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La dueña de la tienda de cuadros

La dueña de la tienda de cuadros

El día amanecía normal, parecía un día cualquiera, pero no, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos.

Hace dos semanas había dejado un par de cuadros para enmarcar en una tienda cerca de mi domicilio, y llegó el día en que fue a recogerlos.

Entre a la tienda, di los buenos días, Celia me contesto con una sonrisa en la boca y me quedé esperando mientras ella atendía a una clienta.

Durante esos minutos, empecé a observar más detenidamente a la dependienta y dueña a la vez.

Celia tiene unos 40 años, creo que es soltera, habla mucho y, es rubia, de pelo corto, con un cuerpo potente, duro diría yo.

Siempre deja ver tras su camisa un escote que te invita a pensar, donde se pueden ver dos tetas bien puestas. El cuerpo también es duro, tiene un bonito culo, bien puesto y que al verlo te dan ganas de darle un bocado.

Bueno, mientras daba explicaciones a la clienta, y mienta le enseñaba el tipo de marco que le podía poner a la lámina que había comprado en unos grandes almacenes yo empecé a fijarme más y más en Celia.

Nunca lo había pensado, pero tiene un buen revolcón. Quizás sus continuos movimientos hacia adelante sobre la mesa, quizás su culo prieto, o quizás, que yo tenia ganas, el caso es que no paraba de pensar en tocarle aquel precioso culo y aquellas bonitas tetas.

Traté de quitármelo de la cabeza, es un calentamiento momentáneo que no conduce a nada, así que comencé a mirar cuadros y dibujos que tiene por la tienda.

Al de unos minutos se despide de la clienta y me vuelve a saludar:

– Hola Javier

– Hola Celia, ¿qué tal?, venia a por los cuadros

Ella me dijo que los tenia, se volvió, pude volver a apreciar su bonito culo, y los puso encima de la mesa para envolverlos.

Mientras los envolvía, comentábamos cosas sobre el tipo de pintura que eran, sobre el fin de semana, cosas totalmente pasajeras.

Ella se inclinaba hacia delante para pasar el papel, y yo seguía clavado en sus bonitas tetas. Creo que en un alzamiento de sus ojos para mirarme pudo ver que mis ojos estaban clavados en sus pechos, pero siguió hablando como si nada.

Al terminar de envolver el primer cuadro salió del mostrador para dejarlo apoyado delante de mi, o sea, entre el mostrador y mis piernas.

Ella se agachó, yo me agaché y nuestras caras se quedaros a escasos centímetros. Las miradas fueron impresionantes, un silencio corrió por la tienda.

Ella volvió detrás del mostrador y comenzó a envolver el segundo cuadro. Comenzó a hablar de pintura, y a mi me daba la sensación de que quería quitar hierro a las miradas y volver a la conversación de siempre.

-¿te gusta la pintura realista?

-Si, si me gusta, no toda, pero me gusta.

-Mira, deja el cuadro a medio envolver y me invita a pasar a la trastienda, mira lo que me han traído para enmarcar. A mi me gusta mucho!

La trastienda era una habitación, un cuartucho, pequeñísima. Llena de cuadros enmarcados y sin enmarcar, una pequeña mesa, dos sillas y un sofá de dos plazas.

Al intentar coger el cuadro que me quería enseñar levanto sus brazos para sacarlo de entre una pila de ellos puestos en vertical y contra la pared y el movimiento hizo que su camisa se levantara por encima de su ombligo íQué ombligo!, que ganas tenía de meterme algo en la boca.

Celia volvió a pillarme, volvió a ver que ni le ayudaba ni miraba el cuadro, así que me temía lo peor.

Ella dejó el cuadro sobre la pared y encima de otro montón, me miró fijamente y me dijo:

-¿qué?, ¿te gusta?

-Si, es un cuadro muy bonito, llegué a contestar suavemente!

-Venga, venga contestó Celia. Si te gusta lo que estas viendo de mi!

-También, le contesté.

Al de un segundo, pudo ser menos, me agarró la cara con las dos manos, y me asestó un beso en la boca que casi me ahoga. La verdad que fue un pedazo de beso.

-¿Te gusta?

Y en ese momento sale de la trastienda quedándome yo allí solo y con una cara de circunstancias de tres pares de narices. No sabia que hacer, si salir, si despertar, cuando escuche un ruido de llaves.

Al de poco Celia volvió a aparecer y me dijo:

-Te voy a follar

Se quitó la camisa y pude ver sus preciosos pechos, íJoder que tetas!, envueltos en un sujetador negros.

