Últimos relatos gay:

Masajes en el trabajo

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La secretaria que tenía unos atributos que no pasaba desapercibidos, era la única mujer que había en la empresa y ningún compañero dejó de proponerle que querían salir con ella.

Calentón en la oficina

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Yo después de comprobar que la cavidad más deseada de la frutera estaba bien empapada, me cogí de las caderas de la secretaria, oriente con una posición bastante rara, mi gran rabo hacia la cavidad rebosante de flujo de la frutera y de una embestida, entro entera, después de un rato no muy largo me corrí dentro, cuando la saque vi como salían borbotones de mi leche del coño de aquella guarra.

Acepté la propuesta de mi marido

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En ese momento me entraron dudas acerca de si debía entrar o no. Se lo comenté a Euge y él me dijo que si no me gustaba lo que estaba por hacer no lo hiciera e incluso que si empezaba y me sentía mal que lo dejara plantado en medio de la cama, que eso estaba hablado ya con Juan y no habría problemas.

Mi prima es muy cariñosa, por no decir, caliente

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En el camino me imaginaba que ella se agachaba y me mamaba la verga pero solo platicamos, al llegar a su casa me pase y ella comenzó a buscar la dichosa medicina, a veces pasaba y me acariciaba en eso entro a su recamara y me llamo, al entrar la vi hincada con el culo al aire, me dijo que si la ayudaba y al pararse choco su trasero con mi verga, a lo que comento que en que estaba pensando

Infidelidad con María

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Llegó arreglada, algo maquillada, con un vestido veraniego, corto, suave, blanco, dejando ver sus rodillas. De cintura para arriba, quedaba muy holgado. No era nada para dejar volar mi imaginación, pero con poco me era suficiente. Yo estaba menos arreglado, con unos pantalones cortos de deportes y una camiseta blanca. Ella estaba muy tensa y me lo transmitía.

Mi amiga Graxiela III

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La di vuelta a Graxiela y le ordené que me limpiara bien mi pija con su boca, al terminar me cambié enseguida y decidí irme, pude ver como la colchoneta donde dormía su esposo está llena de mi leche y de sus jugos, ella enseguida volvo leche de su hijo sobre las manchas y salió a limpiarla como para no levantar sospechas.

La posada

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No fue nada fácil pero lo consiguió. Esta estúpida me había logrado calentar de tal manera que me dolían los cojones de la gana que se había apoderado de mí por joderla. Me la volvió a poner a tope y entonces le alcancé el forro para que me lo pusiera. Me lo puso con mucho cuidado y dedicación.

Naturalmente III: Liliana

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Regresamos después de la una. Tras cenar, habíamos paseado por la playa en penumbra, a la que apenas llegaba la iluminación del paseo marítimo, dejando que el agua tibia del mar acariciara nuestros pies. Habíamos estado hablando de mil cosas toda la noche; verdaderamente, Eva e Liliana estaban muy compenetradas, pero yo no me sentí excluido en ningún momento.