A mí, mi prima me daba físicamente igual, me parecía una chica, sin más. Era delgada y nada más. Bueno, había algo que si me gustaba de ella. Sus enormes tetas.
Mi cuñada aunque bastante menor que mi esposa y que yo por supuesto, es una niña sumamente bonita, ella actualmente tiene 18 años, es de cabello castaño claro, ojos verdes igual que mi esposa, boca rojiza natural, unos senos pequeños pero muy hermosos, unas piernas largas y bien torneadas, con una virginal capa de vellos rubios sobre sus piernas que le hacen lucir verdaderamente sensual.
La cuñada de Pedro es tremenda, está para mojar pan, es vital, le gusta la fiesta y se comenta que en la cama es una fiera, se llama Loli, todo lo contrario que la mujer de Pedro: Lucy, no parecen hermanas, siempre ocupada en la casa y su trabajo y sus preocupaciones y en la cama duerme.
Se tropezaron en el portal, él la ayudó con las bolsas, a lo que ella correspondió invitándole a su piso de una forma bastante coqueta y sugerente. Él accedió sin sospechar la tarde de pasión que le esperaba.
Como hacer que una mujer se te entregue totalmente sin ningún esfuerzo.
Una tarde de domingo se desarrolla de manera sorprendente para nuestro protagonista.
Con el tiempo y el roce entre los hermanos de nuestra historia surge el deseo de compartir cama y placer.
Como todo en la vida los años de matrimonio nos habían quitado de arriba las locuras de juventud y el sexo ya no era lo que había sido en su momento y menos con nuestro hijo. Lo cierto era que aunque lo seguíamos haciendo unas dos veces a la semana la pasión se nos había ido poco a poco.
Otra excitante aventura le esperaba en el colectivo. El morbo de la gente alrededor les ponía como locos.
Al cabo de unos cuantos minutos lo estaba introduciendo tanto como mi cuerpo se lo permitía, para por consiguiente hacerlo a su gusto, mientras en medio de susurros me hacía saber, el placer que le causaba el entrar en mí de aquella forma.