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Madre e hija II: Aumentando el placer

Madre e hija II: Aumentando el placer

Después de varios días y noches de los más increíbles encuentros sexuales, tuvimos que hacer una pausa, ya que me hermano Raúl habló por teléfono para avisar de su llegada.

La verdad es que necesitaba un descanso. Tanto Daniela como su mamá resultaron ser dos hembras en verdad insaciables.

No puedo quejarme.

Cada una tenía una manera tan especial para coger que, juntas o por separado, protagonizábamos escenas dignas de cualquier película pornográfica. Además, mi novia Nomi también merecía mi atención.

Ella es muy diferente a Clara o Daniela. Alta. Piel tersa y bronceada. Con un cuerpo no tan voluptuoso pero muy excitante.

Su porte de modelo y la firmeza del mismo, es el resultado de años de dedicación en el ballet, la gimnasia y los aerobics.

Con un rostro de niña traviesa, unos maravillosos ojos color miel, una boca sensual de dulces labios acaramelados, agregando a ellos una total entrega en lo sexual, ya se imaginarán porqué me tiene totalmente atrapado.

La mañana en que regresé del aeropuerto luego de pasar por mi hermano y llevarlo al departamento para que descansara junto con su familia, fui a la clínica en donde Nomi tiene su consultorio odontológico.

No es porque sea mi novia, pero ella es una dentista muy capaz. Gracias a su dedicación, a logrado tener una clientela muy numerosa, lo cual la tiene permanentemente atareada.

Tuve que esperar algunos minutos en la antesala conversando animadamente con su secretaria, hasta que ella se desocupó por breves instantes. Pase a su privado y al momento sus inquietantes labios se apoderaron de los míos, al tiempo que me estrechaba con fuerza y un gran cariño.

– Mi amor – me dijo en un susurro -. No sabes que gusto. Estaba pensando en ti. Dime cielo, ¿tus familiares ya van a regresar a su casa o se quedarán un poco más?

– No, cariño. Aún no. Creo que se quedarán varios días más. Espero que no te moleste por no poder estar más tiempo contigo. Sabes que me tienes completamente en tus manos.

Fueron sus labios, los que me dieron su respuesta.

A pesar de la intensidad con la que había disfrutado sexualmente de mi cuñada y mi sobrina, mi verga se erectó al momento en que el armonioso cuerpo de mi novia se pegó a mi cuerpo, ella, con malicia, deslizó una de sus manos por mi cuerpo y con un rápido movimiento, bajo el ziper de mi pantalón, haciendo que saliera para poder acariciarla lentamente. La excitación comenzó a ser presa de mi cuerpo.

Sin darme tiempo a reaccionar, Nomi flexionó las rodillas y de un golpe introdujo mi parado miembro en su boca. Juraría que mi alarido se escuchó por toda la clínica.

Su experta lengua no dejaba de pasar y pasar por sobre el glande para luego recorrer el tronco hasta mis huevos. Para no perder el equilibrio, me apoyé de espaldas en un gabinete y con ambas manos me dediqué a acariciar la suave cabellera de mi novia.

No pude aguantar mucho el tratamiento tan intenso que su boca realizaba chupándome la verga y con un espasmo, deje que mi leche brotara a raudales, llenándosela toda.

Ella no dejó escapar nada. Con placer tragó toda mi venida para luego limpiar totalmente mi pene.

Como si fuera una travesura, se puso al instante de pie y me dio un beso en la boca, dejándome sentir el sabor de mi propia leche en sus labios.

– Mmmmm….. Martín, mi vida, estabas ardiendo amor. Que rica y caliente sentí tu leche cielo.

Dejándome Componer la figura, me tomo de la mano y nos encaminamos a la puerta del consultorio, donde nos despedimos con un nuevo beso, no sin antes avisarle que pasaría esa noche por ella a su casa para ir a cenar con mi hermano, su mujer y su hija.

La cena fue fantástica. Raúl había logrado una buena cantidad de resultados positivos en su viaje y estaba muy feliz por ello, felicidad que compartían tanto Clara como Daniela y nosotros.

