Siempre fui el consentido de la Abuela y lean hasta el final, se que les encantará.
Al llegar a nuestro bloque yo me despedí de ellas, pero Ainhoa empezó a decir que yo me podía quedar un rato en su apartamento mirando la tele, o que podía dormir esa noche en su apartamento. Yo por supuesto que dice que si, era lo que desde, que me había quedado solo con ellas en bar quería más en el mundo.
Nosotros ya contentos porque quería repetir el sanduche, pero aún había un problema el hombre todavía no terminaba de instalar las alarmas y no podíamos hacer nada aun, esperamos como una hora y no terminaba así que sin importar que aquel desconocido entre de rato en rato a mi casa nos encerramos en mi cuarto y comenzó lo bueno.
En ese preciso instante se me ocurre un juego, era la oportunidad de llevar mi fantasía un poquito mas lejos, pero solo un poquito, entonces le propongo que acepte, que le diga que yo solo soy un amigo, que se deje seducir y con un nudo en él estomago le dije que si las cosas se daban se podían besar, pero solo besarse.
Soy una enfermera, trabajo en una clínica muy prestigiosa aquí en mi ciudad, pero había recorte de personal, estaban despidiendo a varias enfermeras y para no ser despedida tuve que hacer ciertas cosas
Le pregunte que que tal le parecía el método y él me dijo que era muy bueno entonces le dije que comprobara a ver que tan bueno era y el sin mas recato se lo engullo todo hasta la base no entiendo como lo hizo pero lo hizo, entonces empezó a sobarlo y mamarlo rítmicamente esto me puso a cien....
Ella aceptó todas las formas como yo acariciaba su mano de modo que a los pocos minutos yo abandoné todo intento de controlar mis acciones y simplemente dejé que mi temperamento fluyera natural, espontáneo y arrebatador y entonces se la acariciaba francamente en un juego que en la penumbra y el silencio nos fue llevando a caricias aun más explícitas.
Además de la minifalda que traía puesta, usaba medias de nylon ya que eso hace que las piernas se vean mas uniformes. Usaba también en ese momento una blusa pegada que me gustaba mucho, y que resaltaba mi busto el cual era el centro de atención de mis compañeros de oficina.
Mientras procedían a despojarme de la pelambrera siguieron con sus comentarios que me ponían a cien y tuve otro orgasmo solamente de sentir los dedos alrededor de mis labios vaginales y mi clítoris. No sentía ninguna vergüenza de estar allí despatarrada indecorosamente ante ellos mientras separaban mis labios para pasar la maquinilla de afeitar.
Me dolió bastante. ¿Quieres más rabo? Toma, y me metió más rabo. Grité más y le excité, por lo que volvió a embestirme. Noté sus huevos en mi culo. La sacó de nuevo y la volvió a meter. Una y otra vez.