Más que desconsolada volví a ducharme maldiciendo la estupidez de haber aceptado todo esto. Dude mucho para decidir si debía vestirme considerando que estos tipos en verdad estaban apurados por terminar lo antes posible y regresar al lado de sus ingenuas esposas.
Con todo este parlamento me apasioné aún más y tras colocar la punta en su coño, comencé a metérsela poco a poco, ella la sentía entrar, y me apretaba con sus manos tirando de mi culo hacia ella, obligándome a dejar de actuar con suavidad para metérsela de un solo golpe hasta que mis cojones chocaron con su culo.
Me fue llevando por la mano hasta donde había un barco pequeño que estaba en reparación, allí me agarró el cinturón y fue desabrochando hasta que consiguió desabrocharlo todo, para empezar a desabotonarme el pantalón, e irlo bajándolo junto al slip.
Hasta que a los quince dia la invite a quedarse a comer y ella aceptó, comimos y nos sentamos a tomar un trago, cuando ya estaba caliente le pedi si queria un masaje en sus pies, ella se rió y me dijo que le daba pena pues era mi empleada, pero insistí y se dejó.
Y vaya si lo conseguía: Elena se retorcía de placer, emitía gemidos entrecortados con su respiración dificultosa por culpa de la excitación (habría que decir gracias a); y para facilitar la labor de su hermana, bamboleaba su culo arriba y abajo, retardando el momento de encontrar esa lengua que la estaba volviendo loca.
Era un sábado por la noche y no teníamos planes para salir, yo había escuchado que había llegado un circo a la ciudad, y le propuse ir, ella accedió complaciente, cuando pasé a recogerla ella salió con un vestido blanco muy ajustado, al verla bien pude notar como se le marcaba el tanga que traía, era negro por eso se notaba y se me paró de solo verla.
El aire acondicionado se había roto y tuvimos que abrir la puerta-ventana que daba al balcón para que entrara un poco de aire, el calor era intenso y afuera había mucho ruido (estábamos en el cuarto piso), había otros edificios con balcones con gente bebiendo y charlando pero el cansancio pudo más y nos dormimos pese al ruido.
Ella sacó los pies de entre la ropa y se sacó las bragas, también rojas como la sangre, levantando sus esbeltas piernas adolescentes donde todavía estaban presentes las calcetas blancas, dejándolo ver su vulva apenas cubierta por una tenue vellosidad de color marrón.
El muchacho no debía de dar crédito a lo que estaba sucediendo y comenzó a responder con la misma pasión. Eva le desabrochaba la camisa y cuando la tuvo desabrochada arañó ficticiamente su pecho y le mordió en el cuello, luego, lo empujó tirándolo sobre el sofá.
Paula cogió con su mano el pene postizo de la mujer que tenía detrás. Sentía en su vientre, entre sus muslos, medio caído,, el semiflácido miembro de goma de la mujer de delante, y ahora las mujeres, como si siguieran un plan cuidadosamente ensayado, se ponían en cuclillas y le lamían el vientre y los lumbares y luego, las ingles y la parte baja de las nalgas. Mi hermana aparecía como la cúspide de una pirámide.