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Un matrimonio hace realidad sus fantasías eróticas durante una excursión

Un matrimonio hace realidad sus fantasías eróticas durante una excursión

Mi mujer, Paty, y yo ya hemos recién llegados a la cuarentena, aunque nos conservamos muy bien físicamente.

Hemos hecho bastante ejercicio y una vida sana.

Por eso creo que aún estamos de buen ver, especialmente mi mujer con una buena figura, una piernas largas y bien torneadas y un par de hermosas tetas. De hecho, cuando la conocí fueron sus tetas lo que más me impresionaron.

Ese día llevaba un jersey rojo muy ceñido y, a pesar de la chaqueta del traje que la cubría no podía disimular el tamaño y la forma.

Yo me quedé mirándoselas fijamente, como abobado, y ella debió de darse cuenta porque se excitó y se le marcaron los pezones de una forma descarada.

Yo me moría por acariciárselas pero tuvo que pasar algún tiempo antes de poder hacerlo. Pero eso es otra historia.

Desde que nos casamos, nuestra vida sexual ha sido bastante activa y creo que satisfactoria.

A pesar de los años, mi mujer me sigue excitando y no puedo evitar meterle mano a la menor ocasión. Dos o más veces por semana follamos y quedamos muy satisfechos.

Creo que el secreto de que aún sigamos deseándonos está en que hemos ido experimentando. Desde nuestra primera vez de inexpertos hasta ahora hemos recorrido un largo camino buscando siempre darnos mutuamente el mayor placer.

Nos gusta el sexo oral, le encanta que la penetre por detrás y a mí pone fuera de sí cuando me la chupa y mete sus deditos en mi culo.

Una noche la sorprendí. Yo había comprado un vibrador de buen tamaño y lo escondí debajo de la almohada para tenerlo a mano.

Después de acariciarla un buen rato y chuparle el coño, metiéndole la lengua hasta lo más hondo que podía y mordisquearle el clítoris, cuando ya la tenía toda abierta y mojada, saqué el vibrador, lo puse en la entrada de su coño y le introduje un par de centímetros. Ella se quedó muy asombrada y me dijo:

– Cariño, ¿qué es eso que me estás metiendo?. No puede ser tu polla. Tu no la tienes la tan gorda. ¿O es que te has hecho un trasplante?.

Yo le di un beso en los labios y le respondí que callara y que sintiera, al mismo tiempo que le daba el contacto, poniendo en marcha la vibración.

Fue inmediata la respuesta del cuerpo de Paty. Empezó a gemir y su cuerpo se arqueó buscando su coño aquel artilugio que tanto gusto le estaba dando.

– ¡Aaaah!, ¡Dios mío! ¡Qué bueno!. ¡Más, métemelo más! ¡Dale más velocidad! ¡Así!….

Ella misma cogió el vibrado y, en un instante, se lo introdujo todo.

Yo me quedé asombrado de la capacidad del coño de mi mujer, se había metido todo aquel enorme aparato y aún parecía que quería más. Al poco, tuvo un tremendo orgasmo de dos o tres minutos.

Estuvo encogida, con el vibrador entre las piernas y, de vez en cuando, se estremecía todo su cuerpo. Yo me quedé preocupado por si le había pasado algo.

-¿Qué te pasa, cariño? ¿Te encuentras bien?

– Me pasa que he tenido el mayor orgasmo de mi vida – me respondió al cabo de unos momentos -. Gracias, cielo. Me ha gustado mucho. He tenido unas sensaciones tremendas. Ha sido corto; pero intensísimo. Tendremos que controlarlo para que dure más.

Me dejó preocupado, porque empecé a pensar si mi mujer no preferiría el vibrador a mí y yo habría hecho entonces la mayor idiotez de mi vida.

-A ver si ahora te aficionas a él y ya no quieres nada de mí – le dije.

– Cariño, es diferente. Tu polla está viva, es vida, es cálida y este cacharro no es más que un sucedáneo. Me ha gustado mucho pero te prefiero a ti. Anda, métemela y pégame un buen polvo.

