Sexo en la oficina. Todo sucedió hace un mes en la oficina de mi mamâ, ella es gerente de una empresa, y como yo ya había salido de vacaciones, me pidio que le ayudara a arreglar unas cosas de su archivero, y de sus papeles.
Como habréis supuesto, nada volvió a ser lo que era con Dani; Aparte de que el se imaginaba que su mejor amigo y yo manteníamos relaciones sexuales (yo mas bien diría que follábamos como obsesos), estaba el hecho de que yo lo veía por primera vez como hombre y no como mi hermano mayor.
El domingo siguiente se casaba una vieja amiga de la infancia, y ese sábado por la noche celebraba su despedida de soltera en un local de la ciudad. A tal evento había invitado a sus cuatro mejores amigas que ya estaban todas casadas, entre las que evidentemente me encontraba yo.
Las estrellas se estremecían y temblaban al ver puntiaguda cola, su rostro sin cara, el fuego de sus ojos. Y bajo sus pies miles de seres continuaban sufriendo, sudando y soñando como cada día. Respiraba un aliento de fuego helado que no era aliento.
Ella se llamaba Patricia, y tenia la misma edad que yo, 16 años, media 1,68 era morena pelo largo, delgada con un culito guapísimo y una cadera que té hacia perder los papeles y dos pechos bien formados.
Una alberca de aproximadamente 12 metros de largo, por unos 8 de ancho almacenaba por lo menos una docena de personas, en su mayoría chicas entre 16 y 19 años.
Bajé muy nervioso en el ascensor. ¿Qué le estaría contando? ¿Hubiera sido mejor decirle que estaba allí? ¿No era un poco cobarde escapando? Cuando salí del elevador me di de morros con el chico que habíamos visto antes, el que iba cantando.
Fue entonces cuando me dejó boquiabierto, me dijo que siempre le había resultado un hombre muy atractivo, que dentro de un mes ya sería un hombre casado y que antes de que ello ocurriera, quería tener sexo salvaje conmigo.
Mi pene a estas alturas estaba parado con sus 18 cms bien hinchados nuevamente, y sentía como pegaba contra mis piernas mientras me movía rítmicamente para succionar aquella maravillosa verga que tenia dentro de mi boca.
La medio empujé hasta su cuarto para que recapacitara durante los 10 minutos de ultimátum que le había dado, y de camino que yo pudiera tener esos mismos minutos para saber lo que estaba haciendo.
Agachó la cabeza, esperando mi siguiente orden. Debía estar absolutamente inquieta, vestida solamente con unas medias y unos zapatos de tacón, en medio de un aparcamiento público, en el que constantemente está entrando y saliendo gente. Y aunque en la zona en la que estábamos, era imposible que alguien llegara sin que yo lo viera, seguro que a ella le parecía que estaba en medio de un pasillo.
Normalmente me gusta correrme en su boca, pero le dije que prefería probar algo nuevo. La puse a cuatro patas y le dije que quería metérsela por el culo. Ella dijo que no quería, pero la convencí. Me puse vaselina de un tarro que guardo en mi mesita (para cuando me apetece pajearme bien) en el rabo y se la comencé a meter lentamente.
Luego de un par de preguntas, reitero la acción de arrojarse sobre el escritorio, a lo que respondí diciéndole que me gustaba mucho lo que estaba viendo y quería que sean mías.
Cuando estuve junto a la cama sentí que sus manos se deslizaban sobre mi cintura y que su verga se me apoyaba en las nalgas. Percibí el bulto, ya estaba en su máxima erección, no había vuelta atrás, me iba rendir ante esa pija parada en mi homenaje y dejé de lado mis escrúpulos y mi fidelidad y todo el resto.
Nunca le conté esto a mi marido, porque no sabía cual podía ser su reacción, a pesar de que él es bueno y comprensivo, un pan de Dios, en fin que fue lo que me cautivó de el, siempre con buen talante para todas las situaciones.
