Me imagine porque se escapaba al agua. Que gran verga tendría, que deliciosa erección. Me gustaba jugar así con el. Ponerlo fuera de si. Excitarlo para ver su reacción. Así lo hacia con mis compañeritos de curso.
Se despidieron, el siguió viaje a la casa de sus padres, esa misma noche chatearon, el no dudo de pedir encontrarse el lunes, extrañaba ese falo potente, que no aflojaba y que reencarno las ganas sentidas en su juventud, del dialogo surgió el convencimiento de pasar la noche del domingo juntos..
Cuando me hizo realizar el ejercicio de pataleo boca arriba casi me hundo y en la desesperación moví las manos yendo una de ellas a sujetarse de su pantaloncito justo en la entrepierna, la que no se por qué motivo comenzó a abultarse rápidamente.
Instalada en el departamento frente al mar sus días transcurrían entre la playa, donde aprovechaba para broncear su bien proporcionado cuerpo pese a los casi 50 años que tenía (le hubiera gustado hacer "topless" como cuando viaja al exterior pero ya se sabe que en el país ello no está permitido en cualquier playa) y las salidas por el centro de la ciudad donde generalmente cenaba antes de ir al cine o a otro tipo de espectáculo.
Una de ellas, rubia de unos diecisiete como yo, rompió entonces el silencio diciendo que no les interesaba saber mi razones de haberme atrevido a llegar a nado hasta el área de ellas y todavía haciéndolo totalmente en bolas, que eso era cosa mía pero que ahora debía seguir sus órdenes y entretenerlas por algún tiempo.
Se dejó caer los pantalones y bóxer a los tobillos, poniéndose a menear la polla, sin dejar de mirarme. Se fue arrimando a mí, hasta que sin decir nada, agarró mi polla con su mano, invitándome a que yo agarrara la suya.
Me senté en un borde, llegándome el agua hasta la cintura, mi novia en medio y Sandra en el otro lado. Lo de que se trataba realmente era de lavarnos mutuamente la cabeza; así mi novia enjabonó mi pelo y empezó a restregar.
Yo mientras tanto seguí con mi tarea, que la verdad no me disgustaba. Le daba vueltas con mi lengua alrededor del glande, me detenía en la corona, en el frenillo y trataba de introducírmela toda en mi boca lo que no era posible debido a sus dimensiones. Le acaricié los testículos con mi mano y él empezó a estremecerse.
El solo veía mis senos porque el dejar que imaginara el resto por mis movimientos lo mantendría ahí, frente a la ventana, por más tiempo, deseando que un día le mostrara el resto. Lo más valioso de esa locura era nuestro silencio. Ni durante el acto ni cuando nos cruzábamos en el pasillo del edificio había una palabra entre nosotros.
En un momento dado apoyó su cabeza sobre mi concha y me prodigó varias lamidas sobre el clítoris hasta que, finalmente, me penetró con su lengua y allí exploté sin contenerme y tuve mi primer orgasmo. Nunca había sentido nada igual. Mi marido me miraba sin entender nada.
Realmente no se cómo sucedió, quizá por la discusión con mi marido o tal vez, por verme sola acompañada por los dos jóvenes que sabía que me deseaban, es que me fui calentando pensando en la situación en que me encontraba. Estaba solamente cubierta por la toalla de baño y sentada frente a ello que, mientras tomaban su café, no dejaban de mirarme las piernas que, voluntaria o involuntariamente, iba abriendo cada vez más dejando ver mejor mis muslos.
Mi marido se disgusta mucho con ello y solemos tener duras discusiones mientras volvemos con el auto a casa. Yo lo hago sin ninguna mala intención y me divierte zafarme un poco. Generalmente me pongo a hablar de temas sexuales, cosa que habitualmente no hago y los tipos se empiezan a calentar y eso no me disgusta.
Era una portezuela muy chica que no llegaba hasta el suelo, por lo que había que pasar agachándose y de lado además, y en el momento en que ya tenía una de mis piernas al otro lado del dintel y comenzaba a cruzar con la parte superior de mi cuerpo hacia el otro lado, sentí su mano, y me quedé ahí, quietecita y sin moverme, en esa incómoda posición, mostrándole mi pierna izquierda estirada en toda su extensión hacia atrás obligando a la falda del vestido
Mientras yo le daba a la lengua, mi marido se recuperaba y empezó a moverse como para penetrarla por el culo. Obviamente, con solo ver sus glúteos parados y carnosos daba ganas de ponérsela. La ubicamos en posición y la lubricamos un poquito.
No di detalles ni mencioné mi preferencia. Tardes después me volvió a pedir el baño.... acepté y mientras él orinaba otra vez con potente chorro, yo me desnudé inmediatamente para colocarme un pantaloncillo corto, pero intencionalmente no lo subí hasta que él salió del baño, entonces claramente vio mi verga a media erección y parte de mis nalgas.
