Últimos relatos eróticos:

Una mansión que acoge infinidad de orgías XI

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A la pelirroja le tocó hacer el papel de esclava, de sumisa servicial. Sus compañeras se ensañan con ella. Le escupen en la boca unos considerables gargajos verdosos, le mean en la cara, le mandan que les lama sus respectivos traseros con sus rajas sucias. Caminan descalzas por la habitación y...

De vacaciones por el sur me tiré a una del norte

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La verdad es que en aquel camping me sentía como Huckleberry Finn en su cabaña del árbol. De noche parecíamos una caravana de un western haciendo una parada, dirección a California. En fin, que Camile y yo recorrimos casi todos los locales de la villa. De madrugada todas las músicas son buenas.

Una mansión que acoge infinidad de orgías X

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Cuando el cura ya tiene la polla bien alojada y acomodada en las entrañas de Rafael, le pide a Ana que se suba al “andamio”. Ana se inserta el falo de su padre de una sola clavada y comienzan a follar los tres a buen ritmo. Martirio se acerca y le pega buenos lametazos al conejo de su hija.

La profesora

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Ya en el baño, se quitó las bragas que estaban chorreando y se pasó un dedo por su rajita. Estaba húmeda, muy húmeda.

La quedada I

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Muchas gracias por acercarme, igual te he jodido la noche. No mujer, no, ya uno no tiene edad para que nadie le joda la noche, te lo hubiese dicho. ¿tu, qué tal lo has pasado? Bien, pero ya me aburría, había más anzuelos que en una piscifactoría y no tenía ganas de líos, al menos ahí no.  

El padre Ángel XXI – Final

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Yo por mi parte, lamí el coño de Constanza hasta arrancarle un primer orgasmo. Mientras ella se movía espasmódica sobre el sofá, me colé entre sus piernas y apunté mi polla a su coñito entrando muy lentamente. Entraba y salía muy lento de ese coñito, buscando el mutuo placer.

El hilo dental X

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De frente al voyeur acaricié tus pechos apretando tus pezones, mientras te mantenía sobre mi polla, pero sin penetrarte. Gemías casi desesperada pero no querías dar la orden. Tus pezones cada vez estaban más excitados y el placer de mi caricia cada vez era mayor.  

Motel III

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Después de mucho tiempo prostituyéndose, decide acostarse por placer con una joven que vive en el mismo motel que él (Tercera parte de "Banned Pleasure Palace").

La fascista, el liberal y el democristiano

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La fascista estaba sentada en un trono, descalza. El liberal y el democristiano estaban de rodillas ante sus pies y se los iban lamiendo, desde la planta hasta los tobillos, sin olvidarse de sus diez deditos. El liberal prefirió quedarse con el pie izquierdo, por aquello de que son el ala izquierda.

Carla y su peculiar zumo de cebada

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A Carla se le ocurre un plan para vengarse de esos guiris asalvajados. Coge una jarra vacía y entra en los baños de mujeres. Descarga su vejiga en la jarra. Un tercio de su capacidad queda llena de orina. Sale del servicio y le dice a la camarera, que es una buena amiga...

Carla y su peculiar café cargado

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En el espacio de tiempo en el que Carla se quedó sola en la mesa, quedó pensativa, se le había caído el cielo encima. Entonces ideó un plan de venganza. Estaba acatarrada, tenía carraspeo. Comenzó a acumular saliva en la cavidad bucal. Carraspeó dos o tres veces, con tanto ímpetu, que...

Carla y su peculiar sopa de pezuñas

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En una palangana de agua caliente remojó sus pies unos minutos. Después se fue cortando las uñas, aprovechando que estaban blanditas. También se cortó las uñas de las manos y las depositó en el interior de la palangana. El agua estaba muy turbia ya. Recordó que debía rasurarse los sobacos.

En Semana Santa me reúno con mi familia política

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Mi cuñado jugaba con ventaja, solo tenía que trajinarse a mi mujer y a mi hija. Yo, en cambio, tenía que follarme a su mujer, a su hija y a mi suegra. Esta última, tan macizorra y tan zorra que casi me excitaba más cabalgar sobre ella que sobre mi sobrina, que era más seca de carácter.

Una pareja de lesbianas me usó a su capricho

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Me arrodillé y comencé a lamer las cuatro plantas de sus esbeltos pies. Tragándome casi sin saborear mucho, mi propia lefa. Emma y Rosa se reían al ver la desagradable cara que yo ponía. Después fui chupando los veinte deditos, muy despacio. Succionaba y mordisqueaba cada uno de ellos.

En la tranquilidad de Montana

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Eleanor toma una decisión: invitar a Maya a acompañarla junto a su hijo, James, en un viaje a su cabaña en Montana. El pretexto es simple y lógico: realizar algunas reparaciones necesarias y aprovechar la oportunidad para disfrutar de un fin de semana lejos del implacable mundo empresarial de BD-SBS

Sombras de deseo I

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Isabella anhela algo que Santiago no le da, buscando un escape en secretos digitales. La llegada de Mateo, un socio turbio, sacude la aparente perfección de los Giraldo Abad.

Una mansión que acoge infinidad de orgías IX

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Lourdes ideó una sesión peculiar de sadomaso. Ata a la pared a sus clientes, a unas argollas, totalmente desnudos. Ella se dedica a darles patadas en su entrepierna. Primero descalza y luego cambiándose de calzado, desde el más suave (como unas alpargatas), hasta el más rudo (como zapatones).

Un viaje en tren con gayola incluida

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Ella, bajando la cremallera sacó del interior mi rabo a tomar el fresco, comenzó a machacarlo, con garra, hasta ponérmelo bien enhiesto. Cubrió mi entrepierna con su abrigo por si alguien asomaba por el pasillo, y sin perder el ritmo del machaque me iba lamiendo el cuello, sacando brillo.

Mi esposa con dos hombres

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Cuando sucedió esta historia teníamos unos 40 años, quince de casados y dos hijos aún pequeños. Se trata del encuentro con dos hombres que cogieron a mi esposa frente a mí.
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