Entonces ella sin decir nada se subió aún más la falda, para que pudiera contemplar mejor sus formas, bajo una mano hasta su rajita y sobre la tela se empezó a frotar su sexo, lo que me hizo empalmarme enseguida, instintivamente mi mano se apodero de mi polla y la empecé a masajear, no dando crédito a mi visión.
Al llegar a nuestro bloque yo me despedí de ellas, pero Ainhoa empezó a decir que yo me podía quedar un rato en su apartamento mirando la tele, o que podía dormir esa noche en su apartamento. Yo por supuesto que dice que si, era lo que desde, que me había quedado solo con ellas en bar quería más en el mundo.
Soy una enfermera, trabajo en una clínica muy prestigiosa aquí en mi ciudad, pero había recorte de personal, estaban despidiendo a varias enfermeras y para no ser despedida tuve que hacer ciertas cosas
Ella aceptó todas las formas como yo acariciaba su mano de modo que a los pocos minutos yo abandoné todo intento de controlar mis acciones y simplemente dejé que mi temperamento fluyera natural, espontáneo y arrebatador y entonces se la acariciaba francamente en un juego que en la penumbra y el silencio nos fue llevando a caricias aun más explícitas.
Me tumbe sobre la cama bocarriba ella se coloco sobre mi encima mía pero con una pierna sobre el suelo, cogió mi pene con sus dedos y llevó hasta su vulva frotándolo contra ella yo le coloqué mis manos sobre su cintura y la obligue a que fuera bajando, hasta quedarse por completo penetrada.
Con él he descubierto como me gusta el sexo y he aprendido a decir lo que quiero y lo que me gusta, me encanta hacerlo con él y he descubierto lo salvajes que somos en la cama y lo que me encanta de sus embestidas.
El solo hecho que lo hubiese planteado ocasionó en mi un estado evidente de excitación que no pude controlar, como si su pregunta obrara el milagro de traer a la realidad un encanto que hasta ahora habíamos mantenido en el secreto caliente de nuestro abrazo amoroso.
Pasé por su brazo mis tetas y él se puso como una moto, la mano que tenía en su pierna fue deslizándose hasta su bulto... el me miro con cara de prohibición pero ya era demasiado tarde mi mano ya estaba acariciando su polla ya erecta desde hacía un rato.
Era la primera boca que bebía en el coño de esta diosa gitana y me empleé a fondo en que no lo olvidara en su vida, lamiendo primero lentamente, rozando el clítoris con los labios y dándole suaves chupaditas para acabar abriendo los labios del coño y comiendoselo a toda velocidad, sintiendo en mi barbilla como su coño se desbordaba con todos su juguitos.
La levanté y la hice que se sentara sobre mi, eso facilitó mucho pues le desabroche los botones de su blusa, se la quité y muy lentamente le fui sacando el sostén como retardando y disfrutando más la vista de sus senos.
Aunque no lo he comentado hasta ahora, Sonia es una mujer espectacular, tiene unos pechos perfectos y grandes pero no exagerados, un vientre duro como la tabla de una mesa y un culo de chica de desplegable de Playboy.
Mi polla se enriela y yergue justo detrás de vos, me encorvo un poco para hacerla coincidir con la cañada de tu culo perfecto y aplasto tus montañas redondas de carne con la proximidad de mi pelvis que tiembla de amor y se aposenta en la mujer que es el sabor de la vida, de mi vida.
Mi atacante, porque ya para este momento era claro que me atacaba, me tenía sujetada por las dos manos con una de las suyas. Con la otra, abría los labios exteriores de mi chochita para meter su lengua y empezar a moverla sobre mi clítoris.
Yo lo dejaba hacer, mientras buscaba ansiosa, la forma de abrir su pantalón lo que conseguí por fin en medio de la agitación de una pasión desbocada y entonces por primera vez pude ver el bulto monumental de su slip tensionado hasta la desesperación por la fuerza del miembro erecto que parecía agitarse desesperado en la tenue jaula de la tela.