Así lo hice y pude comprobar la elasticidad de la vagina de una mujer. Antes se había tragado aquel enorme vibrador y ahora se adaptaba perfectamente a mi polla que, aunque tiene un tamaño digno, algo superior a la media, no alcanzaba ni de lejos las dimensiones del aparato.

Cuando la estaba follando, Paty cogió el vibrador y me lo puso en el culo, intentó metérmelo pero aquello, por la posición en que estábamos o porque era demasiado gordo, no pudo entrar. De todas maneras, lo puso en marcha y enseguida me corrí dentro de ella.

Mi mujer, al notar mi corrida tuvo otro orgasmo. Después nos dormimos abrazados hasta la mañana siguiente. Al despertarnos pegamos otros dos polvos.

Otro de los secretos de nuestra aún activa vida sexual, de que nos sigamos excitando mutuamente es que hemos introducido fantasías: preparamos la habitación con una luz sugerente, Paty se viste con ropas eróticas.

También vemos películas porno aunque a ella no le gustan demasiado porque la mayoría no tiene ningún argumento y prefiere leer relatos eróticos en los que otras personas relatan sus experiencias.

Eso la pone muy excitada. Desde que encontré esta página en Internet hemos leído juntos muchos relatos y nos hemos puesto muy cachondos. Hemos estado varios días follando recordando algunas de las historias que hemos leído. Y ha sido ella la que me ha sugerido que contemos algunas de nuestras experiencias.

También nos hemos contado historias que nos hemos inventado con supuestas aventuras con otras personas. Esta fase la inició mi mujer una noche en que después de unos buenos polvos me dijo:

-¡Qué bueno es follar! ¡Me encanta cómo me lo haces! ¡Tengo mucha suerte de tener un marido que se preocupa de darme placer! La verdad, cariño, es que sabes ponerme cachonda y que mis corridas sean de campeonato. ¡Y pensar en la cantidad de mujeres que no se deben comer ni una rosca!. Ahí tienes a mi prima Asunción, tiene ya unos treinta y cinco años y estoy segura de que aún es virgen.

– No creo. Tu prima está bastante buena. Tiene un buen culo, unas piernas bonitas y un par de tetas no tan grandes como las tuyas pero sí bonitas.

– Sí; pero en la ciudad en que vive, tan pequeña que es casi un pueblo, donde todos se conocen no creo que nadie le haya ni siquiera acariciado el coño. Es posible que haya tenido alguna proposición; pero no se habrá atrevido a abrirse de piernas. Menudo escándalo si lo llega a hacer. Enseguida se habrían enterado todos, como ha pasado con otras. Asun sólo se habría dejado después de pasar por el altar. Y, a propósito, ¿cómo es que te has fijado tanto en ella?

– Bueno uno tiene dos ojos para ver y dos manos para tocar y una polla para follar… si me dejan.

– Y si yo te doy permiso.

– Mira Paty, si tanta pena te da podríamos hacerle un favor. Si tú me das permiso puedo tirarle los tejos a ver qué pasa.

Yo noté que la conversación iba calentando a mi mujer y empecé a acariciarla y a besarla de nuevo. Cuando bajé la mano hasta su coño lo noté húmedo y muy receptivo, Enseguida abrió las piernas y yo introduje un par de dedos y, a continuación, la penetré con mi polla.

-¿Estás pensando en que te estás follando a Asun?

Yo, la verdad, es que sólo pensaba en darle gusto a mi mujer y por eso le dije que si, que pensaba en mi polla dentro de su coño, en sus tetas y en su culo. Que pensaba, sobre todo, en su coñito y que me encantaría desvirgarla.

Paty se corrió enseguida y después me abrazó y mientras me hacía una paja me decía lo que ella imaginaba que yo haría con su prima y, sobre todo, el placer que ella experimentaría.

Yo me atreví a preguntarle:

-¿Y tú? ¿Qué harías mientras?

