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Entrega Rápida

Entrega Rápida

Era viernes, 28 de septiembre, estábamos sentados en la “isla”.

El grupo era de los estudiantes de derecho, entre ellos mi novio y una que otra persona de otro programa. Yo acababa de salir de clase, nos habíamos tomado con un amigo una botella de aguardiente en plena mesa redonda. Cuando me senté al lado de los de derecho, todo me daba vueltas; él lucia pantalón y camisa oscura, también había bebido unos tragos y sin embargo me ofreció una cerveza.

Por momentos lo abrazaba desde su espalda, pues me chocaba como sus compañeras lo observaban, él es mas bien atractivo, a cualquier mujer llama la atención y cuando pronuncia alguna palabra, se nota bastante la ternura, sus labios son demasiado excitantes y sus besos saben a sal y anís.

El roce de nuestras piernas me intimidó, y poco a poco en la conversación nos compenetramos, hablábamos de nuestras experiencias sexuales anteriores…él ha hecho el amor solo con una mujer, en cambio yo siempre hago el amor…Noté sorpresa en sus ojos cuando le dije que desde el primer día de noviazgo había pensado en llegar a la intimidad con él… y cada vez más la conversación se tornó picante.

Hacia la una de la mañana nos fuimos caminando de la mano; íbamos charlando “bobadas” cuando de un momento a otro desvió el camino y terminamos en un callejón muy oscuro… sus besos ya no eran como de aquel hombre que inspiraba inicialmente ternura al hablar, al contrario, sus besos eran fuertes y hacía estremecer todo mi cuerpo. Besaba su cuello, podía sentir el sabor de su sudor; mientras él contorneaba mis muslos con sus manos… yo muy tímida me limitaba a besarlo y a apoyar mi cuerpo sobre él. Podía percibir su miembro seductor y muy consistente.

Con sus manos desesperadas ya, penetraron mis pechos; el calor era increíble, podía acaparar toda su energía, creía estar en dominio con mi dulzura y pasión, su lengua vacilaba con mis pezones, yo acariciaba su cabeza, rozaba con la lengua su cuello y oreja. Nos precipitamos a la acera, lo empujé contra el suelo mientras él bajaba mis pantalones.

Ni siquiera tuve la necesidad de ayudarlo a bajar su ropa interior, podía observar su pene erecto y muy particular de aquellos ya conocidos, este era más llamativo, lo acaricié por un momento mientras él me masturbaba un poco (aunque creo que con solo verle la cara me excita)…inmediatamente me lancé hacia él y la penetración fue muy lenta, apreté mis músculos lo más que pude, besé sus ojos cerrados y lo acogí hacia mi para sentarlo y al mismo tiempo tratar de abrazarlo,… quería que supiera que ahora era mío y yo suya, no importaba nada más…

Andaba bastante excitada, hubiera tenido un minuto más, y me habría derramado en placer, pero de momento apareció un hombre extraño en el callejón y tan solo tuvimos tiempo para subirnos los pantalones y hacernos los inocentes en aquella oscuridad.

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