Me levante temprano esa mañana. Cuando me incorpore me sentí húmeda. Pase mi mano entre las sabanas enredadas y toque mi bombacha. Estaba mojada. Me saque lentamente la bombacha y me toque la vagina. Ni bien llegué a mi clítoris recordé lo que había soñado. Recordé que te chupaba la pija una y otra ves mientras vos me acariciabas todo el cuerpo.
La imagen que veía en su ropero era yo parado dándole la espalda, la tía de mi novia agachada, con una mano agarrándome la pichula y con la otra me estaba penetrando el orto. Ya no aguantaba mas, me estaba apunto de correr, ella lo noto, me dio vuelta, empezó a chupármelo muy fuertemente, sus manos nuevamente se agarraron de mi culo.
El pantalón que llevaba me quedaba un poco ajustado, por lo que mi paquete resaltaba bastante y evidentemente que él doctorcito se percata, y por un instante me pareció que se quedo en el aire, porque su ayudante le despertó diciendo, doctor va a comenzar.
Un día conté un sueño a alguien. Al menos en mis fantasías
Para ese entonces yo contaba con doce años, no era inexperto en las arte amatorias por ciertas experiencias que luego les cuento, pero me encontraba en una edad en la que la presión de evacuar mi necesidad sexual se siente en el abdomen, como un cosquilleo y desesperación tremenda.
Yo me acerqué, abrí las nalgas de mi criada de par en par, para ayudarlo a mi esposo. Dejé caer saliva, en aquel ano deseoso.
Como la persona que yo menos me esperaba despertó mis instintos.
El esposo recibe un video donde su mujer empieza a ser violada y acaba entregada a su violador.
Llegamos el viernes e instalamos el campamento, desde el viaje, como todos viajamos juntos en una camioneta estuvimos recargados unos sobre otros y siento que desde ahí con el tequila, sabiendo que cada no tomaría a partir de ese momento un camino diferente en fin todo ese momento que encerraba algo especial nos atrevimos a cachondearnos, ya que nos abrazamos, tocábamos sin una supuesta intención (¡aja!), etc.