No pude más, me abracé a ella y empecé a comérselos, íqué buenos estaban!. Celia comenzaba a gemir, los estábamos de pie y ella comenzaba a tocarme mi parte varonil. Primero por fuera, después bajo mi bragueta e introdujo su mano, comenzaba a acariciármela con mucho mimo, con mucho cariño.

-Siéntate en el sofá, y bájate los pantalones, me dijo Celia.

-Yo me sentí y me bajé los pantalones, no eran momentos de discutir.

Celia se arrodilló y se metió en su boca mi miembro, Comenzó a chapármela, besármela, chapármela, me succionaba de tal forma que yo no podía más. Ella se estaba dando cuenta.

-¿Te gusta?, me preguntaba

-Si, siiii, siiiiiiii, me gusta, pero no puedo más.

-¿En tú boca?

-Si mi amor, en mi boca, que yo me tragaré toda tú lechecita!

Y así fue, a de unos minutos yo estaba corriéndome y ella tragándose toda mi leche. Yo no podía más, le mandaba parar, pero ella seguía limpiándome mi polla como si un objeto de lujo se tratara.

-¿Estas bien?, me preguntó

-Estoy de puta madre, me has dejado seco!

-No lo creo.

Celia se levantó, se quitó los pantalones y la micro braga negra que cubría su bonita y cuidada entre pierna. La tenia muy cuidada. Los costados bien depilados, y sus cortos pelos dejaban ver sus labios rosados.

-Me toca, así que levántate y déjame sentarme.

– A sus ordenes.

Y así fue, cambiamos las posturas, ella sentada, yo de rodillas! y empecé a comerle su entrepierna que se encontraba bastante mojada. Chupaba y chupaba, metía mi lengua y ella se retorcía.

-Más, más!

Creo que tenia hasta mi nariz dentro de aquel coño, no podía meterle más, así que la levante un poco y le metí uno de mis dedos por su culo.

-Siiiiiii, así, asiiiiiií

Parecía una serpiente, yo la tenia que parar, sus movimientos hacían que mi lengua saliese de su coño y mi dedo se encontrase fuera del orificio cuando en uno de esos momentos sus gritos se vuelven más intensos, sus piernas se cierran, mi cabeza queda aprisionada dentro de ellas, y sus manos me estiran del poco pelo que me queda.

-Me he corrido

-¿Si?, no me había dado cuenta!

-¿Me vas a follar?

-Lo que usted mande!

-Pues fóllame, o dame por el culo.

-¿Por el culo?

-Si, por el culo ¿no te gusta mi culo?

-Me encanta

-Pues entonces jódeme por el culo

Me volví a sentar en el pequeño sofá, ella se puso sobre mi mirándome y se la metí por el coño mientras poco a poco le introducía un dedo en su culo, después dos!.

Ella hacia unos movimientos perfectos, hacia arriba, se dejaba caer, hacia arriba! yo me estaba poniéndome malo, tenia, otra vez, unas ganas de correrme impresionantes, así que de un movimiento fuerte se la saquí, le di la vuelta, le puse mirando al cuadro que había dado lugar a todo esto y! poco a poco se la fui metiendo por el culo, por su precioso culo.

Ella gemía o gritaba, gritaba o gemía, el caso es que poco a poco su bombeo era mas rápido, yo tenia mis manos puestas sobre sus tetas, ella sobre el sofá, ella bombeaba, yo me quería correr, notaba mi polla totalmente aprisionada por su culo, no podía aguantar ni un minuto más, no podía..

-Me voy a correr, Celia, no puedo más!

-Córrete, córrete en mi culito, no aguantes más que yo también me he corrido y no te has dado ni cuenta! Dame tú leche

En esto mi leche, mi poca leche que me quedaba, creo yo, saló dentro de su culo. Fue una sensación alucinante, que culo, que bonito culo y que corrida tan bonita dentro del culo de Celia.

No quedamos unos minutos en el sofá, besito para aquí, besito por allá!

-Tengo que seguir trabajando, dijo Celia.

Así que se puso la ropa, se arregló un poquito y salió a la tienda.

Yo hice lo mismo, y cuando salí Celia tenia envuelto mi segundo cuadro.

-¿Cuánto es? Le pagué, le guiñe un ojo y me marché con una felicidad que parecía que me había tocado la lotería.

¿Si he vuelto a enmarcar cuadros donde Celia?

Por supuesto que sí. Tengo la casa llena de cuadros, en las paredes ni me entran, los tengo apilados sobre la pared.

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