Cabe mencionar que Nomi había simpatizado muy fácilmente con mi cuñada y su hija desde que las conoció. Creo que eso debió darme pauta para imaginar lo que pasaría luego, pero no quiero adelantar los hechos. Entre risas y brindis nos pasamos la velada.

Después de cenar, Clara comenzó a platicar con Nomi acerca de un problema que al parecer tenía en una de las muelas y que ya le estaba ocasionando un poco de molestias.

Mi novia, solícita como siempre, no solo le aconsejó un buen medicamento sino que le hizo prometerle que al día siguiente Clara pasaría por su consultorio para que la atendiera.

Ella al principio se negó, ya que no deseaba causar problemas pero ante la insistencia de mi novia terminó por aceptar.

Nos dirigimos primero a casa de Nomi en donde nos despedimos, quedando en la hora en que llevaría a mi cuñada a la clínica para después llegar a mi departamento.

Mi hermano estaba muy cansado por el viaje, así que de inmediato se fue a la recamara junto con su esposa para dormir. Yo aún tenía que revisar unos papeles. Entre a mi oficina y puse en servicio mi computadora.

Un leve garraspeo provocó que volteara la cabeza.

Daniela, con una pequeña bata encima de su desquiciante cuerpo, entró a la habitación al tiempo que cerraba la puerta con seguro. Maliciosamente, se fue acercando a mí hasta que se paró a mi lado.

Estaba totalmente desnuda bajo la bata. Con placer, jaló un poco mi sillón y con desenvoltura, se sentó sobre mis piernas, dejándome sentir el contorno de su gran culo apoyándose en mi verga, la cual de inmediato reaccionó.

Una de sus manos bajó buscando las mía y con ternura la depositó sobre sus voluminosos senos, cuyos pezones ya comenzaban a erectarse por el deseo.

– Dany, cariño, esto no esta bien. Tu papá puede sorprendernos. Creo que será mejor que tu también descanses.

– No temas tío Martín. Mi papá ha tomado un tranquilizante, ya que cuando bebe le da un dolor muy fuerte de cabeza y mi mamá tomo otro por la molestia de su muela. Ya verás que bien la pasaremos tú y yo…….

Ya no opuse resistencia. Estaría loco si despreciaba a tan ardiente hembra. Con placer nos fundimos en un ardiente beso, al tiempo que mis manos arrancaban la bata del cuerpo de Daniela y comenzaba a masajear y estrujar sus blancas tetas.

tampoco estuvo quieta. Incorporándose, me levantó lo suficiente para deslizar mi pantalón por mis piernas para luego hacer presa a mi verga con su boca.

Como les platiqué, Daniela era toda una maestra en el arte de chupar un miembro. Lentamente, con dulzura y delirio tomó con una mano el tronco de mi pene al tiempo que pasaba por todo el contorno su lengua de abajo hacia arriba, hasta el glande que chupaba y tragaba en su totalidad.

Yo tampoco perdía el tiempo y con mis dedos, oradaba su ya mojadísima vagina, que se abría para darles paso.

Por momentos, los retiraba y con los jugos de ella cubriéndolos completamente, los llevaba hacia mi boca para deleitarme con su exquisito sabor. Mi sobrina gemía y gemía, pero no dejaba de chuparme la verga.

Su rubia cabellera se elevaba con cadencia, haciéndome recordar la visión de la melena de Nomi por la mañana en su consultorio mientras me daba el mismo tratamiento.

Con delicadeza, retiré mi lubricado miembro de la boca de Daniela, quien se quejó ante mi acción. La tome del torso y la fui depositando sobre mi escritorio.

La presión de la leche en mis huevos hacían que estos me dolieran, por lo que con un movimiento, abrí a todo lo que daban las piernas de ella y de un empellón sepulté toda mi verga en su candente coño.

Daniela mordió los labios para no gritar de placer.

Con suaves movimientos rotatorios de mi cadera, acribillé desde varios ángulos la encharcada rajada que apretaba como un guante todo mi pene.