– Yo os miraría. Miraría cómo te la follabas. Cómo se la metías hasta los huevos y cómo chillaba de gusto. Y mientras… me acariciaría las tetas y el coño hasta que me corriera.

Desde entonces yo procuraba contarle alguna historia mientras follábamos. Casi siempre le decía que se imaginara que junto a nosotros había otra persona. Unas veces era un chico y otras una chica.

Estas historias la ponían a cien y se corría muy bien. Aunque yo me empecé a dar cuenta de que las fantasías que más le gustaban eran con una chica. Una noche, mientras le estaba acariciando el coño después de un buen sobeo, le dije:

– Ahora tienes el coño tan mojado que está ideal para que una chica te lo lamiera. ¿te apetecería?

-¡Oh, sí!. Estoy tan caliente, tan salida que no me importaría que una mujer me metiera su lengua.

-¿Quién te gustaría?

-¡No sé! ¡Cualquiera! Con tal de que me diera gusto…

-¿Y si fuera Yoli?

Fue nombrarla y notar que todo su cuerpo se estremecía. Al instante, su cuerpo se tensó y, de pronto, con un fuerte gemido se corrió, dejando los dedos que tenía dentro de su coño todos mojados.

Yolanda y su marido son unos amigos nuestros de toda la vida que se habían separado hacía unos cinco años. Aunque manteníamos la amistad con los dos, era con ella con la que más frecuencia nos veíamos. Una vez al mes venía desde su ciudad, a unos 150 Km. de la nuestra, o íbamos nosotros a la de ella.

Yoli era un poco más menuda que Paty, pero con un cuerpo también muy bonito. Sus tetas eran más pequeñas y tenía un bonito culo respingón. Sus labios eran carnosos y yo, a veces, había pensado que tenía una boca ideal para chuparla. En conjunto, era muy sexi.

Desde aquella noche, Yoli estuvo muchas veces en nuestras fantasías eróticas. Yo le preguntaba a Paty cuando estaba muy cachonda.

– Si ahora estuviera Yoli con nosotros ¿qué preferirías que te chupara el coño o hacérselo tú a ella?.

– Las dos cosas. Primero se lo chuparía yo y cuando estuviera a punto de correrse, me pondría boca arriba, toda abierta de piernas para que hundiera su lengua en mi coño. Y, entonces, tú la cogerías por las caderas y se la meterías hasta el fondo. Y así hasta que nos corriéramos los tres.

La verdad es que con estas historias yo me ponía muy caliente y cuando la veíamos yo recordaba nuestras fantasías y se me ponía dura.

Alguna vez le propuse a Paty que hiciéramos realidad esas fantasías pero ella las rechazaba de plano diciendo que no se atrevería, que Yoli no querría, que entonces perderíamos la amistad o que yo le podría preferir a ella, En resumen, miedo a las consecuencias; pero, en el fondo, la gustaba la idea.

Paty y yo somos miembros de un club de viajes. Este club programa viajes alternativos, fuera de los circuitos habituales de turismo.

Aprovechando un puente habían organizado un viaje por una comarca muy abrupta para hacer senderismo, además de conocer lugares poco frecuentados por el turismo de masas.

A Paty se le ocurrió que invitáramos a Yoli y yo le dije que me parecía muy bien.

El problema que surgió al ir a hacer la inscripción fue que el hotel donde nos teníamos que alojar no tenía bastantes habitaciones para todos, por lo que teníamos que ocuparlas de dos en dos y, claro, Yoli no tenía con quien. Paty propuso que pusieran una cama más en nuestra habitación y así quedaba el problema resuelto.

Iniciamos el viaje y aunque ya habíamos tenido mucha intimidad con Yoli, el dormir en la misma habitación me resultaba excitante.

La primera noche ellas se subieron a dormir antes porque yo me quedé charlando con unos amigos y cuando subí a la habitación ellas estaban ya acostadas. Yo me duché, me puse el pijama en el cuarto de baño y me acosté.

