Muchos no sabrán que en nuestra ciudad hace muy poco tiempo se han abierto salas de cine porno lo que ha provocado una nueva oportunidad para cambiar nuestras conductas sexuales.
A partir de ese momento empecé a observar lo que hacían mis padres todas las noches, follaban a veces en el sofá en la cocina donde quisieran siempre esperaban que me durmiera (y yo me hacía la dormida cada día ) cuando creían que me había dormido empezaban sus juegos.
Esto me ocurrió hace unos 8 años, yo tenía 25 años y terminaba mis estudios en la universidad, cursaba Económicas y lógicamente realizamos un viaje de fin de curso, el destino: un crucero por el Mediterráneo, con salida y regreso en Barcelona. Visitábamos ciudades como Roma, Mallorca, Túnez y el viaje duraba 2 semanas.
Fueron encuentros llenos de excitación y erotismo en los cuales se entendieron y se disfrutaron total y gratificantemente, por lo que decidieron incluir en un viaje muy especial a esta servidora, que, de alguna manera, intercedió (gozando sin parar, primero, de la enorme verga de mi sobrino por todos mi agujeros y luego del delicioso coño de mi hermana) para acercarlos aún más.
A pesar de que esta historia no me pertenece sino que me fue contada por un amigo, está muy interesante para leerla, ya que según él, es verdadera. Espero que les guste.
Para eso yo tenía una amiga de mi madre muy joven de unos 28 años, casada y con un cuerpo que cualquier envidiaría, está siempre me desnudaba con la mirada y varias veces me pidió que hiciéramos el amor y una vez platicando con ella, me acorde de la película y le pregunte que si ella se atrevería a hacer el amor con dos hombres a la misma vez; no podré olvidar su sonrisa de reto.
El restaurante First Dates estaba lleno de expectación esa noche. Entre las mesas elegantemente decoradas, dos corazones anhelaban el encuentro que cambiaría sus vidas para siempre. Él, Diego, un joven escritor de novelas románticas y eróticas, con una sonrisa encantadora y ojos que reflejaban sus más profundos anhelos. Ella, Sofía, una mujer de belleza deslumbrante, con un aura magnética que atraía todas las miradas al entrar.
Me llamo Marta y tengo 33 años, alguna de vosotras ya me tendréis presente por explicar alguna experiencia mía en esta comunidad. Para los que me leen por primera vez, sólo comentaros que mi primera experiencia lésbica fue a los 17 años con una chica de servicio interina que había en mi casa, y que supuso una relación de más de 2 años.
Dos íntimos amigos van conversando y contándose sus experiencias morbosas con sus correspondientes mujeres, hasta que se calientan en exceso y deciden ir a casa de unos de ellos a ver a Ana.
Me gustaría compartir con vosotras mi iniciación y convencimiento de mi lesbianismo. Vengo de una familia burguesa bien posicionada de Barcelona, es decir, educación eclesiástica (Colegio de Monjas) y poco ó nulo contacto con chicos.
Seguidamente comenzó a quitarme la ropa dejándome solo en slip; ligeramente toqué mi pija que ya me estaba empezando a doler de tan hinchada que estaba, y enseguida sentí como apoyaba su verga tiesa sobre mi culo. Me tomó de la mano y me llevó hasta el cuarto, me hizo parar frente a la misma y él se recostó boca arriba.
Me dirigía al taller mecánico porque a mi carro le estaban fallando los frenos y quería que se los revisaran, hacía mucho calor ese día y entonces me vestí como es mi costumbre muy sexy con un vestido escotado y unas sandalias muy cómodas, me encanta andar ligera así que no me puse bra y solo llevaba una fina tanga negra de encaje.
Yo no hacia nada mas que mirarle las tetas, eso si disimuladamente, ella tenía una camiseta bastante ajustada, y un poco transparente, además tenía unos pantalones ajustados por lo cual se le notaba el tanga y me ponía a cien solo con mirarla, el caso es que me parecía raro que mi tía fuese ese día así vestida porque no suele ir de ese modo, pero en cualquier caso se lo agradecí, porque alegraba la vista.
Todos nos preguntamos qué hacía aquella en nuestro cole, nunca la habíamos visto. Cruzamos todos los dedos para que fuese nueva y tuviera la misma edad que nosotros y por lo tanto estuviera en nuestro curso.
Esta mañana, cuando desperté sola sobre mi cama, tu olor aún permanecía en ella y sin abrir los ojos, aspiré profundamente tu aroma. Al estirar mis brazos para aferrarme a la almohada, noté que había algo sobre ella, una nota.
Marcela es mi prima. La menor. ¿Cómo describirla? La regalona, la caprichosa, la consentida. La más linda. Claro que en realidad estos son recuerdos, porque hace 20 años que no nos vemos. El derrotero de mi vida se fue alejando de la familia y en las pocas ocasiones que visité la vieja casa familiar, ella no estaba.
En mi anterior relato les contaba como fue mi transformación de niño en mujer, ahora, y atendiendo los correos que he recibido, voy a contarles cómo llegué a sentirme mujer.
Había llegado de USA el día anterior de pasarse un año en internado, tenía 18 años era una chica preciosa pero a mi no me caía muy bien, me parecía una engreída, llena de suficiencia y pagada de sí misma.
Al llegar a Cartagena, rápidamente nos instalamos en el hotel, nos fuimos al cuarto y nos pusimos los shorts y por la emoción ninguno reparó en el otro mientras nos cambiábamos y aprovechando que aún teníamos toda la tarde para disfrutar de la playa, corrimos hacia ella y quedó fascinado al ver la inmensidad de aquel mar Caribe a sus ojos.
Tomé mis acostumbradas vacaciones al mismo puerto, al mismo hotel que otras ocasiones, pero esta vez... tuve servicio privado en la habitación y mis vacaciones fueron diferentes...