La sacaba casi en toda su totalidad, hasta que el amoratado glande aparecía entre los sonrosados labios de su vagina para luego incrustarla con pasión y frenesí.

Mi sobrina llegaba al orgasmo una vez tras otra. Sus manos estrujaban y pellizcaban sus pezones hasta ponerlos rojos. Su boca se abría dejando salir ahogados quejidos mientras mantenía sus ojos cerrados.

Con la boca, recorrí su cuello hasta detenerme en uno de sus senos, al cual le chupé con ardor el pezón, provocando que Daniela aumentará la fuerza con la que su cuerpo se convulsionaba, haciendo que mi verga se clavara más en el interior de su caliente coño, recorriendo en su totalidad el conducto de su útero que se amoldaba perfectamente a él.

Poco a poco dejé de mover mi cuerpo y saqué mi mojadísimo miembro de la ensopada vagina de mi sobrina. Ella estaba como aturdida, por lo que no protestó cuando deje de clavársela.

Suavemente la fui volteando al tiempo que la acercaba al borde del escritorio y le separaba un poco más las piernas, por las cuales ya corría una buena cantidad de sus jugos.

Arrime un pequeño taburete que tengo ahí cerca y puse uno de sus pies encima, para hacer que su hermoso culo se abriera en total esplendor y pusiera a mi entera disposición su enervante ano.

Tome mi pene con una mano y con la otra, recogí una buena cantidad de los jugos que rezumaban sin parar del interior de su coño.

Poco a poco los fui extendiendo por toda la cabeza y el tronco hasta dejarlos completamente cubiertos. Con delicadeza, apoyé el glande en su ano y con suavidad, dejé que se deslizara al interior.

Daniela reaccionó al momento de sentirse con el culo completamente lleno de verga.

Agitó y movió sus caderas con una intensidad que me dejó pasmado, mientras yo clavaba y retiraba el miembro de su ano hasta que, jalando sus nalgas contra mi cuerpo, estallé en el interior de su estrechísimo culo, llenándoselo de mi leche que afloraba a borbotones, haciéndome desplomarme sobre su cuerpo hasta dejar que saliera el semen en su totalidad, exprimido por su maravilloso ano.

Algunos minutos después, no sin antes asegurarnos que sus padres estaban completamente dormidos, acompañe a mi sobrina hasta la puerta de su recámara en donde me deseo buenas noches, al tiempo que me daba un cariñoso beso. Era la locura. Meneando la cabeza regresé a mi oficina en donde mejor apagué todo y me fui a acostar.

A la mañana siguiente, Raúl y su hija salieron a comprar algunas cosas.

Yo continué con mi trabajo pendiente mientras esperaba a que Clara terminara de arreglarse. Como era domingo, el consultorio de mi novia estaría vacío.

De hecho, ni siquiera su secretaria acudiría. Al terminar mi cuñada, salimos hacia la clínica donde Nomi ya nos esperaba.

Con un beso se saludaron ambas mujeres y, tomándose de la cintura una a la otra, pasaron al interior.

Como no podía ayudar en nada, me quedé en la recepción, no sin antes cerrar la puerta principal del mismo, leyendo algunas revistas. La mecánica siempre ha sido una de mis pasiones y la gran cantidad de revistas sobre el tema que mi novia ha tenido el cuidado de poner a la mano de sus pacientes, lograron que me concentrara demasiado en su lectura.

No me di cuenta del tiempo transcurrido y fue un ligero murmullo el que me puso en alerta.

Me llamó la atención no escuchar el característico sonido del taladro dental, por lo que, muy lentamente, fui acercándome a la puerta del privado.

Los murmullos bajaron de intensidad, dando paso a una serie de gemidos que me resultaron muy conocidos y que me pusieron la carne de gallina, al tiempo que mi exitación se disparaba, levantando mi verga de un impulso.

No lo creía. Ni en mis sueños más eróticos pensé que algo así se presentara. Busqué ansiosamente la manera de poder mirar al interior y, por fortuna, me di cuenta que la puerta estaba entreabierta. Con mucho cuidado la fui empujando un poco más y con la boca abierta miré sin dar crédito a mis ojos.

