Bueno eran como las 9:00 pm del sábado, yo estaba muy a gusto jugando Play Station cuando escuche llegar a mi prima a la casa, en eso llego y le pregunto a mía abuela que si estaba sola y le contestó mi abuela que estaba yo en la segunda planta en su cuarto.
Entró una chica jovencita, atractiva, que parecía bastante arreglada, a la moda, con esos pantalones de tela de pata ancha y gafas con esa montura moderna de estrella pop. De pronto se puso delante de mí y me rozó con su culo.
Ahora las tenía en mis manos a mí entera disposición; Gianluca la tenía muy gorda y carnosa, aunque algo flácida todavía, mientras que Milán la tenía más larga, dura y muy mojada ambas buenísimas y con unos gordos testículos en la base. Mientras tanto, ellos tampoco perdieron el tiempo en acabar de dejarme solo en bragas.
Nunca imagine que me iba a sentir tan atraido por mi propia hija. Ni que la guarra de ella iba a ser tan puta.
Eran ya más de las 3 de la tarde cuando despertamos. Notaba como me acariciaba el culo con su mano, y así, poco a poco fui despertando.
La doctora Elizabeth Pain continúa castigando y humillando a su victima, aprenderá a no entrometerse más en asuntos ajenos. No le da la más mínima posibilidad de escapar.
Me coloque hincado entre sus piernas y se las levante un poco, dejando sus pantorrillas en mis brazos para mantenerla abierta de forma descansada para ella. Ella también se empezó a acomodar, quito la almohada donde estaba descansada y se recogió un poco el pelo, como preparándose para una inyección o una maniobra médica.
La calma de la tarde se rompía con los mugidos de la hacienda bovina, que según los dichos del campo eran producidos para saludar al sol, realmente había descansado en la siesta y sentados frente al jardín, utilizando ventiladores como espanta mosquitos, nos permitían contemplar los colores rojos del atardecer dentro de los árboles del parque, poco a poco las sombras formaban la noche y ya las primeras estrellas se anunciaban en el cielo.
Estábamos listos para la penetración. Se arrodilló en el sillón abriendo sus piernas y colocó mi verga en la puerta de su vagina. Se detuvo allí un instante que pareció una eternidad y luego se la fue introduciendo lentamente. Yo sentía el calor y la suavidad de su interior.
Allí me invitó a 2 cubalibres, que terminaron por colocarme por completo. Cuando vio como me tenía, me dijo que era mejor que nos fuéramos, y así lo hicimos. Me iba llevando hacia su casa, por el camino, se iba aprovechando de mí, metiéndome mano, morreándome, hasta ponerme bien cachondo.