Últimos relatos porno:

Sin límites IV: Yolanda

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Fui hasta la cocina después de ver como subía a la planta alta. Me recosté de la mesa, donde había dejado listo todo para preparar la cena. Mis manos buscaron instintivamente mi entrepierna. Estaba completamente empapada y tenía el clítoris y los labios sumamente hinchados.

Estreno de la recamara de invitados

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Me penetro, mientras con la mano derecha yo jugueteaba con mi clítoris, hasta venirme una vez más, en eso siento en mi ano las típicas palpitaciones de un pene de un hombre que está a punto de venirse, se retira de mí que estaba acostada boca arriba con todos los cojines debajo de mis nalgas, y se viene litros de semen, por afuera de mi enrojecida vagina, y el recién abierto culo.

Un momento, una relación

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Su cuerpo de adolescente se fue perdiendo, dando lugar a esa mujer, esa niña ya era veterana de varias entregas sexuales, ella estaba contenta, pero sabía que todo era contra las normas de su educación, no podía entender.

Carta íntima V

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La deseaba tanto y disfrutaba de cada roce suyo en mi piel... pensaba que iba a volverme loca, me hacía gozar tanto que todo parecía irreal, un sueño hecho por y para nosotras, un cuento de hadas con bello final.

Laura Soledad – su mejor polvo

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Al respirar profundo, me sentía bien, verdaderamente en paz, había dejado atrás la relación con mi hermano, el estaba en España con su mujer y yo encontrada con mi cuerpo, si bien no era una máquina de sexo, mis cosas tenía.

Sexo en Londres – versión femenina

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"Mi padre me prohibía llegar a casa después de las diez, justo a las diez que es cuando empezaba la gente a ser divertida.... Recordé aquella carta que mi padre me descubrió cuando yo tenía 14 años, (era una carta de amor, sin maldad), recordaba sus guantazos en mi cara, sus gritos, y las discusiones que tuvo con mi madre reprochándole que ella me había educado muy mal y que ella era la culpable... Y todo, por una simple carta..."

El amor lésbico de dos estudiantes universitarias

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Retomando el tema, nos pusimos frente a frente y manteniendo fijas nuestras miradas y sin emitir palabra alguna, iniciamos el recorrido de nuestros mojados cuerpos; tomando Mirella la iniciativa de ir descendiendo por mi cuello, hombros y llegando a mis salientes pezones que fueron absorbidos y mimados por su mágica lengua; mientras yo tocaba el cielo por el placer que me estaba dando.

La odontóloga profesional

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La levanté y la hice que se sentara sobre mi, eso facilitó mucho pues le desabroche los botones de su blusa, se la quité y muy lentamente le fui sacando el sostén como retardando y disfrutando más la vista de sus senos.
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