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La colegiala

La colegiala

Si había una cosa que me rondaba en la cabeza desde hacía un tiempo era el hecho de acostarme con alguna colegiala.

Esa idea no me dejaba tranquilo y para peor cuando viajaba en el autobús (colectivos los llamamos en Baires), las chicas que salían de las escuelas me ponían a mil.

Era casi el fin del año escolar, a fines de noviembre y en mi ciudad el calor es, a esa época, bastante pronunciado.

A eso de las cinco y media, tomar un colectivo es un drama.

Algunos no paran, porque vienen completos y entonces hay que subir en el que se pueda.

Yo siempre me iba al barrio de Belgrano y esperaba que salgan las chicas de los colegios y me ponía a esperar que llegue alguna de mi gusto : en pollerita corta y un buen culito.

Cuando ello sucedía me las ingeniaba para subir y ponerme detras.

omo el colectivo va hasta los límites increíbles de capacidad, es imposible evitar los contactos físicos.

Así que ni bien veía alguna que estaba vestida como antes les decía, me subía sin importarme a donde se dirigía, total disponía de todo el fin de la jornada.

Una vez mi elegida, si tenía la suerte que no se sentaba, se quedaba apretujada en medio del gentío, me acercaba y probaba su reacción con una apoyadita de mi instrumento.

Para facilitarme la tarea, me solía poner un conjunto de jogging liviano y un slip en algodón fino y bien amplio.

Me ponia detras y me hacia de los pasamanos situados a tal efecto en el techo o los costados interiores del vehículo.

Así me iba acercando hasta sentir sus nalgas contra mi verga.

Algunas se daban vuelta y te miraban con una cara de querer asesinarte al instante, otras, se corrían y se hacen las tontas, pero algunas no solo no te decían nada, sino que se agachaban para ver en qué parte del camino iban y ello provocaba que sus nalgas se afirman contra mi miembro que lo tenia a todo tren.

Y así empezaba la « franela » aprovechando el movimiento del colectivo y de la gente que subía y bajaba.

En esa ocasión mi elegida era una chica de unos dieciséis años, de tipo alemana, buenas piernas y un culito paradito como una montaña.

Sus pechos enormes se adivinaban bajo un corpiño blanco que su blusa de escolar dejaba transparentar.

Cuando la apoyé haciéndome el distraído, se dio vuelta y me miro seria.

Me retiré un poquito y cuando un hombre quiso pasar por detrás mío, me empujo contra ella.

Se agarró del pasante a su izquierda y se puso un poquito de costado.

Mi verga se clavó en su cadera, luego retomar su posición anterior y mi palo quedo justo a la altura de su culito.

Me quedé como estaba y ella dio un pequeño paso hacia atras y se paró bien en sus dos magnificas piernas.

Que mas podía pedir, se estaba dejando apoyar como los dioses y me pareció que ello le gustaba.

Esperé unos minutos y bajé con disimulo la mano derecha y le levanté un poquito la pollerita azul. Le rocé con la punta de los dedos los cachetes y dio un respingo.

Le apoyé la mano con el lado externo y le recorrí la curva de sus glúteos.

Me parecio que no llevaba bombacha (bragas), pero no, tenia una de esas tangas tipo brasilera toda metida en la raya de su culo.

La acariciaba mirando que nadie se diera cuenta.

Le pasé el dedo índice por la raya y la bajé lo más que pude.

Ella se abrió un poquito mas de piernas y se inclinó para mirar por la ventilla.

Aprovechando su movimiento le introduje la mano hasta donde pude llegar.

Alcancé a tocarle el bulto de su vagina, se incorporó y me quedaron los dedos apretados.

Los movía lentamente y sentía como ella temblaba. Se recostó contra mi y girando la cabeza y sin que nadie se diera cuenta me dijo : « Me estas calentando negrito, córtala », « por qué? » le dije casi en un susurro, « porque ya te lo dije, me caliento mucho y despues no me controlo…. » eso me hizo ponerme a diez mil, le pasé una mano por la cintura y la pegué contra mi. Tenía la pija como un hierro al rojo vivo y me latian los testículos.

« Cómo te llamas » le pregunté, « Astrid », me respondió en un susurro. « Tenés tiempo para que bajemos en algún lado ?» le pregunté. Se dio vuelta y me miró con unos ojos verdes imposibles, « tenés departamento o vamos a un hotel ? » . No le contesté, solo la atraje mas hacia mi hasta casi rozar sus labios, la besé tiernamente, su lengua se introdujo como un vendaval en mi boca. Ya no podía más, así que pidiendo permiso y llevándola de la mano nos fuimos hacia la puerta para bajar.

