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Iniciación I

Iniciación I

¡No vas a unirte a ninguna pandilla jovencita! – Le espetó su madre.

No se trata de que yo quiera mamá – Contestó Tania – Pero ya no sé que otra cosa hacer. Si no me uno a ellos, me van a moler a golpes diario…-

Pues mantente alejada de ellos entonces, saliendo de la escuela vente directamente a la casa como debe ser y asunto arreglado –

A veces le parecía a Tania que su madre no tomaba nada en serio, todas las soluciones que le daba eran tan ingenuas que la pobre chica ya no sabía que pensar. Después de unos minutos su madre adquirió un tono menos enérgico y le dijo.:

lamento que no hayamos podido irnos de éste horrible lugar antes, pero no puedo pagar la renta en otra zona menos maleada, he tenido tantos gastos desde que tu papá nos dejó…-

“Papá” pensó Tania, “Hace ya 6 meses que papá se fue…”

Tania comenzó a recordar. Dos meses antes de que su papá se fuera comenzó a comportarse extrañamente.

Comenzó a exigirle a su hija que caminara directamente de la escuela a la casa y una vez allí no saliera para nada, hasta la mañana siguiente cuando tuviera que ir a clases de nuevo.

Luego, un mes antes de su desaparición, comenzó a llevarla y traerla personalmente, lo cual causaba la mofa de algunas de sus compañeras, ya que ninguna chica de la secundaria de Tania era tan sobre protegida como comenzó a serlo ella; de hecho, Tania nunca se encontraba fuera de casa sin la compañía de alguno de sus padres.

Pero de repente, sin decir palabra, su padre desapareció.

Tania comenzó a angustiarse creyendo que algo malo le había pasado a su padre, pero escuchó a su madre contarle a su tía Julia que ella creía que su padre se había largado con alguna jovencita resbalosa a quien había conocido.

Todo lo que Tania deseaba era que su papá regresara a casa.

Se sentía tan asustada y desprotegida.

Después de un tiempo su mamá decidió mudarse a ese vecindario tan horrible con tal de ahorrar dinero y, aunque a su madre parecía no afectarle tanto vivir rodeada de maleantes, Tania supo desde el primer momento en que puso un pie en él, que ese vecindario iba a acabar con ella.

Tania hubiera deseado que su madre entendiera que no importaba si ella caminaba directo de la escuela a la casa, nunca podría correr o esconderse de la pandilla, fuera de su pequeño departamento no existía un lugar en donde la pobre Tania pudiera estar segura, porque algunos de los miembros de la pandilla vivían en su mismo edificio, pero sabía que no había forma de convencer a su madre que parecía vivir dentro de una botella de cristal.

Tania perdió las esperanzas de obtener ayuda de su madre y sin decir palabra caminó hacia su recamara, cerró la puerta con llave y se echó a llorar sobre la cama.

Tal y como Tania lo esperaba, un grupo de chicas la estaba esperando ya a la mañana siguiente, apenas a una calle de su casa camino a la escuela.

Ella ya había decidido unirse a esa estúpida pandilla sin importarle lo que su madre le dijera, después de todo, no era a su madre a quien iban a recibir a puñetazos cada vez que abriera la puerta del departamento.

“Entonces que putita…- Dijo alguna. – ¿vas a dejar tu actitud de niñita creída y unirte a nosotros, o vas a querer que te partamos la madre? –

Tatiana soltó un breve suspiro, apretó los puños y dijo: “Voy a unirme”.

Que bien- respondió Elisa, una chica de 17 años y que fungía como la líder de las chicas de la pandilla.

Ahora debes saber que hay tres formas de entrar a la pandilla, y voy a dejar que escojas una: – Y agregó solemnemente:

  1. Te caemos todas encima. Cada una de nosotras tiene derecho a patearte y golpearte durante cinco minutos.
  2. Los chicos de la pandilla se pasan todo el día usándote; sé que por lo menos hay 20 tipos que están calientes todo el tiempo y además, después de un tiempo comienzas a acostumbrarte.
  3. Puedes pasar todo el día de hoy con Romo el Pervertido.

Tania recordaba claramente la primera vez que vió a Romo el Pervertido, porque también fue el día en que sus almendrados ojos de 12 añitos de vida vieron el falo erecto de un macho por primera vez.

Aquella mañana Tania subió a la azotea del edificio a tender la ropa y de paso se sentó a tomar el sol y leer una revista de modas que había encontrado cuando de repente una sombra se posó sobre ella, cuando Tania levantó la mirada vio a un hombre alto, parado justo detrás de ella, con la cara pálida, mirándola de fijo mientras se sobaba mecánicamente su “cosa” extraída del cierre del pantalón.

OOOHH hermosa jovencita… nunca te había visto por aquí… hola chiquita… ¿quieres tocarme el pene?… ¿si quieres?… tómalo con tus manitas… y soba mi rompe coños… ¿quieres?… ahhh! –

Tania estaba consternada, pero que eso, estaba en estado de pánico.

¿No vas a sobarme el palo?… Quizá quieras lamerlo… lámelo como a una paleta de caramelo… te va a gustar… anda, lámelo…- Al tiempo que decía eso sacudía su pene más y más rápido, gimiendo mientras continuaba diciéndole obscenidades a la pobre niña.