Ahí, sobre el sillón para los pacientes, estaba mi cuñada Clara con las piernas totalmente separadas y su falda enrollada en la cintura.

Su blusa, abierta, dejaba que sus grandes pechos se bambolearan libremente.

Con la mirada perdida, no hacia más que gemir quedamente mientras sus manos empujaban la cabeza de mi novia contra su abierta y depilada vagina.

Nomi, con toda calma, chupaba como si fuera un caramelo el erecto clítoris, para después ir pasando la lengua por los deliciosos labios del coño de mi cuñada. Sus manos tampoco estaban quietas y se entretenían apretando las deliciosas nalgas de Clara, al tiempo que las acariciaban.

No creo recordar en que momento saque mi ya totalmente parado miembro, pero cuando reaccioné, ya estaba masturbándome suavemente.

Observar a estas dos hembras complaciéndose era sublime. Nomi estaba más que dispuesta a lograr que Clara se viniera, por lo que en un momento dado, comenzó a meter y sacar un dedo en la mojada vagina sin dejar de chupar el clítoris.

Ella estaba con los ojos en blanco, balbuciendo palabras intelegibles, situación que la muy pilla de mi novia aprovechó para deslizar otro dedo, solo que esta vez, dentro del apretado culo de mi cuñada. Eso fue suficiente.

El grandioso orgasmo de Clara, como yo bien sabia, no tardo en aparecer. Nomi por poco se ahoga ante la brutal salida de jugos del coño que se fundía con su boca. En un instante, ella reaccionó y los bebió sin parar hasta saciarse. Vaya que recordaba que delicioso sabor tenían.

No en balde los había estado probando sin medida y con un gran placer de mi parte. Mi mano continuaba subiendo y bajando por todo el tronco de mi verga mientras continuaba espiando.

Ahora, era Nomi la que, con rapidez, subió su falda y se despojó de su panty, dejando a la vista golosa de Clara y la mía su ya encharcada rajada.

A diferencia de mi cuñada y su hija, una cuidada mata de castaña pelambra cubre la entrada de su hechizante vagina.

Con su erótico andar, Nomi se encaminó al sillón y, adoptando la misma posición que antes tuvo la otra, se acostó en él. Clara, con delicadeza, abrió su blusa y liberó los senos de mi novia los cuales, de inmediato, se apoderó con la boca.

Los besó y chupó cuanto quiso, logrando que Nomi se encendiera rápidamente. Las caricias de sus manos fueron recorriendo todo su cuerpo hasta detenerse en la entrada de su rajada.

Por instinto, mi novia separó un poco las piernas, lo que aprovechó Clara para meter uno de sus dedos al interior. Un gemido fue el aviso del placer que esto generó en mi novia.

Mi cuñada sonrió con amor al tiempo que sacaba el dedo y, con presteza, lo llevó hacia su boca, paladeando el riquísimo néctar.

Sin dejar de usar las manos, bajó la cara hasta que sus labios hicieron contacto con el coño de Nomi, para empezar a chuparle con frenesí el clítoris. Ahora era mi novia la que gemía sin parar empujando sus caderas para hacer más intenso el contacto de la boca de Clara con su lubricado coño.

Mi cuñada, buscando una mejor posición para deleitarse con lo que hacia, se inclinó sobre el sillón, dejándome a la vista el magnífico espectáculo de su culo en plenitud.

Desde mi lugar podía ver como sus jugos continuaban saliendo de su mojadísima vagina al tiempo que observaba como su estrecho ano se contraía con sus movimientos, logrando que perdiera completamente la cordura.

De un solo movimiento, me quite los pantalones, la camisa y, empujando totalmente la puerta, penetré al interior. Nomi, con sus ojos completamente inyectados por el deseo, me miró fijamente, al tiempo que me dejaba escuchar su voz encriptada por la pasión.

– Ven mi amor. Te esperábamos. Tardaste mucho en entrar. ……Ahhhh.. que rico me esta chupando Clara……..mmmm….si……..si………eso…….pasa tu lengua por toda mi vagina……..ahhhgggg….!!!!!!