Estuvimos charlando un poco y cuando apagamos la luz intenté acariciar a Paty pero no me dejó diciéndome que Yoli nos iba a oír. Yo pensé que mejor, a ver si así se animaba y se unía a la fiesta; pero lo dejé estar y me dormí.

Al día siguiente teníamos que hacer una buena ruta por aquellas montañas. Por el sendero íbamos en fila india todos los excursionistas y nosotros cerrábamos la expedición.

Paty, Yoli y yo, por este orden, éramos los últimos. Yo contemplaba el culo de Yoli y tenía que hacer un esfuerzo para no meterle mano, sobre todo en los momentos en que por la dificultad del terreno tenía que adoptar posturas forzadas.

En un tramo muy difícil tuve que ayudarles a pasar y cuando cogí a Yoli de la mano para que saltara me pareció notar un apretón más cálido.

Cuando saltó a mi lado, dio un traspié y se tuvo que sujetar a mi cuello para no caer. Yo la cogí de la cintura y noté todo su cuerpo pegado al mío. Inmediatamente tuve una erección que ella tuvo que notar; pero aún se mantuvo unos segundos. Luego, me dio las gracias con una sonrisa y un beso en la mejilla.

A todo esto, Paty nos estaba mirando y yo noté en sus labios una mirada de cómplice.

Cuando acabó el día estábamos francamente cansados. Por eso propuse que compráramos embutido y queso de la zona y una botella de vino y que cenáramos en la habitación.

Ellas aceptaron y mientras subían a la habitación yo fui a comprar la cena. En el supermercado se me ocurrió, además, coger una botella de cava. Cuando entré en nuestra habitación, ellas aún estaban en el cuarto de baño duchándose.

Yo puse la botella de cava en el frigorífico para que estuviera bien fresco y esperé a que salieran de su aseo. Al poco, se abrió la puerta y salió Paty envuelta en una toalla.

La puerta del cuarto de baño se quedó medio abierta y yo pude ver, reflejada en el espejo a Yoli, totalmente desnuda secándose los cabellos. Mientras, Paty se había quitado la toalla y se estaba poniendo unas braguitas tanga que dejaban su hermoso trasero totalmente al aire así como una gran parte de la espesa mata negra de su entrepierna.

Yo no sabía hacía donde mirar; pero al final me decidí por la visión del cuarto de baño. Al fin y al cabo, los encantos de Paty los tenía más vistos.

Así pude comprobar que Yoli estaba tan buena como yo me había imaginado. Sus tetas, más pequeñas que las de Paty pero suficientes, se mantenían erectas y estaban coronadas por dos pezones pequeñitos que en aquel momento estaban provocadores. Sus nalgas y sus piernas eran un ensueño y entre las piernas se adivinaba una rajita sonrosada que pedía que me la comiera.

Paty se acabó de vestir y entonces se dio cuenta de lo que pasaba. Sonriéndome cerró la puerta y me dijo: Eres un mirón muy pillín.

Yo me había puesto muy caliente y mi polla intentaba hacerse un hueco para poder estirarse mejor. Sólo balbucí que mirar no era pecado y Paty no me contestó pero me volvió a sonreír de la misma forma que por la tarde.

Cuando salió Yoli llevaba un camisón muy cortito y con mucho escote que dejaba ver casi todas sus piernas y la mayor parte de sus tetas. Paty, por su parte llevaba un pijama muy ligero que trasparentaba y que marcaba perfectamente sus formas rotundas: marcaba los pezones y el culo.

Yo me metí enseguida en la ducha. Cuando salí estaba un poco más calmado. Yo también me había puesto un pijama; pero como en la habitación hacía bastante calor, me quité la chaqueta y me quedé sólo con el pantalón. Al no llevar slip el paquete se me notaba un poco y yo sólo pedía que no me empalmara otra vez porque entonces iba a hacer el numerito.

Pusimos una mesita entre las dos camas y preparamos la cena. Yo me senté en la cama de Yoli y ellas dos se sentaron en la cama grande.