Se acerco a la nevera y cuando se agachaba a coger la leche perdí los papeles y le acaricie las piernas por detrás hasta llegar a su clítoris, el cual pude tocar a través del tanga que llevaba.
Mientras la conversación se desarrollaba pensé cada vez menos en como salir de mi complicada situación y mas en lo que se hablaba, para poder ver me tiré en el piso y saque medio cuerpo del baño de modo que alcanzaba a ver las piernas de las mujeres que estaban sentadas muy cerca una de la otra.
No pasaron diez minutos cuando él asomó por la puerta y dijo que llegó para comentarnos que se había excitado mucho en el autobús en el que llegó a la ciudad porque un desconocido creyendo que él dormía le había acariciado la verga y nos mostró como su pantalón mostraba un bulto enorme que se advertía completamente duro.
Aquella mañana Tania subió a la azotea del edificio a tender la ropa y de paso se sentó a tomar el sol y leer una revista de modas que había encontrado cuando de repente una sombra se posó sobre ella, cuando Tania levantó la mirada vio a un hombre alto, parado justo detrás de ella, con la cara pálida, mirándola de fijo mientras se sobaba mecánicamente su "cosa" extraída del cierre del pantalón.
Tus jadeos comienzan a ser notorios y provocan en mí un efecto multiplicador del placer que, ya de por sí, estoy sintiendo... "Me corro, cariño" exclamo... y casi sin darme tiempo a añadir nada más, tú, como si eso hubiera sido la señal que esperabas: "Sííí, sigue... por favor... no pares... Aahh!! Ambos nos corremos casi al unísono y quedamos derrumbados sobre la encimera de la cocina... Siempre me han gustado estos "polvos mañaneros"...
Después de ese fracaso como ya tenia edad para alquilar videos, iba a la tienda y de un momento a otro me dispuse a alquilar una película pornográfica, de ahí aprendí muchas cosas, y es la verdad, y no sabia que estaría por poner en prueba todas mis conocimientos muy pronto.
A las 11:30 llegaron, el abrió la puerta del auto, y se dirigió hacia la de ella, abrió la puerta como todo un caballero, y ella salió deslumbrante, el cerró la puerta y la abrazó por la cintura, ella cruzo sus brazos sobre su cuello y se besaron, yo mientras miraba por la ventana sentía ganas de salir para matarlo, estaba dispuesto a matarlo. Cuando se despidieron, y ella caminaba hacia la puerta, baje corriendo hacia la sala para esperarla.
Primero se las metió por un pie y ascendió hasta la pantorrila, después introdujo el otro pie y fue subiendose las bragas uniformemente. Lo hacía con detenimiento,haciendo una leve pausa de vez en cuando para desenrollarlas y ponerlas bien y después seguía subiéndoselas.
Después de acostar a los niños, nos pusimos a ver la tele. Hacía calor. Ella se cambió de ropa y se puso un vestido que le llegaba a la rodilla, pero con bastante vuelo, y que remarcaba sus tetazas. La película era bastante fuerte. Yo estaba tumbado en el sofá y comencé a empalmarme. En otra ocasión me habría importado, pero hoy, después de lo pasado, me importaba todo un carajo.
La habitación era amplia, limpia y decorada en estilo sencillo, un amplio balcón entreabierto permitía divisar una pequeña laguna en la que la luna y las estrellas se reflejaban con una claridad que más parecía que flotaran sobre el agua, el viento había dispersado la tormenta y ya no llovía, el frescor de la noche y el olor a tierra empapada se colaba por la puerta del balcón.
Recuerdo que llevaba un camisón y estaba muy despeinada. Se sentó en la cama y me cogió la polla con la mano derecha. Alguien me había dicho lo bien que hacía las pajas mi hermana, cosa que me costó muchísimo.
Mi madre se quedó unos instantes mirándome de arriba a abajo y clavando su mirada en mi falo en erección, mientras se oía abajo un portazo apresurado. Y salió del cuarto para entrar en el cuarto de baño.