¿Te puedo tocar tu papayita?- gemía – Te puedo clavar mi dedo, clavarte todos los dedos y meterlos y sacarlos hasta que te humedezcas… ¿si?- De pronto se acercó aún más a Tania diciendo – ¿Te has metido un dedo en tu conejito? ¿verdad que sientes rico? Pues mi dedo se sentirá aún mas rico, metiéndolo y sacándolo, y mi verga se sentirá aún mejor cuando te penetre tu conejito… ¿quieres? –

Comenzó a agitar su pene aún más rápido hasta que de proto dejó escapar un prolongado gemido:

AAAHHHHH!!… Mira estooo… – Y de improviso su glande comenzó a escupir chorros de espesa leche blanca y viscoza, disparándola sobre la carita de Tania que sin previo aviso recibía su bautizo de semen.

Oh no!… – Exclamó el sujeto, un poco arrepentido – Ya no puedes meterte mi pito, se está poniendo todo aguado… quizá después ¿si? –

Por fin el muy pervertido se retiró y Tania salió de su estupor para correr hacia los fregaderos de la azotea ten rápido como sus piernas se lo permitieron.

Comenzó a lavarse su cara con abundantes cantidades de agua cuando algunas mujeres comenzaron a juntarse a su alrededor y de entre el grupo surgió una voz que dijo: “Mira jovencita, sé que acaban de hacerte una cosa terrible, pero será mejor que no te atrevas a contarle nada a tu mami, porque si lo haces ella y tu van a ser castigadas muy severamente “Las mujeres le explicaron entonces a Tania que ese horrible sujeto, a quien llamaban Romo el pervertido, era el hermano del Rapidito, quien era nada menos que una versión torcida de “El Padrino” en persona, y que siempre cuidaba que nadie “se metiera” con su hermano.

Las malas lenguas contaban historias sobre una o dos ocasiones en las que algunos padres reportaron a Romo el Pervertido a la policía y fueron a parar al hospital, mientras que sus hijas eran raptadas y llevadas con Romo el Pervertido para que “jugara” con ellas hasta hartarse; se rumoraba inclusive que en ocasiones eran los mismos policías quienes le entregaban a las víctimas a Romo. “Sólo te recomiendo que no te metas con Romo” le dijo en aquella ocasión la mujer “verás que así estarás a salvo”.

Como si no hubiese sido suficiente con las atroces experiencias que Tania había padecido durante aquel primer y nebuloso acercamiento sexual en su vida, justo ahora, apenas tres días después de su cumpleaños número 13, se encontraba ante la dolorosa disyuntiva de elegir entre ser golpeada todo el día, dejarse violar por 20 ó 30 pandilleros calentones ó… Tania no pudo explicarse el porqué de su estúpida decisión, pero se inclinó por la ultima opción: “Creo que prefiero pasar el día con Romo el Pervertido”. Elisa le dió una palmada a Tania y les dijo a las chicas:

¿Ven? les dije que esta cerebrito sabía tomar buenas decisiones, gracias a todos esos estúpidos libros que la obligan a leer puede ver como funciona el mundo (risas de todas las chicas) – luego se volvió hacia Tania para decirle –

Cuando le contemos esto al Rapidito se encargará de que tu madre no tenga la necesidad de volver a trabajar en su vida, sin mencionar que no tendremos que volverle a pagar por las drogas por lo menos durante un mes”. –

Aquella idea reconfortó un poco a la pobre Tania, imaginando a su mamá sin tener que trabajar tan duro… sin embargo ella seguía sintiéndose tan desamparada…

Y así, las chicas de la pandilla escoltaron a Tania hasta la casa de Romo el Pervertido y vigilando cada paso que la adolescente daba. Al fin Tania se paró frente a la puerta y tocó tímidamente, después de un rato Romo entreabrió la puerta asomando la cabeza un tanto paranoico, aunque Tania pudo ver que estaba completamente desnudo, una vez que Romo inspeccionó con la mirada los alrededores y comprobó que solo estaban la bola de chicas de la pandilla y aquella suculenta y fresca jovencita de pie frente a su casa, abrió la puerta confiadamente mostrándose obscenamente y sin recato, Tania sintió un escalofrío que recorrió su espalda cuando miró a aquel sujeto delante de ella, musculoso, alto, de cabello negro y enmarañado que le llegaba hasta los hombros y con aquel pene semi erecto emergiendo de entre un nido de cabellos púbicos, como si fuera un bat color púrpura listo para usarse.

Tania notó que Romo se veía brilloso, como si estuviese cubierto de grasa o algo así. Romo recorrió a Tania con la mirada de arriba abajo mientras su mano derecha buscó instintivamente su macana y comenzó a frotarla vigorosamente.

AHHH!!… una hermosa jovencita… ¿Qué puedo hacer por esta linda cosita eh?… quieres pasar, quieres entrar para dejarme jugar con tu conejito?… vamos a ver si mi verga se siente calientita y feliz dentro de ti ¿si?… déjame pistonearte ¿si? – dijo mientras gemía.

No hace falta decir que Tania sintió verdadero pavor, giró sobre sus talones y vió a las chicas de la pandilla vigilándola desde la acera, una de las muchachas que había amenazado a Tania con partirle la cara sostenía discretamente una navaja entre los dedos. Tania tragó saliva, cerró los ojos y dijo:

Si… yo… quiero entrar y jugar contigo… – Antes de que la chica pudiera terminar de decir esas palabras Romo tiró de ella introduciéndola en su sucia y oscura casona al tiempo que cerraba la puerta principal de un azoton y poniendo el seguro detrás de ella.

Continúa la serie Iniciación II >>

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