Cenamos muy bien y nos acabamos entre los tres la botella de vino. Yo las notaba cada vez más alegres, se notaba que el vino les había hecho efecto.

Desde mi posición las podía contemplar a placer, sobre todo a Yoli porque, al sentarse, su camisón aún me dejaba ver más y en cuanto abría las piernas la visión llegaba hasta sus braguitas blancas y con puntillitas. Cuando se inclinaba para coger un bocado su escote se abría y podía verle todas sus tetitas.

Aquello volvió a ponerme en un aprieto porque mi polla se endureció y el bulto era más que evidente. Si ellas se dieron cuenta no dijeron nada. Pero Paty empezó a hacer bromas con la situación diciendo que no me podía quejar que tenía dos tías muy buenas en la habitación y que podría presumir de haber dormido con dos mujeres si no decía que en camas separadas.

Cuando acabamos la cena, puse la tele por ver si hacían algún programa entretenido. En un canal estaban pasando una película de esas intrascendentes sólo tenía de bueno que los protagonistas estaban todos muy bien físicamente y se pasaban toda la película en traje de baño y besándose.

Yo saqué la botella de cava del frigorífico, me senté en la misma cama que ellas pero detrás, serví las tres copa y propuse un brindis: Por nosotros y por nuestra felicidad. Chocamos las copas y, casi sin darme cuenta de los que hacía, besé en los labios a Paty y, después, hice los mismo con Yoli. Ninguna protestó. Nos miramos, sonreímos, volvimos a chocar las copas y volvimos a beber un sorbo de cava.

La película había terminado y yo hice zapping buscando algún otro programa, cuando me encontré con una película porno. La dejé esperando que protestaran; pero no dijeron nada. La escena que estábamos viendo era la de una modista de alta costura que estaba probando un vestido a una cliente y, aprovechando la ocasión, empezaba a acariciarla y terminaban acariciándose en unos cojines que había en el suelo, mientras un tío las observaba desde otra habitación y se hacía una paja.

Yo me atreví a pasarle la mano por la espalda a Paty, después le besé en la nuca y mordisqueé en la oreja. Como no protestaba sino que, al contrario, parecía que le gustaba, pasé mi mano por debajo de sus brazos y empecé a acariciarle las tetas desde atrás, donde me encontraba. Me encontré con unos pezones duros, tiesos y Paty empezó a respirar profundamente y a moverse inquieta, lo que me indicaba que estaba muy excitada. Entonces, mi mujer echó su mano derecha hacia atrás buscando mi entrepierna y se encontró con mi polla en un estado como creo que no la había visto nunca. Sin slip que la sujetara y con el calentón que ya llevaba estaba en un estado glorioso, queriendo salirse.

Busqué su boca y le mordisqueé los labios, introduje mi lengua y ella, enseguida, respondió con la suya. Mientras, Yolanda seguía mirando la tele y, de reojo, a nosotros. Yo estaba de rodillas entre ellas; pero un poco detrás lo que me permitía tenerlas a las dos a la vista y… ¡a mano!.

Paty dejó de besarme, me bajó el pantalón del pijama con lo que mi polla salió como un muelle, tiesa, gorda, con todo el glande fuera, pidiendo guerra. Entonces, se agachó y se la introdujo en la boca iniciando una mamada de las que era una experta. Enseguida, pasó la lengua por la punta y con una mano me acariciaba las pelotas y con la otra el culo.

Yolanda ya había dejado de mirar la tele. Seguramente le gustaba más la escena que, en vivo y en directo, estábamos protagonizando a su lado. Aquella ocasión había que aprovecharla, así que con mi brazo izquierdo la abracé atrayéndola para besarla. No puso ningún reparo; al contrario, correspondió a mi beso apasionadamente: abrió su boca para recibir mi lengua y acariciarla con la suya como jamás me lo había hecho nadie. Fue una verdadera delicia. Para corresponder, le bajé los tirantes del camisón y sus tetas quedaron al alcance de mis manos. Eran pequeñas, pero muy bonitas. Mis manos podía cubrirlas perfectamente, se las masajeé y con el dedo pulgar le acaricié los pezones.

