Los movimientos de va y viene aumentaron de intensidad, nuestras manos se encontraron en mi vagina, acariciando el hinchado y enrojecido clítoris, hasta que explotamos en un orgasmo simultaneo, que es de los pocos que he tenido hasta hoy, siendo penetrada por el culo, que quedo tan abierto que al sentarme en la cama todo el semen que estaba adentro de mi quedo en la funda de la almohada, lo que a ambos produjo una buena carcajada!!!!
Me había calentado muchas veces con esa conchita cubierta por todo ese vello que la naturaleza le dio. Había soñado con esas tetas que sin ser demasiado grandes, como me gustan a mí, eran tan perfectas, tan bien diseñadas y con unos pezones rozados que me provocaban erección de solo pensar en ellos. Y ahora la tenía a mi alcance. Parecía un sueño pero era la realidad.
No me lo creía pero aquellos movimientos rápidos del animal me estaban haciendo gozar, que sensación, nunca las había experimentado, me estaban haciendo perder el control de mi misma, dejándome llevar por aquel macho que me llenaba plenamente todo mi ser.
El solo ver el sujetador de mamá hizo que mi verga se endureciera aún más y estuve a punto de vaciar mis pelotas − Oh, Dios mío … te puedo hacer eso – dijo mamá acercándose a la cama, tire la sabana para el lado y ella aferró mi pene − ¿está bien así? – pregunto ella moviendo su mano arriba y abajo suavemente – sí, mamá … está bien – le dije poniendo mi mano sobre la suya y animándola a seguir, pero ella repentinamente me soltó la verga, su cara reflejaba confusión y de seguro la situación la conflictuaba con si misma − ¡no! … no es justo … no puedo hacerlo … eres mi hijo – dijo ella tratando de alejar su mano de mi pene, yo se la aferré con fuerza y me corrí salpicando de semen mi mano y la suya, cuando mamá vio mi lechita saliendo a borbotones de la punta de mi polla, mantuvo su mano que se cubría con el líquido seminal y me acompañó los últimos movimientos
Cada vez que yo empujaba esa polla enorme dentro de su chuchita, ella se detenía y lanzaba chillidos como relinchos, se vino una y otra vez, tuve que sujetar sus piernas para no hacerla caer de la cama, me chupó hasta la ultima gota de semen y estrujaba mi pene haciendo salir aún más, su cuerpo se estremecía sin cesar y sus relinchos y gemidos eran interminables, delicadamente le saqué la inmensa polla de su chochito, ella restaba inerte y respiraba con la boca abierta, hasta un poco de espumita se había formado en la comisura de sus labios, como una equina reventada por el esfuerzo ...
Este es un relato sobre la primera vez en que un hombre ve a su mujer en la propia sala de su casa, siendo gozada por otro hombre y las cosas que después le comenta sobre la persona a la que él mas ama y como podrán ser sus vidas después de haberlo visto todo.
El sábado de la semana anterior, me había dado por el culo un hombre maduro; rondaría los 50 años o quizás algo menos; en los aseos públicos de la calle Fernández Latorre, después de aprovecharse que el hijo de puta del maricón que me estaba sodomizando, me había dejado tirado. Me había dejado con los pantalones y slip sobre los tobillos, la camiseta sobre el suelo, el culo abierto y preñado de semen, la polla tiesa a más no poder, y la puerta del aseo abierta.
Grigio me tenía ensartada con su lanza de carne y me volvía loca, me tenía caliente, me hacía sentir putita lujuriosa, me había convertido en su perra salvaje, mi chocho le pertenecía totalmente, nada al mundo me podía desistir de ser poseída una y otra vez por mí dueño, por mí macho, Grigio lengüeteaba mis cabellos y mis brazos, me daba amor, me tironeaba para meterme su pene más adentro, me hacía gozar a cada instante, mi cuerpo le respondía con espasmos y convulsiones, mi chocho se contraía en torno a su verga esplendorosa y caliente, mi chocho húmedo y estrecho le pertenecía ...