Mi verga, completamente parada y lubricada por los líquidos que brotaban del glande, ya estaba a punto de explotar, pero no quería dejar de probar a estas dos calientes y ardientes mujeres.

Con todo el amor del que soy capaz, retire a mi cuñada de la vagina de mi novia, mientras ella se levantaba del sillón y se paraba a un lado del mismo.

Me acosté ahí, de espaldas, dejando mi verga en total erección, como un mástil apuntando al techo. Nomi, ágilmente, puso las piernas a los lados y, tomando mi pene con una de sus manos, lo colocó en la entrada de su culo, para dejarse caer de inmediato, clavándosela en su totalidad. Ya no se obligó a callar.

Un grito de placer y dolor mezclados salieron de su garganta cuando su ano quedo completamente lleno de mi miembro. su orgasmo ya estaba por llegar, así que, sin pensarlo, subía y bajaba a todo lo largo del pene, mientras Clara continuaba chupando e insertando un dedo en su coño.

Sus jugos corrían sin parar por sus muslos abiertos, recorriéndolos y bajando por sus nalgas y por su culo, hasta empapar mí verga.

De momento, su cuerpo se convulsionó, sentándose de golpe y bramando al venirse. Mi cuñada no dejó tampoco de saborear todos los jugos emanados del coño de mi novia, hasta que ella se tranquilizó. Con cuidado, saqué mi mojado miembro de su ano y, apoyándose en mi brazo, se dejó caer sentada al piso, dejando el camino libre a Clara.

– mmmm…….creo que ahora yo disfrutaré de tu rica verga cuñado…….ahhh…..me muero por que me retaques todo el culo con ella…!!!!

Le sonreí y la tome de las manos para levantarla. Al igual que Nomi, se paró y con un movimiento, puso sus piernas a ambos lados de mi cuerpo, dándome la espalda. A pesar de estar mi verga completamente lubricada, ella la tomó con una mano y primero, la paso por los labios de su coño, para mojarla aún más mientras gemidos de satisfacción emergían de su garganta.

Cuando ella quedó complacida, puso la punta del glande en contacto con su ano, que al momento, comenzó a dejar pasarlo, hasta que penetró en su totalidad. El tronco recorrió el mismo camino y Clara no paró hasta que mis huevos golpearon sus nalgas. No fue mucho lo que pude soportar.

Tenía la leche en la punta de la verga, por lo que, al cabo de unos minutos de ensartar el tesoro que es el culo de mi cuñada, salió todo mi semen con inusitada fuerza, inundándole el recto en su totalidad, acompañándolo con mis alaridos y los de mi cuñada, que llegaba a un nuevo orgasmo.

Al paso del tiempo, ya calmadas, ambas me explicaron que pasó. Resulta que, al poco de estar revisándole Nomi la dentadura a mi cuñada, accidentalmente puso una mano sobre un seno de ella que, con su ardiente temperamento siempre a punto de encenderse, gimió cachondamente, situación que no pasó inadvertida para mi novia. Clavaron la mirada, una en la otra.

De ahí, ya no hubo palabras. Sus labios se encontraron y se entremezclaron en un apasionado beso, para luego dar paso a tan apasionante encuentro.

– Vaya, yo pensé que algo malo pasaba – dije – y miren lo que me encuentro. De saberlo, no hubiera esperado tanto para intervenir.

– Tu sabes como soy cuñado – dijo Clara -. Además, es difícil no exitarse con una mujer como Nomi. No sabes que afortunado eres.

– Me lo voy a creer – dijo riendo mi novia -. Pero además espero que esto se repita. Fue muy rico para mí.

– Vaya que si – intervino de nuevo Clara -. Además, los dos están invitados a nuestra casa. Pronto será nuestro aniversario, así que tienen que acompañarnos.

Y con una promesa, nos vestimos para que Nomi pudiera arreglar la muela de mi cuñada y dejáramos la clínica para continuar con nuestras vidas, esperando con verdadero gusto lo que nos deparaban los próximos días.

Continúa la serie << Madre e hija

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