Mientras, Paty seguía con su mamada y entre una cosa y la otra yo estaba a punto de correrme, por lo que le dije que me dejara un momento. Ella aprovechó para quitarse el pijama y, mientras yo le quitaba el camisón a Yolanda, mi mujer acabó de despojarme del pantalón.

Me tumbé en la cama, boca arriba, totalmente desnudo, con mi verga totalmente empinada apuntando de forma descarada. Ellas se tumbaron a cada uno de mis lados y, mientras Paty me besaba, Yoli besuqueaba y mordisqueaba mis pezones. Además, entre las dos me estaban acariciando todo el pubis, subiendo hasta la punta del pene y bajando hasta las lindes del ano. En algún momento, algún dedo osó adentrarse un poco. Al poco, sus cabezas fueron bajando sin dejar de lamerme por cada centímetro por el que pasaban.

Luego me lamieron los muslos, los huevos y, al fin, alcanzaron la polla. Allí se alternaban: mientras una chupaba, la otra pasaba su lengüecita por todo el falo de abajo arriba y de arriba abajo. Yo estaba ligeramente incorporado apoyado en la almohada y así no me perdía nada de los que hacían. De vez en cuando, con aquel ir y venir de bocas, sus lenguas se rozaban; pero no hacían ningún asco a este contacto. Imaginaos cómo estaba yo. En mi vida había experimentado tanto placer. No era sólo por las caricias sino, también, por la situación. Dos tías buenísimas estaban allí, mamándome la polla. Y lo mejor es que una de ellas era mi mujer y la otra su mejor amiga.

Cuando estaba a punto de correrme, las detuve y les dije que ocuparan mi lugar. Así lo hicieron y así estaban las dos: abiertas de piernas delante de mí, enseñándome sus coños abiertos y destilando flujos que llegaban a mi olfato. Empecé mi sesión. Me incliné sobre Yoli y le lamí los pezones, después pasé a los de Paty y, así fui alternando. Las dos se retorcían de gusto, Yoli llegó a coger a Paty de la mano, estrujándosela. Yo creo que ya no sabían lo que se hacían. Pero ya el sumum fue cuando metí mi lengua en el coño de Yoli, empezó a gemir y, al poco, estaba chillando de gusto. Yo no quería que se corriera todavía, así que la dejé y pasé a hacerle lo mismo a Paty. Su reacción fue similar, aunque ella me cogió de la cabeza y me la apretaba contra su coño sin dejarme que me separara. Parecía que me quería sólo para ella; pero, en realidad, no era así porque cuando les dije que ya había llegado la hora de penetrarlas y que cuál de las dos se ofrecía para ser la primera, Paty, toda altruista y buena amiga dijo:

– Métesela primero a Yoli que lleva más tiempo sin que la follen.

Así, pues, me coloqué entre las piernas de nuestra amiga que ya había abierto completamente las piernas, doblando ligeramente las rodillas y levantando el culo para recibir mi polla y cuando estaba a punto de penetrarla Paty me la cogió y dijo:

– Dejadme que os ayude.

Ella misma puso mi polla entre los labios del coño de Yoli y me dijo al oído:

-Ahora, despacito que quiero notar cómo va entrando tu polla en el coño de esta puta calentorra.

Tengo que advertir que cuando mi mujer estaba tan salida adoptaba un vocabulario barriobajero impropio de su profesión de profesora.

Le hice caso y fui entrando despacito y mientras Paty me la tenía cogida sintiendo cómo iba penetrando Yoli levantaba más el culo para acortar el proceso. Aún Paty mantuvo unos instantes su mano encima del coño de Yoli mientras mi polla entraba y salía pasando entre los dedos índice y pulgar de Paty. Yoli decía, casi en un susurro:

-¡Cuánto tiempo! ¡Aaaah, qué delicia!