Estábamos como a cinco cuadras de un hotel que yo conocía, se lo dije y me respondió : « tengo una hora, hora y media como mucho ».

No te hagas problemas, que nos va a alcanzar.

Una vez que llegamos el tipo de la recepción nos miró de arriba a abajo, me dio las llaves y subimos en tromba hasta el segundo piso.

Entramos y nos tiramos vestidos en la cama, le empecé a besar y a tratar de desnudarla lo mas rapido posible.

« Espera un cachito, me dijo, quiero ir al baño antes. ». « Ok », le respondí, y se levantó y con un paso felino se dirigió hacia el cuarto de baño.

Yo aproveché para desnudarme completamente, me metí bajo las sábanas y al instante sentí la ducha que corría, prendí un cigarrillo y pedí que nos suban algo para tomar. Cuando recibí las bebidas, ella todavía estaba el baño.

Salió envuelta en un toallón, y me dijo, « ahora es tu turno, te espero en la camita ». Yo estaba desnudo, con la bandeja en la mano, la puse en la mesita de luz y me fui a darme una ducha.

No tardé ni cinco minutos y cuando salí Astrid estaba acostada sobre las sábanas completamente desnuda.

Me detuve unos segundos para admirar a esa vikinga que estaba a apenas dos metros de mi.

Sus pechos subían al ritmo de su respiración, sus caderas amplias y una de sus piernas recogida me permitían ver el triángulo dorado de su sexo.

Me acerqué, me senté a su lado y le pasé la mano, como para convencerme de que ella estaba allí.

Le acaricie el vello rubio de su pubis y ella abrio las piernas lentamente y su sexo rosado apareció ante mi vista.

Me acerqué y comencé a besarle el vientre y me zambullí en su sexo. Su gusto era exquisito, sus labios carnosos se abrieron ante la insistencia de mi lengua y un clítoris rojo que rápidamente chupé, y que yo sentía crecer en mi boca.

Le chupe la concha, con una voracidad increíble.

No siempre tuve la oportunidad de cogerme un rubia y no quería perderme nada.

Fui girando hasta quedar al revés sobre ella y me agarro la pija con las dos manos y tiro el prepucio para atras.

Con la punta de la lengua me toco la punta de la pija y creí que me iba a morir.

Se la metió de un solo bocado y su lengua me llevó al séptimo cielo en segundos.

Yo seguía en su conchita y ella abrió mas las piernas y las puso encima de mi cuello.

En esa posición tenia una visión paradisiaca. Hundí mi cara y me froté en su sexo, desde la barbilla hasta la frente, me mojé la nariz y las mejillas en el néctar de su sexo.

Yo no aguantaba mas, se lo dije y me dijo : « dejame a mi arriba », me acosté boca arriba y ella se puso de cuclillas arriba mio y agarrandome la pija se la frotaba entre los labios sin meterla, eso me puso como un salvaje.

Empujé para entrársela, pero ella se levantó, « espera un poquito, vamos a calentarnos más ».

La dejé hacer, y mirando hacia abajo vi como le entraba milimetro a milimetro mi verga en su cuevita.

Cuando estuvo hasta el fondo comenzó a cabalgarme y pensé que mi iba a matar, me puso las tetas al alcance de mi boca y me ensañe con sus pezones.

Se los mordía suavemente, trataba de que me entre toda su teta en mi boca, pero era imposible, me asfixiaba.

Estaba en lo mejor cuando se vino por primera vez, me clavo las uñas en las costillas y dejó que el peso de su cuerpo cayera completamente sobre el mío.

Pensé, « esta pendeja me va a mandar al hospital ».

Se quedó quieta unos segundos y con la pija enterrada (yo podía sentir el cuello del útero), comenzó a moverse en círculos.

No pude esperar más y le grité que iba a acabar, se empezó a mover más rápido y abrazándola con fuerza, le di mi leche. Me dejé caer, pesadamente y la verdad, no sabia si podía hacerlo de nuevo.

Le dije si quería que se la saque y me dijo que no, « quédate así, sin moverte ».

No sé dónde ni quién se lo habrá enseñado (luego de unos meses lo supe) sentí que su vagina me apretaba la pija, ella podía controlar las contracciones de su sexo y me la hizo parar en pocos minutos.

