Sabía que tanto su esposo como su hijo volverían tarde de la empresa que controlan y no se iban a preocupar entonces por ella. Tendría alrededor de 3 horas libres y las iba a aprovechar y cómo.
A los pocos minutos empecé a mover la cabeza y a succionarle la verga de manera mas confiada, me decía lo rico que sentía mi boca, mis dientes rozando sin lastimar, mi lengua, las paredes de mi boca, como chupaba queriendo mamar como un bebé, seguí hasta que saco su verga de mi boca y entonces me hizo levantar y me llevó al lavamanos...
En un momento me pidió mi lapicero para endosar su cheque y me preguntó si era del interior del país; empezamos a conversar sobre la situación política y económica y los minutos pasaban; la fila iba avanzando y en un momento sentí que su cuerpo se acercó demasiado al mío y sentí su miembro en mis nalgas (acto seguido me dio un escalofrío de la excitación), él se dio cuenta y nuevamente reiniciamos la conversación.
Se podía observar una mayor robustez gracias a su camiseta de tirantes negra. También llevaba unas mayas de ciclista negras que dejaban ver unas piernas más delgadas que las mías pero más fibrosas. Más adelante supimos que se llamaban Helen y Eric.
El miércoles cuando llegué por la mañana y coincidimos en los vestuarios, estaba el gitano empezando a cambiarse de ropa. Cuando estuvo completamente desnudo, vi que tenía la polla totalmente empalmada. Se giró hacia mí, y mostrándome la verga, me dijo: Mira cómo me tienes payo. ¡Dios! Aquella visión hizo que me relamiera. Pasé la lengua por los labios, sin quitar la vista de aquella verga que me mostraba el gitano. En un instante me había puesto caliente a tope. La polla se me puso tiesa al momento, y el culo me temblaba, si llegamos a estar en otro sitio, me hubiera agachado y llevaría aquel manjar a mi boca.
Es el marido de mi amiga Ali y muy compinche de mi esposo. Hace mucho que veraneamos juntos y nos hemos visto mutuamente los cuatro en ropa interior sin que nuestras hormonas reaccionaran.
Cuando sus ojos divisaron al hombre que llevaba puesta una campera de gamuza y jeans, tal como le había anticipado el inspector, supo que no se había equivocado al acudir a la cita. El hombre tenía un físico privilegiado y al verlo se sintió conmovida. Se sentó frente a él y percibió que éste también había quedado impresionado con ella.
Pasaron unos meses y el acoso seguía y como vi que estaba peligrando nuestro matrimonio y aunque quise vengarme por lo que me había hecho lo amaba y no quería separarme de él, decidí consultar con mi mejor amiga acerca de ello.
Ante mi sorpresa y prácticamente sin mirarme, sacó su pie de mi boca y se calzó la zapatilla. Enganchó una correa de perro en mi cuello, y a tirones me sacó de la habitación ante la atenta mirada de Marga.
El aula en que da clases es en la parte posterior del colegio y en un segundo piso, aislada del resto. La profesora no suele bajar a la sala de profesores, porque generalmente los 20 minutos que separaban una clase de otra se los pasaría bajando y subiendo.