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La pescadora de perlas

Camino una vez más por el puente de embarque, hasta llegar a la puerta abierta del avión. Ingreso y el sonido de mis pasos se pierde en la alfombra azul que cubre el piso del aparato. Una aeromoza de amplia sonrisa me ofrece un periódico, la saludo rehusando gentilmente su ofrecimiento.

El examen

Por diversas circunstancias, yo había cursado mi educación media en aquella ciudad y Mariana era todavía para mí, como aquella hermana, cómplice, encubridora, paño de lágrimas, que uno nunca tiene.