– Cuánto tiempo ¿de qué?- le preguntó Paty

– De tener una buena polla follándome- respondió Yoli

Cuando Paty sacó la mano de allí me la puso en la boca para que chupara los fluidos de Yoli. Ésta estaba ya tan caliente que con pocas embestidas se corrió, gritando como una loca. Nos asustamos un poco por si los alaridos se habían oído desde fuera. Paty nos abrazó y así nos mantuvimos un minuto escuchando. Mi polla seguía dentro de Yoli que estaba como extasiada, estaba toda quietecita con los ojos cerrados, como dormida, aunque yo notaba las contracciones de su vagina. Paty acercó nuestras cabezas a la suya y nos besó. Primero a mí, luego a Yoli. Fueron besos dos muy suaves; pero yo, enseguida introduje mi lengua en su boca buscando su lengua y enseguida respondió. Acerqué entonces la boca de Yoli a la de Paty y ambas se fundieron en un beso muy apasionado. Yo, mientras, tenía que hacer esfuerzos para no correrme porque aún quedaba mucha noche y todavía tenía que follarme a Paty. Así que salí de Yoli, puse a Paty en posición y se la metí de golpe. Seguramente no esperaba una penetración tan impetuosa porque gimió levemente.

Yoli nos abrazó y me dijo:

– No seas bruto y no le hagas daño. Hazlo más suave.

Luego se dirigió a Paty y mientras la besaba en los labios le preguntó:

-¿Te ha hecho daño este bruto?

– Al contrario, me está matando de gusto – contestó Paty.

Yoli metió su mano entre el cuerpo de Paty y el mío y la fue bajando hasta encontrarse con nuestros órganos. Con la mano vuelta hacia Paty empezó a acariciarle el clítoris mientras mi polla entraba y salía. Al mismo tiempo la besaba mordiéndole los labios y chupándole la lengua.

Con tanto estímulo Paty y yo nos corrimos enseguida y a la vez. Me quedé encima de ella, exhausto. Yoli nos abrazaba y así nos quedamos unos minutos.

Cuando me separé, Yoli se amorró al coño de Paty y empezó a chupar la mezcla de nuestras corridas. Después nos besó pasándonos parte. Aquello sí que era compartirlo todo.

Yo serví otra copa de cava y propuse otro brindis:

– Por que noches como ésta se repitan con mucha frecuencia.

Ellas chocaron sus copas aceptando el brindis y bebimos.

Entonces Yoli dijo:

– Yo os tengo que agradecer el placer que me habéis dado. En mi vida había tenido una noche de tanto placer. Habéis sido los dos muy gentiles conmigo. Seguramente habréis pensado que hacía mucho tiempo que no me comía una rosca y queríais compensarme. Y, de verdad, que los habéis conseguido. Pero tengo que confesaros una cosa. Desde antes de separarme, cuando te veía, Luis, me excitaba. Era verte y encenderme, me ardía todo el cuerpo; pero, también, cuando estaba contigo, Paty, notaba cosquilleos por todas partes, sobre todo… ¡ahí, en el coño!. Cuando, a veces, te daba un masaje por la espalda, sentía deseos de seguir acariciándote por todas partes y cuando alguna vez nos hemos cambiado de ropa juntas me quedaba turbada de ver tu cuerpo. Al final comprendí lo que me pasaba: estaba enamorada de vosotros. Sí, de los dos. Así que ya lo sabéis. Por mi parte, ha sido una noche de amor a tope.

Paty abrazó a Yoli fuertemente y le dijo:

-¡Tontos hemos sido! ¡Cuánto tiempo desaprovechado! Que te cuente Luis la de veces que hemos deseado que estuvieras con nosotros compartiendo nuestra cama!. Aunque la culpa es toda mía porque me daba miedo que si te lo proponíamos tú te ofendieras y se rompiera nuestra amistad y, entonces, dejaras de vernos.

Yoli, abrazadas como estaban, empezó a acariciar las nalgas de Paty y a besarle en el cuello mientras le decía al oído palabras dulces.

