Últimos relatos gay:

La espía que me amó IV: El Viaje a Berlín

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Salimos del agua y tal cual estábamos nos pusimos a comer ¡Bueno! Mas que comer lo que hacíamos era jugar y el juego era divertido, Irina cogía con una mano mi pito y con la otra colocaba un trozo de salchicha, se agachaba y... ¡Zas! Se la comía, yo la colocaba haciendo equilibrios sobre uno de sus erectos pezones y procuraba tragarme la salchicha chupándoselo al mismo tiempo

Irina y el chico de la piscina

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Tengo un apartamento muy acogedor en la playa, al que suelo ir todos los fines de semana y temporadas de vacaciones como ahora a descansar y a ponerme morenita, me encanta tomar el sol y a veces voy a las maravillosas playas nudistas que tenemos por aquí.

Vacaciones particulares I

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Él estaba a cuatro patas, ligeramente echado para atrás, con el trasero un poco levantado, la cabeza completamente bajada, apoyado sobre los brazos entrecruzados. Recordaba a una gatita esperando la embestida de un semental.

Azul II

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En ese momento la follaba vaginalmente con su polla y analmente con dos dedos. Sara al sentir la penetración de los dedos del líder dio una sacudida tragándose todo el pene del otro hombre que le provocó una arcada. Los dos hombres rieron.

El reencuentro

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Y el gozaba enormemente, estaba extraviado en el placer, agarraba mis caderas y se hundía cada vez más en mi, subió mis piernas a sus hombros para clavarme mas, mas adentro, más profundo.

Habitación 103

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Ahí empecé a chupar y lamer como un loco, primero sus muslos, que ya estaban secos, pues no los había mojado, luego me fui acercando, poco a poco a su clítoris.

Al ponerse el sol frente al mar

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Físicamente, Ana no tenía la apariencia de "modelo" de Andrea, pero a Quique... le gustaba, sin saber decir concretamente por qué. Le gustaba su compañía y le atraía Ana.

Mi prima Mónica

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Mi prima Mónica era una chica alta y delgada, la cara con pecas, muy buen cuerpo, pelo castaño, ojos negros, y tenía la nada despreciable edad de 17 años recién cumplidos.

Cinéfilos

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Mientras la penetraba Luis la susurraba al oído que iba a acabar de un momento a otro, sus manos recorrían los pechos de Sara, su cintura, su cara, sus dedos se introducían en su boca, recorrían su rostro, mientras los dos se esforzaban por ahogar sus gemidos, para evitar así ser oídos.