataba de beber todo mi flujo caliente.

Mis espasmos se alargaron durante casi tres minutos y él no dejaba de lamerme y chuparme para conseguirme más placer, así hasta que noté que me hacían daño las cosquillas y él se detuvo. Me dio la vuelta, y me abrazó por la espalda. Si existe el cielo, yo ya estuve en él.

Yo no sabía qué hacer, tenía ganas de besarlo, de chuparlo… de hacerle todo, pero no me atrevía a decírselo, no sé por qué.

El caso es que me di la vuelta y lo besé con locura, acariciándole todo el cuerpo, y entonces noté cómo su polla estaba completamente dura. Me miró a los ojos y me dijo:

¿Has disfrutado de verdad?

Dios mío, Alberto, me he muerto y he vuelto a la vida, jamás pensé que esto pudiese sentirlo yo. Es lo más placentero que recibí en mi vida…

Pues si quieres yo te puedo ayudar a conseguir ese placer todas las veces que quieras, mi polla y mi lengua están dispuestas para ti, siempre que mis estudios me lo permirtan, claro.

Por favor, no me digas eso que me estoy poniendo muy caliente, y tú también. Me dejarías intentar darte el mismo placer?.

Claro, por supuesto, además es probable que consigas excitarte tanto sólo con hacérmelo a mí. Bueno, pero ya sabes que si me lo haces deberás hacerlo como yo te diga, si no es preferible dejarlo así…

No por favor Alberto, necesito chuparte la polla y beberme toda tu leche, lo haré como tú me digas; quiero hacerlo mejor que las de la película, es lo que más deseo en el mundo, en serio¡.

Está bien, entonces agáchate hasta mi polla y comienza a darme una mamada lenta, sin prisas.

En ese momento bajé hasta su polla y comencé a chuparla con instinto natural, como si siempre lo hubiese hecho. Alberto permanecía inmóvil, y tan sólo se balanceaba un poquito, como follándome la boca muy dulcemente, mientras yo le chupaba esa preciosa polla como si fuese un biberón, (MI BIBERÓN) para extraer toda su divina leche que me hacía estar cada vez más al borde del orgasmo.

Así estuvimos durante unos 20 minutos maravillosos, en los cuales yo comenzaba a emitir flujos y gemiditos cada vez más excitada y Alberto no dejaba de acariciar mi pelo, mi cara, mi espalda y mis brazos; me llevaba con su mano, las mías alrededor de su polla para pajearlo suavemente, mientras no dejaba de chupar todo su capullo.

Con sus ojos cerrados comenzó a respirar más de prisa, y entonces me separó su polla de la boca, me miró y me dijo:

Ana me has hecho hervir la leche, ya estoy preparado para correrme. Hoy vas a probar mi leche, “tu primera leche”. Dime, cómo la quieres.

Ay dios, mi vida, me muero por probarla, estoy a punto de volverme a correr, pero no se a qué te refieres.

Digo que cómo te la quieres tomar. A ver, ven. Ponte de rodillas.

Alberto me puso de rodillas en la alfombra y se colocó de pie meneando suavemente su polla.

A ver mira, me puedo pajear un rato hasta que sienta que me viene, entonces tú levantas un poquito la cabeza (me cogió con su mano izquierda la barbilla y me levantó la cara hacia su polla), y abres la boquita (apretó con dos dedos las comisuras de mi boca, quedando completamente abierta), y sacas un poquito la lengua, entonces me termino de pajear (acercó la punta de su polla a mi boca mientras yo observaba el movimiento frenético de su mano y de sus güevos), y te echo mi lechita dentro, apuntando bien para que no se pierda ninguna, y la puedas saborear a tu antojo.

O así, nos acostamos de lado en la cama, uno enfrente del otro, y tu bajas hasta mi polla, te la metes en la boca, y cuando me corra chupas como si fuera un biberón lleno de leche.

Dime, ¿cómo prefieres?.

Ay¡, no se Alberto, las dos me parecen muy excitantes, pero prefiero que digas tú, la que más te guste, estoy tan excitada, dios¡

A ver, dime cómo te gustaría más.

Ay, no se, creo que me gustaría más que me la dieras en la cama, dentro de mi boca, pero no se, me da igual, la que tú prefieras, en serio.

Bueno, pues al ser la primera vez te la voy a dar así, pero es muy importante que me escuches bien, ven métete en la cama.

Bien, ahora te la vas a meter en la boca y vas a seguir chupando como hasta ahora, y cuando yo te diga me voy a correr; entonces es muy importante que no te muevas, si no siento molestias en mi orgasmo, tú sólo deja que me vaya.

Puedes chuparme como si fuera un biberón, e intenta que cada chupada tuya se acompase con un chorro de mi leche, aunque esto te llevará algún tiempo aprenderlo bien. Lo que es muy importante y no debes olvidar es que no debes mover tu cabeza, sólo deja que fluya mi corrida.

Cuando haya terminado permanece así hasta que terminen mis espasmos y te diga que puedes sacarte mi polla de la boca. ¿Has entendido todo?.

Si Alberto, te haré todo como me lo pides, madre mía¡ estoy que me muero de excitación.