Nunca he visto una, pero deseo tocarla, deseo palparla, abarcarla con mi mano. Puedo sentir una ligera humedad surgiendo de un pequeño agujero en la punta. En mi ignorancia, pienso que tiene ganas de ir al baño. Pero sus gemidos me dicen otras cosa que falló en entender...
Estas en la universidad, te veo todos los días esperando el autobús, los días que no te prestan el auto azul, me saludas con respeto, mis canas te infunden un respeto que yo no quiero que me tengas porque cuando te veo lo hago como si fueras un objeto deseado, porque en realidad lo eres.
Caroline se había sentido morbosamente atraída por él, un hombre maduro para la edad de la chiquilla, pero a la vez atractivo, de facciones vigorosas y varoniles, moreno, con el pelo muy negro, surcado por algunas canas, unos labios gruesos, carnosos y bien formados y aquellos ojos de mirada penetrante.
Eduardo apretó el suave torso de ella hacia sí, llevando sus dulces pechos a su boca, que no tardó en engullir los pezones por turnos desesperados. Ella, mordió los labios al sentir como el duro sexo se deslizaba parcialmente hacia afuera desde su cálido interior.
No había pasado ni una hora desde el inicio de nuestra conversación cuando comenzamos a caminar por las instalaciones del club, caminábamos por los alrededores de la playa y me invito a que la acompañase al faro del muelle, allí por lo general nunca hay personas ya que se encuentra cerrado, me dijo que quería ver como estaba el bote de una de sus amigas.
La verdad es que soy un vicioso, me gusta el sexo a tope, y en mi estancia en Cuba de donde me traje a Carmen, estuve con tres amigos míos, los cuales ya se habían cepillado literalmente a mi esposa.
Se recuesta en la cama para ser montado. Me siento sobre él. Su miembro entrando en mi vagina lentamente movió todo dentro de mí. Estoy sentada sobre él con mis piernas sobre su cuerpo. Yo me muevo y él lame los dedos de mis pies.
Aquí te levantas y te sientas para tomar el vino y yo aprovecho para sacarte el vestido, tu protestas un poco pero yo retiro el mantel de la consola y te digo, si viene alguien te cubres con esto .
Era Lucy, quien pidió permiso para entrar. Lo hizo y me saludó con beso en la mejilla. Le indiqué se sentara en un sillón frente a mi escritorio. Ella lo hizo. Su mirada, más arrecha que nunca, se fijó en mí.
Le apretaba tanto los maravillosos melones que pensé que se los iba a arrancar, pero a la chiquilla, entregada a su propio gozo y placer, no parecía importarle, así como tampoco se quejaba de los continuos mordiscos que yo veía que el Toro le daba a sus destacados pezones, de los cuales tiraba y pellizcaba yo cada vez que podía.
Llegamos pronto a la casa, una vez entramos ella me beso, eso me emociono muchísimo, pues me parecía delicioso que una mujer que apenas conocía hacia 10 minutos me estuviera besando, con pasión, con ganas de tener sexo.
Ella había venido vestida con un vestido negro, ceñido al cuerpo, que terminaba apenas sobre las rodillas, calzaba uno delicados zapatos de taco aguja que hacían que sus piernas se vieran imponentes.
La chinita a la que llamaban Laura me tomo de la mano y me condujo a la trastienda del restaurante, abrió una de las puertas y me quede alucinado, una cama redonda inmensa, espejo en el techo y paredes rojas con mas espejos.
Lo empujé otro poquito, como unos 5 ó 7 centímetros y ella de repente se fruncía, como con miedo de no poder soportarlo, sin embargo, estaba en verdad tan encharcada, que las paredes de su vagina no representaban ningún obstáculo para detener el avasallante paso de nuestro callado nuevo "amigo".