Ahora ella estaba abajo y yo la bombeaba a gusto, cuando sentí que estaba por acabar de vuelta, me dijo « sácala ! » y me apretó la cabeza, en la parte de abajo y las ganas de acabar se fueron al instante, pero la verga estaba tan o más dura que antes, « metemela otra vez, dale ». no lo podía creer, era la primera vez que me hacian algo asi, no me puse a reflexionar mucho, lo importante era que tenia la pija dura de nuevo y cogimos treinta minutos y cuando acabé, me pareció que el orgasmo me venía del fondo del cuerpo, una especie de dolor y placer mezclados, la leche me salía a chorros, pensé enseguida «No voy a poder cojer por un mes después de esto » y me quedé dentro de ella.

Sus piernas me tenia agarrado por la cintura y no me dejaba salir, mientras ella seguía sacudiéndose y con los ojos cerrados me gritaba « Cogeme asi negrito, cojeme que soy toda tuya !!!! » Cuando el último estertor la abandono, abrió los ojos y me planto un beso de lengua que me dejó sin aliento. « La verdad que hace rato que no hacía el amor asi ». Fue todo lo que me dijo antes de cambiarnos.

Nos fuimos juntos hasta la parada del colectivo y nos pasamos nuestros números de teléfono. « Sabes una cosa? , mis viejos son un poco racistas, mejor no te aparezcas por mi casa, me llamas y si yo no contesto, colgás, podríamos organizar vernos al menos una vez por semana.

Te parece ? », « Por supuesto – le contesté – , pero ahora decime vos algo, por qué agarrastes viaje enseguida conmigo? », « Porque vos cojes lindo, los chicos de mi barrio y sobre todo los de las familias que conocemos, no son tan audaces como vos, en una palabra, un polvito y basta » Como excusa no estaba nada mal.

Así que acepté sus condiciones y a la semana la llamé para ver si podíamos vernos, « Estoy con mi prima, te molesta que vayamos juntos al cine? » « Para nada – le dije – pero después la pasamos juntos un rato? », « Por eso no te hagas problemas, después del cine nos vamos al hotel, a mi prima le decimos que queremos estar juntos, ella va a entender ».

El sábado por la tarde quedamos en encontrarnos en la puerta del cine, cuando la vi doblar la esquina casi me muero, Astrid llevaba una minifalda para despertar un muerto y junto a ella una chica de unos veinte años, rubia como ella, pero más alta con una minifalda negra ajustada, tipo lycra.

Me la presento, se llamaba Helga, y sus ojos azules me dejaron un poco turbado, pero mas sus formas.

Helga mide un metro setenta, yo soy más bajito y ver a esa chica encima de unos tacos agujas, me daba la impresión de ver esas modelos de Playboy, con las que tantas veces me había masturbado cuando era chico.

Entramos y yo me senté entre las dos, la película era 9 semanas y media, yo ya la habia visto, pero no me opuse a verla de vuelta.

Al poco rato de empezar la película, sentí la mano de Astrid recorrerme la bragueta, me abrió el cierre y me metió la mano.

La dejé hacer, pero mirando de reojo a su prima, para que no se diera cuenta. Estaba al palo y Astrid me la meneaba con dulzura, encima con las escenas de sexo, me estaba subiendo la temperatura al máximo.

Cerré los ojos y tiré la cabeza hacia atras, mientras Astrid seguía con su caricia, mi mano alcanzó su vagina y la senti humeda y caliente por encima de su bombachita.

Ella retiró su mano y me dijo al oído « segui asi, no abras los ojos », otra vez la mano me agarro la pija y me la saco afuera del pantalón. « Ahora no vayas a abrir los ojos, déjame hacer algo » y sentí su boca en la cabeza de mi verga. Le acaricié el pelo, la espalda.

Me la soltó y a los segundos sentí otra vez la calidez de su boca.

Cuando estiré la mano para acariciarla me di cuenta que no estaba como antes, abrí los ojos y me encontré a su prima pegandome una mamada infernal, la miré a Astrid y esta se puso un dedo en los labios y me dijo « un poquito a cada una, no le hace mal a ninguna ».

Cerré los ojos y me dejé llevar, a los minutos sentí que me venia y se lo dije, « Acabale en la boca a Helga eso le encanta », y bueno, no me hice rogar, le llené la boca de leche.