Al verme salir de entre los vehículos, y venir de aquella zona apartada y oscura, supuso que andaba buscando algo, o de hacer algo; y había supuesto bien. Nos miramos a los ojos, él se quedó parado viendo lo que hacía. Yo reaccioné volviendo atrás, y volver a donde había estado meando. Volví a desabrocharme el pantalón y cinturón, y ponerme a hacer que estaba meando, y de reojo, mirando si aquel hombre venía hasta allí. Lo vi acercarse
Sentía tu verga dura en mi estomago. Quería devolverte algo del placer que me estabas dando y te abrí dos botones de la camisa para besar tu pecho. Entonces tu me bajaste la parte de arriba de mi blusa y mis tetas se pegaron a tu pecho desnudo.
Me voy a entregar toda, es para ti, haré lo posible por disfrutar lo mas que pueda! Para eso mi mujer ya tenia el hinchado y gordo pené de Frank en sus manos y se preparaba para darle una fabulosa besuqueada enfrente de mis ojos.
Normalmente después de clase nos íbamos a la granja del instituto, pero ese día llovía a cantaros y decidieron de ir corriendo a casa de Eva en vez de esperar a que parase la lluvia, llegaron empapadas y decidieron de quitarse la ropa y ponerse ya cómodas ya que no pensaban salir en toda la tarde, al rato estaban las tres vestidas solo con una camiseta de dormir y unas braguitas
Cuando vio que me lo iba a trincar volvió su cara a un lado en un signo evidente de rechazo y asco. Pero yo me senté encima de él. Me introduje su pene en mi vagina. Lo estaba violentando. Me movía hacia delante y hacia atrás y él hacia fuerza para soltarse pero estaba bien atado. Se le oía también gemir pero era por que intentaba decir algo.
Las uñas siempre las lleva larguísimas y de color rojo fuerte en sus delicadas y pequeñas manos a juego con sus carnosos labios y las de sus pies; y las joyas, que joyas todas de oro, haciendo un contraste increíble con su moreno, regalo de mi obeso padre para paliar sus largas ausencias debido a sus negocios de empresa y también a la falta de virilidad a la hora de montar a mi madre creo yo.
Volví a su espalda y comencé a quitarle el sujetador, tras liberar sus pechos, se los comencé a devorar, sus pezones, sus pechos, los metía en mi boca, lo más que podía y se los sorbía con fuerza, esto hizo que comenzará a reaccionar de nuevo.
El pasaba siempre en su auto enorme, saludando parcamente, mi marido se iba al trabajo muy temprano a las seis de la mañana volviendo a las siete de la tarde de lunes a viernes, mis fantasías fogueadas con mis visitas a la pornografía, cada día me llevaban más cerca de caer en el pecado, en el sexo caliente que en mis venas sentía fluir.
Jabibi, se retorcía de gusto y desesperaba por no poder emitir sonidos que nos pudieran delatar. No aguantó más y me levantó por las axilas, dándome la vuelta y colocar mis manos sobre la pared. Me sujetó por las caderas, haciendo que me inclinara un poco, y sacara un poco el culo para dejárselo a su alcance.
Le sujetaba la cintura con firmeza, y su poya entraba y salía de aquel minúsculo agujerito. El no podía verlo, pero mi hermana apretaba los labios con fuerza, igual que los ojos. Estaba claro que aquella cosa tan grande en un agujerito tan minúsculo tenia que dolerle. Pero era una chica codiciosa. Quería su coche. Seguía bombeándole dentro, y tardó bastante, lo que era lógico a pesar de su excitación, por que se había corrido ya dos veces.
Luego de sacar la tapa de adelante volví a pasar al otro lado con el pretexto de revisar los enchufes, advirtiéndole que no soltara el cable ya que iba a revisar las conexiones, esta vez al pasar hice una mayor presión en su trasero, sintiendo en mi pico la partidura de sus nalgas, deduciendo que si venía saliendo de la ducha y estaba sin sostén también estaría sin calzones.
Mi madre apretaba la poya con suavidad, y mantenía un ritmo constante y agradable. En sus tiempos debía haber sido una pajillera experta, y me estaba haciendo la mejor paja de mi vida. Era un cosquilleo que me subía hasta las tripas, con un placer que yo ni había soñado. Todo el cuerpo me hormigueaba, y tenia convulsiones de puro placer. Placer en estado puro.
Ya llego, tendré que levantarme para ducharme y ayudarla... que rica agua, solo de recordar lo que hicieron ellos bajo el agua, me orinare nuevamente... que sensación tan rica, lastima que no me la metieron anoche.... me hubiera gustado tanto... ojala y ya pronto suceda, solo quedan dos semanas para entrar nuevamente al internado y no se si las próximas vacaciones venga nuevamente con mi tía o iré al Pueblo...
Al meterla nos dolió a los dos. Poco a poco fuimos moviéndonos más rápido, primero yo y luego ella, que apoyo sus brazos en la pared. Me encantaba como se movía girando su cuerpo. Y no tardé en correrme.