Una chica se dirige a su hermano con una petición muy concreta: que sea él el que acabe con su virginidad.
Un desayuno muy bien aprovechado.
La mujer tomo una especie de crema o lubricante, me abrió las nalgas y me la untó en mi culo. Luego le pasaron un vibrador y me lo introdujo suavemente por mi puerta trasera. Jamás me habían penetrado con un vibrador por ninguna parte.
Se encontraba sola y decidió alquilar unas películas porno, muy perversas. Se excitó muchísimo pensando en su caballito y sin dudarlo se dirigió al cobertizo con las más libidinosas intenciones.
La hermana de nuestro protagonista goza de él y de su novio y los tiene entrenados como perfectos sumisos que sólo disfrutan a sus órdenes.
Una de las veces que miré para el sofá, vi cómo mi prima Pepi, tenía las piernas abiertas y dejaba ver sus muslos y sus bragas, sentí un leve cosquilleo en mis piernas y los pezones se pusieron duros.
Se tumbaron las dos a ambos lados de la cama, conmigo en medio y comenzamos a darnos tiernos besos de enamoradas.
Una paliza por defenderla le otorga a su hermano el pleno poder sobre ella.
Me había quitado la falda frente al amigo de mi novio, afortunadamente el carro tenía los vidrios polarizados en color espejo, así que nadie podía vernos desde fuera.
Nuestro protagonista anima a un amigo a explorar su sexualidad, sin temores y cuenta sus experiencias sin pudor.