Así fue, volví a bajar hasta su polla y me la metí en la boca, yo estaba babeando, con los ojos cerrados y apenas sin fuerzas para chuparlo bien pues estaba a punto de correrme. Alberto puso su mano derecha debajo de mi barbilla, y su mano izquierda por detrás de mi cabeza, haciendo una ligera presión.

A partir de ahí todo fue placer. Alberto me susurró: “Ani……me corrooo…” y justo cuando empezó a darme su leche comencé a chuparlo más fuerte y a bebérmelo como una loca, tan loca que la sensación de tragarme su leche me hizo volver a correrme, pero esta vez con muchísimo más placer que antes, sentía latir con fuerza mi clítoris, y la corrida fue tan intensa que casi me desmayo.

Alberto continuó con sus espasmos durante unos minutos, y tanto él como yo nos quedamos dormidos. A la hora me desperté con los gemidos de una de las chicas de la película que estábamos viendo.

Me volví a poner a mil y volví a meterme la polla de Alberto en la boca, la empecé a chupar y otra vez se puso enorme.

Al rato se despertó mi ángel, y sólo me dijo: “oooh… mi niña…”. Siguió como estaba hasta que volvió a correrse en mi boca y yo conseguí otro orgasmo bestial cuando estalló el lecherazo en mi boca.

He de reconocer que al principio me resultó un poco raro su sabor, pues es algo salado, un algo dulce, y un poco amargo, pero es ese dulce amargor el que me excita sobre manera, pues no hay ningún sabor parecido en el mundo. También me llamó mucho la atención que fuera denso, pues pensaba que era como la leche.

Al igual que que sea pegajoso, ummm¡¡, es increíble, porque al rato de tomarlo todavía sientes ese sabor a naturaleza en tu boca. Algo de lo que más me gusta es que esté calentito, porque al sentirlo así en mi boca y en mi garganta me da un placer que junto a su sabor, hacen que siempre tenga un orgasmo bestial con esa sensación tan erótica.

Su leche me hace feliz, y no es algo que yo me invente, pues hay muchas investigaciones científicas que avalan lo que digo, la última es un estudio publicado en New Scientist (en su edición Norteamericana del 26 de Junio de 2002), (la revista científica más prestigiosa del mundo y de obligada publicación de cualquier investigación con resultados terapéuticos demostrados), ha demostrado que las mujeres que ingerimos semen masculino, no sufrimos depresiones y estamos de mejor humor.

La explicación estaría en determinadas sustancias en el semen (hormonas como la testosterona y diversos estrógenos) que se sabe son capaces de actuar sobre el estado de ánimo femenino, por absorción del aparato digestivo.

Los investigadores afirman enfáticamente haber descartado cualquier otra alternativa, que no sea la de la absorción del semen por el cuerpo.

Las “proteínas fibrosas” del semen, ayudan a adelgazar, a reducir las “pistoleras” de las caderas, la “piel de melocotón” y casi todo tipo de celulitis, diluyendo los lípidos de la grasa, y expulsándolos por el aparato excretor.

Los Laboratorios Farmacéuticos suelen tratar de silenciar sus beneficios terapéuticos, (como p.ej. las propiedades anticancerígenas del semen, las propiedades que reducen los niveles de colesterol dañino para el organismo femenino, o las hidratantes epidérmicas del flujo vaginal), debido al montón de dinero que les supone la venta de anticelulíticos, adelgazantes, terapias contra el cáncer, y productos para el cutis y la piel.

Los efectos contra la “piel de melocotón”, de reducción de colesterol, anticelulíticos, y sobre todo, los del buen humor los he comprobado yo misma, y puedo asegurar que son increíbles. Es que no los creería de no haberlo vivido, en serio.

La investigación y demostración biológica fue llevada a cabo por el Doctor Gordon Gallup de la Universidad de Nueva York.

El caso es que después de ese día, seguimos disfrutando el uno del otro, y gracias a él he descubierto lo maravilloso que puede ser el sexo.

Me he vuelto adicta al sexo oral, y tanto él como yo tenemos unos orgasmos fuertísimos y muy placenteros.

A mí me encanta dormirlo por las tardes con una buena mamada, y de la gran excitación, siempre que recibo su explosión templadita en mi boca, yo también me corro y nos quedamos los dos dormiditos un par de horas, momento en el que volvemos a iniciar nuestras relaciones.

También hemos follado varias veces, y aunque nunca lo hemos hecho por “detrás”, yo fantaseo muchas veces con ello, y creo que pronto lo conseguiré, (aunque me da miedo porque como ya dije, su polla es grande y muy gorda).

De todas formas, lo que más me gusta sin comparación, sigue siendo el sexo oral, porque siempre que se corre, me produce los orgasmos más fuertes, y me muero cada noche y cada día pensando en el momento de hacer realidad mi pasión.

Mi vida cambió de la oscuridad a la felicidad casi absoluta.

Digo casi porque todavía tengo que aguantar al esposo que me tocó, pero él nunca ha sospechado nada, incluso casi no se dio cuenta de que adelgacé 14 kilos y me puse más guapa, y más contenta, aunque sigo fingiendo para que no se note demasiado.

Otros relatos eróticos de Semenarista:

¿Qué te ha parecido el relato?