Cuando salimos del cine, las llevaba agarradas a las dos de la cintura y nos fuimos caminando tranquilamente hasta un hotel. Alli pasamos casi cuatro horas.

Que no aprendí con esas dos expertas. Era la primera vez que veía delante mio a dos chicas enfiestarse, y la verdad que me agarré una calentura de padrillo. Cojimos de mil maneras, me chuparon, las chupé, me sacaron hasta la última gota de leche.

Cuando las acompañé hasta cerca de la casa. Nos prometimos repetir lo mismo un fin de semana que los padres de Astrid no estuvieran en la casa.

Eso se dio casi dos meses después, cuando llegué, las dos estaban en ropa interior y pasamos enseguida a la habitación de Astrid, « Tengo una sorpresa para vos, sabías que tengo una hermanita de 13 años ? … »

La hermanita era una rubiecita de pelo corto, algo gordita, y que tuve el placer de desvirgarla.

Lo hicimos los dos solos en su cuarto mientras su hermana y su prima, me esperaban en la pieza de ellas.

Cuando terminé con Olga, me dirigí al cuarto de Astrid y continué la gran fiesta.

Eso duró por más de un año, hasta que un dia, Astrid me llamó por teléfono para decirme que me tenía que ver urgente.

Llegué a la confitería donde nos habíamos citado, la vi en una mesa en compañía de una señora. Me acerqué y saludé. La mujer me miró y me dijo : «No quiero perder el tiempo en explicaciones, soy la madre de Astrid, y estoy aquí para saber que vas a hacer porque mi hija está embarazada ».

El mundo se detuvo un instante casi eterno.

« Yo sé que ustedes se veían en secreto, así que un dia los seguí, y me aseguré que mi hija no salía con alguna sabandija y lo peor es que vos sos esa clase de tipos que en mi familia no queremos ni ver.

Por qué no hice nada al respecto ?, simple, Astrid me dijo que eras bueno en la cama y que antes de casarse quería disfrutar de su cuerpo. Fuimos juntas al médico de familia y le receto unas pastillas anticonceptivas, pero algo fallo. Y quiero saber que vas ha hacer ».

No no sabia que decir, allí estaba Astrid con 17 añitos, casi 18 y yo sabía que me había metido en problema enorme y que podía ir preso si me denunciaban.

La madre me miraba sin pestañear y sus ojos estaban cargados de odio y furia. « Y si se opera? » atiné a preguntar, por única respuesta tuve un cachetazo de la parte de Astrid.

« Mirá, me dijo la madre, no quiero que ella pase por eso, ya hablé con mi esposo, y en este mismo instante está en tu casa hablando con tus padres ».

Eso me dejó helado. Mi vieja me mataría, eso era seguro, y de mi viejo lo único que podía esperar era que me rompa el alma.

« Yo averigue en donde trabajas y donde estudias », me dijo la madre. « Hay una solucion : te casas ».

Yo la mire a Astrid y la tomé de la mano, ella la retiró enojada y me dijo « si tus padres están de acuerdo con la proposición de mi viejo, te la llevas de arriba, sino te denuncio a la policía ».

« Y cual es la propuesta de tu viejo?, le pregunté.

« Mi viejo es el dueño de una usina atómica, así que por trabajo, no tendrias problema, y vos te haces cargo de todo, te casas conmigo y listo ».

Como solución era perfecta, solo que mi libertad se terminaba. Casarse a los 21 años no figuraba para nada en mis planes.

Y menos ser padre. Me recosté contra la silla y le dije : « Y cuando nos casamos? », « En un mes » respondió rápidamente.

Cuando rememoro esos momentos, me da risa ahora. Y así fue como nos casamos, mi hijo Erick tiene ya 12 años, mi hija Violeta 10 y la más chica, Irene, 8 y medio.

Nunca más hablamos de nuestro « noviazgo », ni de lo que hicimos con mi cuñadita ni con su prima a la que nunca mas volvi a ver.

Eso si, mi mujer es una vikinga de 29 años que en la cama no ha cambiado para nada.

Sigo siendo su negrito, y yo no me arrepiento.

Y siempre que puedo, me subo a algun colectivo, para «franelearme» alguna colegiala, y mi mujer hace lo mismo, lógico que con chicos de su gusto.

Eso forma parte de nuestros fantasmas, ya que nunca más me pude coger otra colegiala, de la parte de mi mujer, no estoy muy seguro que haya logrado controlarse.

Qué le vamos ha hacer ! Ella es asi.

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