La sensación de total liberación fue tal que empezó de nuevo a azotarla, pero no sólo eso, de pronto, casi contra su voluntad, empezó a gritarle: "¿Te gusta, zorra, te gusta cómo te rompo el culo?" y obscenidades similares, a lo que ella respondió con sonoros gritos que sí, que siguiera, que le reventara el culo.
Cuando llegamos, nos sentamos cerca de televisor y el dueño de casa saco una película, tenía un nombre como backdoor o algo parecido, y eran varias historias relativamente cortas, pero hicieron énfasis y una de las historias, donde la protagonista era virgen y el novio le pedía una prueba de amor, y ella le decía que no
Allí me estaba esperando, con un boli entre las manos, sin saber a donde mirar, abrí mi lata y empecé a beber y después de un sorbo de bebida fría y burbujeante bajaba la lata por mi cuello, al igual que el lápiz, me rozaba las tetas y eso hacía que mis pezones se apreciasen, más todavía.
Me puso boca abajo, me abrió las piernas y metió su boca en mi culo. Sentir su lengua lamiéndome el ano me puso la polla otra vez a tope y, cuando creyó que ya estaba suficientemente dura, me dijo:
Me doy cuenta que las cosas suaves a ella no le gusta, a si que de un empujón la coloco de boca y sin aviso le entierro mi verga hasta las bolas en pleno culo... ella grita de placer, yo ya no aguanto mas... y empiezo a botar litros de semen dentro de su culo.
La madre empezó a disfrutar con la idea de que su hijo pensará en ella, y tenía mucho morbo sobre ese tema.
Cómo por lo reducido del sofá me resultaba imposible meter mi polla en su coño, me inclinó y separando sus piernas desde atrás empece a comerle el coño que se contraía y dilataba continuamente.
Su clítoris está erecto y resulta imposible pasarlo por alto, me entretengo con él, lo beso y succiono delicadamente, lo coloco entre mis labios y procedo a hacerle una paja con ellos, esto la lleva rápidamente a su orgasmo que la hace temblar de pies a cabeza, sus jugos me resbalan por la boca, mojando todo mi cuello y pecho.
Poesía erótica sobre las aventuras de Don Juan y Doña Ines.
Él me agarraba de la cintura y hacía que mi culo rebotara en su abdomen, yo me movía muy rápido. Me tocaba los pechos y besaba mi cuello.