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Mi mochila y el cine triple XXX

Era una vergota realmente espectacular.

No se cuanto media, pero debía tener por lo menos unos 26 cms., además era ancha y las venas azules resaltaban por todo el grosor.

Era una cosota tan grande que hacia que mi culo temblara de solo pensar que podía estar cerca de ella.

Menos mal que se trataba sólo de una película.

Estaba alli parado en aquel cine viejo que hacia algun tiempo habia sido el centro social de muchos capitalinos, pero que desde hacía un lustro era el centro de encuentro de todos los deseos sexuales de los hombres gay -declarados o no- de toda la ciudad.

Yo había escuchado sobre este cine triple X pero por la decencia y el temor nunca había entrado a pesar que me quedaba a menos de 5 cuadras de mi trabajo.

Pero allí estaba aquella tarde lluviosa. Con mi mochila al hombro había entrado a la oscuridad imperante en la sala.

Al fondo una pantalla de TV gigante pasaba la película que se titulaba algo así como “Sexo en familia” y que en aquel momento mostraba una escena donde el hombre estaba acostado mientras una mujer le devoraba aquella monstruosidad de pene.

Me sentía como un ciego pues no podía distinguir absolutamente nada frente a mi.

Por un ligero movimiento supe que había alguien a la par mia, asi que me hice al otro lado del pasillo pero tambien tope con alguien alli, asi que decidi dar un par de pasos en la oscuridad.

Me quedé allí parado tratando de distinguir algo cuando sentí que alguien me tocaba mi bulto. Mi primera reacción fue retirarme, pero en cuestión de segundos pensé que de todas maneras a eso había entrado.

Además, aquel movimiento circular estaba produciendo el efecto deseado ya que mi verga comenzaba a endurarse.

Sin poder ver quien me estaba tocando senti como se colocaba detras de mi topando su erecta verga a mis nalgas sin dejar de frotarme la mía.

Contrario a lo que había pensado antes de entrar senti que la persona que estaba dandome aquel masaje debia ser alguien limpio, pues su olor era a Givenchy, y cuando le tome su mano para guiarlo en el masaje era una mano suave con uno que otro vello en su brazo.

“Nos vamos a sentar?”- me pregunto una voz suave y melodiosa.

“No veo casi nada”- le conteste con honestidad.

“Yo te guio”- me contesto -“Vamos hasta adelante”.

Vi la silueta que paso a la par mía y mantuve la distancia a nos más de un paso para no perderle de vista.

Llegamos hasta una de las primeras filas y sentó en el fondo. Una pareja estaba sentada en la fila de adelante, pero se besaban con tanta pasión que ni sintieron nuestra presencia.

Puse mi mochila en la butaca de al lado mientras el tipo de la película se disponía a cogerse a la chica. Eso sí le iba a doler!

“Primera vez que vienes?”

“Como lo sabes?”- le pregunte un poco sorprendido.

“Porque yo vengo seguido, y nunca te habia visto”- me contesto poniendo su mano sobre mi pierna.

“Si, es la primera vez, y para serte sincero estoy un poco nervioso”- le dije.

“Nervioso?”- se quedo en silencio unos cuantos segundos -“Tu primera vez?”

“No, no… la primera vez que entro… pero no es la primera vez”- le conteste pensando que ya estaba llegando a los 30 y que muchas, muchas veces había estado con hombres y mujeres desde aquella primera vez que se alejaba mas y mas.

“Y entonces?”- me pregunto con curiosidad mientras su mano se acercaba lentamente a mi bulto.

“Bueno, es que dicen tanto de este lugar”- le contesté volviendo a ver hacia el pasillo para asegurarme que no había nadie. Mis ojos comenzaban a distinguir en la lejanía.

“De los relajos que se arman aquí, verdad?”

“Así dicen”

“Y se arman, no todos los días, pero se arman”- me dijo mientras yo sentía como mi verga se paraba una vez mas ante el masaje de aquella persona.

“Y tu, participas?”- le pregunté tragando un poco de saliva.

“No, a mi no me gusta. Hay otras locas, como esta – dijo indicándome a los que estaban delante de nosotros -que si se van para aquel hueco -me indico un lugar casi detrás de la pantalla donde una cortina daba hacia alguna vieja salida de emergencia con un amplio pasillo -y hacen lo que quieren. Yo prefiero conocer primero a mi hombre, y después vemos…”

“Y que te gusta conocer de tu hombre?”- le pregunté.

“Además de esto?”- me pregunto notando un dejo de malicia en su tono mientras me abría la cremallera de mi pantalón y me sacaba mi semi erecta verga.

“Si, ademas de esto”- le conteste mientras el me desabotonaba mi camisa. Senti su mano rozando mis vellos buscando mis tetillas.

“Peludito…que rico…”- comento tratando de encontrar mi ombligo. Lo deje que me abriera la camisa y me abriera el pantalon para que no hubiera nada que le interrumpiera aquel masaje.

