Sentí como estaba a punto de correrme y mi cuerpo también empezó a vibrar y a temblar enormemente mientras sentía como mi polla se succionaba a un ritmo estrepitoso y derramaba a borbotones toda mi leche.
Era un chalet de una sola planta, muy cuco. Parece que profesionalmente, Olga estaba tan bien como en el plano físico-personal. Acosté a Verónica que se quedó como un cesto antes de que yo pudiera contarle lo del rey que tenía tres hijas por decimocuarta vez consecutiva.
Después de acabar el desfile y mucha de la gente abandonar la sala de fiestas yo me dirigí al guardia de seguridad que se encontraba junto al escenario para preguntarle por donde saldrían las modelos, advirtiéndole que era el marido de una de ellas y no un salido de los que quieren probar suerte y ligar con alguna de ellas.
Desde que estábamos en ultimo año uno de los hobbies que más a menudo realizaba con mis amigas del colegio era ir a los bares a conseguir muchachos, así tuviera novios respectivamente, solo buscábamos una aventura y nunca pasábamos de un buen filtreo.
Le pedí que por favor se arrodilla e se apoye en mi cabeza, dejando su sexo en mi boca... y le chupé la concha hasta que su flujo inundó mi boca, su clítoris había crecido y sobresalía de sus labios... parecía un pene de un niño... ella estaba tan sorprendida como yo; - Nunca se me puso así.
Estaba yo sentado mas o menos en mitad de la cama, con Lorena lamiéndome el cipote con gula y veneración, mientras uno de mis amigos la enculaba con energía, cuando su hermanita se deshizo de los dos chicos con los que había estado haciendo un sándwich, dejándolos agotados en un rincón de la cama.
Nuestro amigo el pene reclama a la administración un aumento de salario por su complicada faena.
Lo cierto es que su novio, que venia de lo mas excitado ante la perspectiva de lo que iba a suceder, en teoría, se quedo muy sorprendido al ver el desastroso estado en el que le recibió Lorena, que aun no había terminado de recuperarse del todo de lo que había acaecido anteriormente.
Como cada mañana dejaré que una mano permanezca posada sobre su montículo divino, ardiendo con el calor y las sensaciones que se desprenden bajo su palma, mientras que con la otra mano empezare a subirle el camisón desde las rodillas... como cada mañana.
Sobre el tanga por encima de unos pantis sin refuerzo (los pantis con refuerzo debieron inventarse en un convento de abadesas de santas costumbres) se percibía un reflejo húmedo, como una moneda brillante. ¡A veces se moja tanto!.