La marca del bikini en contraste con el intenso bronceado del resto del cuerpo junto a las gotas de agua que le corrían por el canalillo ejercieron de imán de forma que no pude apartar la vista de sus senos.
Sentí un calorcito delicioso, ella se veía que también era oficinista pues llevaba un elegante vestido de esos de tela muy delgada lo cual permitía que sintiera el calor de su cuerpo.
La historia que voy a contar sucedió un Sábado por la noche que decidimos salir a dar una vuelta, pero no nos apetecía ir a la ciudad y nos acercamos a una discoteca cercana donde suelen tener música de baile de salón y aunque no sabemos bailar, nos entretenemos mucho viendo a la gente bailar mientras tomamos unas copas...
También las imbuimos la necesidad de hacer duras sesiones de gimnasia todas las mañanas después de vaciar nuestra orina en su boca y hacernos bañar por ellas, puesto que era necesario tenerlas en buenas condiciones físicas para afrontar el uso que se les avecinaba.
Terminaba de salir de mi trabajo... eran las tres de la mañana, como de costumbre, fui a dar un paseo antes de acostarme a dormir, no imaginaba la experiencia que viviría aquella noche...
Al rato de estar hablando Miguel dirigiéndose a mí, me pidió que con ayuda de María, podríamos poner el biombo que había en el salón comedor el cual separababa la habitación en dos partes, como digo podríamos subirlo a la habitación donde teníamos que dormir ya que no deseaba que Roberto tuviera que ver como yo tenía que ayudarle en todo; desnudarlo, ponerle el pijama, meterlo en la cama y por la mañana a la inversa.
Empezamos a chupárnosla en serio. Yo le repetí lo de que no se corriese en la boca. El asintió con un "Vale". Yo podía con media polla de la suya, él, a pesar de mis 21 cms. se la tragaba entera. De pronto, empezó a farfullar, "Córrete, córrete". Jo ! No me faltaban ganas. El retiró su rabo de mi boca y empezó a lapar como un loco. Yo quise retirar el mío, pero no me dejó.
Unos compañeros de su mujer iban a ir a su casa para terminar un trabajo. Allí ella se pasea desnuda sin ningún complejo, y su marido delante imaginandose de todo...
En este momento me sentí injusta e intenté comerle ese coñito rubio tan excitante; pero ella no pudo esperar, antes de que mi lengua pudiera llegar a su vulva la inundó su propio orgasmo, entonces me cogió con sus manos por mi cabeza y me llevó a sus labios.
Todo empezó hace unos diez o doce años cuando una noche de amor con mi esposa le dije que me encantaría hacerle el amor a Elisa, su propia madre, viuda desde hacía muchos años.