Últimos relatos gay:

Llámame Marta

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Él tomaría el último tren, hacía frío y llovía. Ella no lo conocía pero al llegar a la estación entablaron conversación y juntos subieron a ese tren donde les esperaba un viaje muy excitante.

Se excitaba muchísimo viendo que su madre estaba buenísima y tenía admiradores

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Cuando se fueron los vecinos, mi madre comento como sin importancia, que si me había dado cuenta lo pesado que se había puesto Juan. Contestándole que sí y que no se preocupara y que solo tuviera cuidado con sus admiradores, ya que era normal que la asediaran porque estaba muy guapa. Entonces no le digas nada a tu padre ya vez que es muy enojón y como no ha pasado nada para que armar un problema donde no lo hay.

Un día de mis Vacaciones III

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Una vez con ese pantalón fuera de tus piernas me dediqué a besarte el abdomen y los muslos con el fin de excitarte tanto que cuando te tocara en tu punto clave estallaras en un orgasmo sin igual, la carretera estaba mojada, íbamos a casi 100 kilómetros por hora, era peligroso pero nos desbordaba enormemente las hormonas, no teníamos idea del lugar al que Aleja iba a llevarnos, no teníamos idea cuándo se nos había perdido así la cordura, para desnudarnos frente a esa conductora desconocida teníamos que haber estado muy excitadas, no era para menos.

Mi segunda historia

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Su prima se había puesto muy caliente al saber la historia de su primo y se presentó delante de él desnuda como la trajeron al mundo dispuesta a tener su ración de sexo brutal con él.

Comidita a mi profesora

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Después de diez minutos de comidita de vagina ataque a su clítoris con toda avidez rodeándolo de mi boca, dándole unos besos succionadores que lo hacían crecer una y otra vez, la excitación lo había llevado a un estado ya de color morado pero no abotargado sino muy sensible a mis acometidas, mi mano iba de su ano a separar sus labios para poder darla aún más placer.

La opción, la libertad sexual ejercida con conciencia, el trío como expresión, todo aunado en este relato

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Nuestras lenguas juegan con ellos y noto cómo se endurecen y se ponen muy grandes, en estos momentos la respiración de Mónica se vuelve más profunda, rodea nuestras cabezas con sus brazos y mira hacia el techo mientras nos dice con una voz melosa -qué bien me tratáis, a continuación le quito el pantalón, me separo y me quito el mío, lo mismo hace Pedro.

Un día de verano

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Sus gemidos eran ya pequeños gritos de placer, cuando de repente ella aparto mi cabeza y se dio la vuelta. Yo me levante y nos dimos un apasionado beso tras el cual me dijo: - No puedo más, como sigas así me vas a volver loca. - Y eso es malo? - No, pero quiero sentirte dentro de mí ya! Como pudo cogió su bolso que estaba en el asiento delantero y saco un condón.

Delicioso trio con Kelly y Mima

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Sus nalgas podían agarrarse y abrirse con más facilidad y su ano era más complaciente a las maniobras y esto me incitó tanto a abrirla con mucho más fuerza; pero al parecer Jackeline ya se había acostumbrado a esa manipulación Pues gimió muy poco. En cierto momento, la morena me tomó una de las manos y empapando un dedo con su saliva me hizo que lo restregara con firmeza contra el ano de Jackeline y que lo enterrara en éste. La blanca se sacudió al sentir algo dentro de su recto y empezó a mover las caderas tratando de que el dedo se encajara más dentro de ella.

Primer intercambio

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Cuando la hojeé comprendí que en mis manos estaba el pasaporte a una zona de transgresión y que quienes surcaban esa zona no eran divas, modelos, artistas o empresarios en sus cruceros, sino gente como yo, parejas y matrimonios que se atrevían a vivir a contramano de la moral y las sanas costumbres. Escondí la revista pues sentía vergüenza de que me vieran con ella.

Una veterinaria que es seducida por un mono muy calentorro que con sus caricias la había puesto cachondísima

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Un día, mientras le enjabonaba el vientre, el jodido macaco me cogió con sutileza y poquito a poco llevó mi mano por debajo de su vientre hasta que para mi sorpresa, me encontré con su picha excitada. ¡Quería que le masturbara! Desde ese día, el baño del simio fue un pulso entre sus intenciones y las mías, de dejar su pelaje pulcro y brillante.