Por primera vez abrió la boca y comenzó a gemir fuerte, ya que obviamente ese pene era mucho mas difícil de soportar sin chillar que cuando la había penetrado mi yerno.
Después de un rato mas baile y cervezas y mas jugueteo llego un punto en que ni ella ni yo nos conteníamos y después de besarnos le propuse que si nos íbamos y pasábamos a mi casa
Hace algún tiempo, mi novio y yo estábamos muy presionados en la universidad, él estaba terminando la carrera y yo estudiando y trabajando, por la tanto casi no teníamos tiempo de vernos, como ambos asistimos a la misma universidad, solo nos veíamos en los recesos.
Durante mucho tiempo me dedique al judo y al football americano, realmente no tenia tan mala figura, pero era en extremo tímido, unos cambios de fortuna obligo a mi familia a cambiar el giro comercial y como intento desesperado abrimos un pequeño gimnasio donde mi madre hermanas y yo trabajábamos
Yo era un joven universitario que para pagarse los estudios tenía que trabajar los fines de semana, pero por fin había llegado el verano y con ello las vacaciones, unas vacaciones relativas ya que tenía que estudiar para las asignaturas que me habían quedado y a la vez trabajar sirviendo copas.
Entraba y salía de su vagina ese enorme objeto, perecía mentira que entrase cosa tan grande en su interior. Comencé a acariciarme de pura excitación por lo que estaba viendo.
Estos machos estaban mejor que nunca, había de todo, músculos, jóvenes, rasados, peludos, vergas hermosas, cabezonas y venosas, vergas chicas encogidas y dulces, mulatos, blancos, latinos e incluso un chico indio del norte de América.
Nada mas natural que en tu propia casa. Mi madre se ocupó de todo. Mi madre, mi mejor amante; y es que madre, no hay mas que una.
La sensación de penetrar lentamente su húmeda vagina aun palpitante del orgasmo que acababa de tener fue maravillosa.
Ella se para del sofá y se dirige a la recamara, yo siento un alivio, se dió por vencida, rápidamente tomo con mi mano mi verga para iniciar una paja, de pronto aparece atras de mi.
Tuve la mejor experiencia sexual al amar a una mujer madura de lo mas buena, una excelente amante y mujer a la vez.
Mi nombre es Claudia, tengo 34 años y les voy a contar como fue que me hice adicta al pene de mi suegro y le he sido infiel a mi esposo desde entonces.
Me metió la mano bajo mi braga y comenzó a tocar mi sexo que, al instante, se preparó para una penetración segregando su flujo natural en abundancia.
Me abrió la puerta la madre de socio y amigo, es una mujer, viuda desde hace casi 10 años, de unos 50 años aunque no lo se seguro que se conserva muy bien.
Culeo a mi prima hermana después de algunos años en casa de mis abuelos cuando no quedamos solos.
Me gustaba la ropa interior femenina pero me termino gustando también la verga, este fue mi inicio gay por accidente.
Mi vecinita mira como me masturbo, mientras yo le doy una lección práctica.
Desde muy pequeña su pasión ha sido mamar vergas y después de casada lo sigue siendo.
Hace un par de años, en una convención, conocí a una azafata que trabajaba en un stand de una compañía que participaba en el evento.
Alicia, sin soltar su pene, le susurró algo al oído y el reaccionó poco a poco y comenzó a acariciarla mientras tenían sus mejillas juntas. Yo no paraba de mirarles pero ellos a mi me ignoraban. Poco apoco comenzaron a animarse mas hasta el punto en el que Alicia acercó sus labios a los de Alberto y ya acariciándose sin ningún reparo comenzaron a besarse apasionadamente.