Las noches mexicanas (I: Primera Noche)
Es un secreto que tenemos las mexicanas… anda… bébelo con gratitud porque es el néctar del hombre que te ha hecho feliz… no olvidarás nunca su sabor…
Relatos eróticos
Es un secreto que tenemos las mexicanas… anda… bébelo con gratitud porque es el néctar del hombre que te ha hecho feliz… no olvidarás nunca su sabor…
El pago de las deudas de juego no siempre es dinero.
Eran cuatro chicos normales pero coincidieron en que sus fantasías les impedían vivir con normalidad. Tras varias reuniones y conocerse a través de Internet acordaron el vivir una vida paralela que les diese estabilidad.
Un joven acude al sepelio de su tío y se lleva una tremenda y agradable sorpresa cuando conoce a su joven mayordomo.
Llegaron sobre la medianoche, borrachas como cubas. Las estiré juntas sobre la cama de Elena, y se durmieron de inmediato. Les quité la ropa, y vi que ninguna llevaba ni el bikini ni tampoco ropa interior.
El comentario me dejó aún más indecisa, pero ya había jugado mis cartas y no podía echarme hacia atrás, así que decidí seguir con el juego.
Desesperado por estar viviendo en pueblo pequeño, Miguel inició una nueva vida en Sevilla. Allí, en un cine porno, conoció a un tío maduro que lo llevó a nuevas experiencias.
Con cierta sorpresa y alguna dosis de pudor, pero sin dudarlo procedí a quitarme la ropa y a colocarme el arnés, apretando las correas sobre mi pecho, glúteos y muslos.
Mi vida sexual comenzó a los 16 años donde mi novio me enseño mucho.
Después de una larga sesión de besos en su cuerpo, me acosté a su lado, para simultáneamente poder masajearle el clítoris y besarle los senos, y para que ella me tocara el pene, ella aprendió rápidamente y después de un rato llevé su cabeza hacia mi pene.
Me quitó la mano del coño y se echó sobre mí tapándome con su cuerpo. Aceleró sus movimientos. No respondió a mis súplicas y sentí su leche caliente inundar mi sexo.
No podía creerlo, no solo se había abusado de mí sino que me estaba quebrando el espíritu, me humillaba y me hacía sentir la impotencia en la que me habían sumergido. Me quede allí sentada, con todo el rostro lleno de semen
Los tres tipos hicieron a mi mujer tener orgasmos, dos de ellos penetrándola y el otro lamió a mi mujer en gran forma logrando que ella tuviera el tercer orgasmo en más o menos una hora que ocurrió todo esto.
Sus manos me desnudaban mientras su lengua penetraba decididamente en mi boca. La parte de arriba del vestido que se desabrochaba por una serie de botones que la recorrían, se abrió al saltar el último botón.
Ya mientras nos encontrábamos en su cama, ella se prendió de mi pedazo de pichula, y la empezó a mamar de campeonato, esta volvió a levantarse rápidamente ante tanta, calentura por parte mía.
La aventura surgió a los seis meses más o menos de estar aquí. Como podrán comprender, seis meses sin un hombre puede enloquecer a cualquier mujer joven y atractiva como yo.
Mi primo se levantó a eso de las diez de la mañana, como siempre desnudo y con su gran pedazo de verga erecto como un mástil, yo procuraba no darme por enterado y disimulaba bastante bien, francamente me tenía muy nervioso, no tan sólo por ser quien era, si no que ya le estaba prestando mucha atención a él.
Le lancé todo mi deseo en un carnaval de semen que tragó hasta la última gota. Conduje hasta una playa apartada y oculté entre las dunas el pequeño Fiat 600.
Notaba que mamá tenía los pezones muy parados, se veían sus duras puntas a través del camisón mas grandes que nunca y mi pene volvió a reaccionar casi al instante.
Intentando conseguir alguna respuesta a sus no formuladas preguntas, volvió la mirada hacia Ana, solo para ver con total incredulidad como su hermana estaba en el suelo, descalza, arrodillada, con la cabeza y los brazos en el suelo, en posición de total humillación, casi de adoración, hacia Nacho.