-¡Cariño! ¡Te quiero! ¡Te deseo!. ¡A los dos! ¡Me gustaría estar siempre así. Besándonos, acariciándonos…

La boca fue bajando y tomó posesión de los pechos de Paty, mientras mordisqueaba el pezón de una teta y acariciaba con la mano la otra. Paty empezó a calentarse, se tumbó en la cama y abrió las piernas. Yoli se puso encima de ella, besándola y frotando su coño con el de mi mujer. Paty respondió enseguida a las caricias. Las dos se fundieron en un largo y profundo beso mientras sus coños seguían frotándose. A continuación Yoli metió su cabeza entre las piernas de Paty y empezó a lamerle el coño. Su lengua pasaba por toda la raja, se introducía en el interior y buscaba el botoncito. De vez en cuando lo mordía con los labios.

Paty suspiraba, se retorcía y le pedía más:

– ¡Aaaaah! ¡Mmmmmm! ¡Dios mío! ¡Qué bueno! ¡Qué bien lo chupas, guarra! ¿Lo has hecho con muchas? ¡Asíiiii!¡Sigue, sigue!

Yo, lógicamente, me había vuelto a empalmar viendo aquella escena. Me acerqué a Paty y le puse la polla en la boca para que me la chupara. Paty puso buena intención y se la metió toda en la boca y luego pasó la lengua por la punta; pero en su situación no estaba para otra cosa que disfrutar con el placer que le estaba dando su amiga. Así que empecé a masturbarme mientras las seguía contemplando. Yoli seguía con su tarea entre las piernas de mi mujer con su espléndido culo en pompa y al verla en esta posición se me encendió una lucecita. Me agaché y empecé a lamerle los dos agujeros. Cuando su ano estuvo bien mojado con mi saliva y con los flujos que empezaron a salir de su coño, le metí un dedo en su culito. Ella, asombrada dejó de hacer por un momento lo que estaba haciendo, me miró, me sonrió y volvió a lo suyo. Aquello me pareció que era darme permiso, así que me coloqué detrás de ella, la cogí de la cadera con la mano izquierda y con la otra dirigí mi polla hacia el ojete. Apoyé la punta en la entrada y Yoli empujó un poco hacía atrás como para insistir en que siguiera. Así que no lo dudé más, empujé y empujé hasta que vencí la resistencia inicial y mi polla se metió un buen trozo en aquel precioso culo. Así estuvimos un buen rato. Los propios movimientos de Yoli chupando a Paty hicieron que mi polla entrara toda dentro hasta que me corrí inundándola con mi leche al mismo tiempo que Paty se corría también.

Yoli me besó y me dio la enhorabuena porque yo acababa de desvirgarle el último orificio que le quedaba virgen. Según nos confesó, su ex-marido, cuando estaban casados, le había pedido muchas veces que le dejara penetrarla por detrás pero ella siempre se había negado porque no le parecía natural; pero ahora había comprendido que lo importante era el placer por cualquiera de los medios.

Entré en el cuarto de baño a lavarme y las dejé en la cama abrazadas. Cuando volví, les di un beso, les deseé buenas noches y me acosté junto a ellas, en la misma cama. Al despertar, con los primeros rayos del sol que entraban por la ventana mal cerrada, me vi al lado de Yoli que, dormida, me mostraba todo su espléndido cuerpo. Al mirar más allá vi a Paty que me miraba sonriéndome y me lanzaba un beso al aire. Yo se lo devolví de la misma manera y enlazamos nuestras manos por encima de Yolanda como sellando un pacto.

Ni que decir que desde entonces nos hemos visto muchas veces y cada vez hemos reiterado nuestro amor. Nuestras noches son de antología. Últimamente Paty me ha empezado a insinuar que incorporemos otro hombre a nuestro grupo. A mí al principio no me hacía mucha gracia y sentía celos; pero ahora empiezo a pensar que no debo ser egoísta. Así es que estoy pensando en quién y cómo. ¿Busco a algún amigo? ¿Les digo a ellas que se liguen a alguien?

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