“Que suavidad”- comente mientras notaba que se trataba de un muchacho de no más de 22, moreno, con bigote no muy espeso y una ligera barba.

“Me llamo Roberto”- me dijo mientras me comenzaba a besar mis tetillas. Le dije mi nombre y sentí aquella boca húmeda, hambrienta sobre mi pecho. La pareja de adelante se levantó, nos volvió a ver y caminaron tranquilamente hasta el lugar que Roberto me había indicado antes. Iban a lo suyo.

Roberto fue bajando hasta que se detuvo en mi ombligo hundido y luego toco la punta de mi verga.

“Ya estas mojado”- me dijo mientras sentía que la verga me palpita nerviosamente tratando de bombear mas liquido seminal. “Te gusta?”- me preguntó después de darme un par de mamadas.

“Lo haces rico”- le contesté sintiendo su respiración sobre mi glande. Se deslizó en su butaca y se dejó caer de rodillas frente a mi.

Volví a ver hacia los lados y las personas que estaban allí estaban lejos y las que estaban cerca no se inmutaban. Disfrutaban de la película. El tipo de la verga descomunal estaba sacando alaridos de la mujer mientras se la cogia.

Roberto me bajo el calzoncillo mientras yo sentia que mis nalgas tocaban el cuero de la butaca. El me mamo la verga parandome magistralmente la eyaculación en un par de veces, luego bajo por los huevos chupandolos con delicadeza y tragandoselos en su boca lasciva.

Volvió a su lugar y me miro.

“Me gustas mucho… te gustaria besarme?”- su timidez era un contraste exagerado con la osadía de mamarme en un lugar publico. No le conteste y esta vez yo me incorporé un poco para alcanzarle la boca que hacía solo unos segundos había estado engullendo mi verga y mis huevos. Sentí el fuego de la pasión en sus labios carnosos y en su lengua juguetona. Lo abrace y aun con la dificultad de estar en dos butacas separadas le abrí su camisa. El también era velludo y con un pectoral hermoso, no de un fisicoculturista, pero firme, sabroso. Me deje llevar por mis instintos y le bese las tetillas parandoselas al instante. Mis manos jugaban con su espalda y su abdomen mientras el se contoneaba a mi ritmo.

“Estas tan suave”- le dije mientras me agachaba para abrirle el pantalón. Saque una verga preciosa, de unos 18 cms, como la mia, con una cabezota joven, ardiente y bien proporcionada.

Le bese el glande mientras con mis manos seguía jugando con su pecho y su espalda. Levante la vista para asegurarme que nadie estaba fijándose en nosotros.

Seguramente era la oportunidad de avanzar, así que me deslice como el lo había hecho y me puse a sus pies, literalmente. Lentamente me fui tragando aquel pedazo de carne que temblaba nerviosamente mientras mi saliva lo lubricaba.

Luego baje hasta los testículo que seguían aprisionados por la tanga.

Le ayude a Roberto a bajársela mientras se levantaba un par de centímetros de su asiento.

Sus huevos, a pesar de estar contraídos por la erección, cayeron pesadamente sobre mi mano haciendo que mi propia verga se parara aun mas allá abajo cerca del piso. Los lamí mientras el se revolvía en su asiento.

“Lámeme el culito”- me dijo dándose media vuelta. Yo me moví lo más que pude sin parecer obvio hacia un lado del asiento. A pesar que solo podía ver a través de la luz que se refleja de la pantalla, note que aquel culo estaba en la flor de su juventud, peludo, parado, duro, casi sin poder abrirse. Le bese las nalgas mordisqueándoselas antes de poner la punta de mi lengua en el esfínter que poco a poco fue cediendo. “Asi, asi…asi… que rico…que rico”

Yo quería cogerme allí mismo a Roberto, pero mi instinto de precaución me decia que no era lo adecuado, asi que continue por un par de minutos cogiendomelo con la lengua solamente.

“Me voy a venir”- me dijo mientras se agarraba su verga.

“Venite papacito”- le dije mientras yo me masturbaba. Al instante vi como un chorro de semen caía al suelo mientras yo me topaba mi pecho a su espalda dejando caer mi propio semen a unos centímetros de donde habían caído los suyos.

Nos subimos los pantalones mientras yo sentía que todo el cine nos había visto. Roberto sacó un par de Kleenex y me los dio para que me limpiara el semen que había quedado en mi verga. El hizo lo mismo.

“Pase el examen?”- le pregunte acercándome a el luego de un par de minutos.

“Tienes papel para anotar mi numero de telefono?”- me pregunto tomándome de la mano con delicadeza.

Sin saberlo, aquella tarde había conocido a uno de mis mejores amantes. Juntos pasaríamos casi 24 meses entre fantasías, aventuras y juegos. Un dia les contare algunos de estos.

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