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Vacaciones inolvidables I

Vacaciones inolvidables I

Por fin empezaban las vacaciones para mí. Este año habíamos decidido ir a unas casas rurales en medio de los Pirineos.

Eran las primeras vacaciones que planeábamos con los amigos, así que había que ver como salían.

Casi todos los amigos con los que iba empezaron las vacaciones un par de días antes y ya se habían marchado.

A mi me tocaba irme con Sandra que empezaba las vacaciones cuando yo.

Sandra era mi mejor amiga, porque nos conocíamos desde que nacimos, porque nacimos el mismo día y además éramos vecinos.

Ambos nos conocemos a la perfección, sabemos lo que piensa el otro solo con mirarlos… en fin una gran compenetración.

El viaje que nos esperaba era de órdago, 12 horas de viaje, así que no tardamos mucho en ponernos de camino.

Habíamos estado dudando si salir por la mañana temprano o por la tarde, y nos decidimos salir por la tarde porque haría menos calor y porque al día siguiente se preveían grandes retenciones al cruzar Madrid.

Sobre las 6 de la tarde comenzamos nuestro viaje. Íbamos con adelanto y a las 11 ya llevábamos la mitad del viaje así que decidimos parar a cenar en un área de servicio al lado de la carretera.

Allí tuvimos una cena muy animada, la verdad es que siempre que nos juntamos para cenar nos lo pasamos muy bien y esa noche no fue menos.

En la cena nos habíamos pasado con el vino, y como ya estábamos un poco cansados, decidimos pasar la noche en un hotel que había al lado. Además tuvimos suerte porque solo quedaba una habitación doble.

Subimos a la habitación y yo decidí darme una ducha antes de acostarme. Sandra me dijo que fuera rápido que ella también quería ducharse.

Mientras yo estaba en la ducha, Sandra pasó al baño a lavarse los dientes. Me preguntó si me importaba que ella estuviera allí mientras me duchaba y yo desde el otro lado de la mampara le dije que no.

Cuando estaba acabando de ducharme, la puerta de la mampara se abrió y Sandra entró a la ducha.

Yo nunca la había visto totalmente desnuda y aquella visión me dejó de piedra. La verdad es que yo ya sabía que Sandra tenía un cuerpazo porque su bikini no esconde mucho, pero su desnudez me había dejado helado, su cuerpo era mejor de lo que imaginaba.

Tenía unos pechos grandes, firmes y redondos que parecían violar la ley de la gravedad. Sus pezones empezaron a ponerse duros al entrar en contacto con el agua que caía de la ducha.

El agua bajaba por su cuerpo acariciando sus preciosas caderas. Tenía el vello púbico parcialmente rasurado lo que unido a que Sandra era rubia, permitía ver como tenía el clítoris erecto.

Contemplar a Sandra totalmente desnuda, viendo como el agua caía por su angelical cuerpo me puso muy caliente. Además, a ella también se le notaba en como miraba mi cuerpo desnudo que estaba muy calentita.

Ella, con voz lujuriosa, me dijo que llevaba mucho tiempo queriendo follar conmigo, pero que nunca se había atrevido a proponérmelo por miedo a estropear nuestra gran amistad, pero que de esa noche no me escapaba.

La verdad es que yo pensaba lo mismo que ella, así que no puse ningún inconveniente.

La verdad es que no me dejo tiempo para que dijera nada, porque nada más acabar de hablar se lanzó sobre mí, rodeó mi cuello con sus brazos y empezamos a besarnos apasionadamente. Yo también la abracé fuertemente, acariciando su espalda, sus caderas y su culo.

El agua de la ducha seguía cayendo, estábamos totalmente empapados, el agua caliente iba acariciando nuestros cuerpos lo que aumentaba nuestra excitación. Sandra fue bajando por mi cuerpo besando todo lo que se encontraba por el camino hasta que llegó a mi pene. Una vez allí me dijo que quería que me corriera en su boca, quería sentir como mi esperma le inundaba su boca.

Cogió mi pene entre sus manos y empezó a besarlo de arriba abajo. Después lo cogió entre sus manos y empezó a acariciarlo con sus carnosos labios y poco a poco fue introduciéndoselo en su boca. Iba chupando suavemente, cada vez más dentro hasta que se la metió hasta el fondo.

El placer que sentía era inmenso y empecé a gemir débilmente, mientras ella chupaba más y más rápido, cuanto más gemía yo, más rápido iba ella.

Le avisé que estaba a punto de correrme y entonces ella apretó fuertemente sus labios contra mi pene (no quería que se escapara ni una gota) y empezó a chupar con más fuerza hasta que ya no pude aguantar más.

La corrida fue violenta y la boca de Sandra se llenó de esperma, ella tragó ávidamente todo el líquido que pudo pero no pudo evitar que se le saliera un poco de su boquita. Cuando terminó de rebañar las últimas gotas se incorporó y me dijo que estaba delicioso.

Cerró la ducha y me dijo que tenía que devolverle la mamada. Yo le dije que lo haría con mucho gusto, porque siempre me ha gustado comerle el coño a las mujeres.

Cogí una toalla y empecé a secar suavemente el cuerpo de Sandra con ella. Primero pasaba la toalla y después pasaba mi boca, besando cada parte de su cuerpo y pasando repetidas veces por sus pechos.

Cuando ya estuvo bien seca, la senté encima de una mesa rectangular que había en la habitación. Empecé besándole el cuello, la nuca y las orejas y poco a poco fui bajando hasta llegar a sus preciosos pechos.

Tenía los pezones muy duros, lo que era una clara señal de la gran excitación que tenia en su cuerpo. Comencé a chupar y mordisquear aquellos duros pezones lo que hizo que Sandra empezara a emitir los primeros gemidos de placer.

Seguí bajando por su cuerpo y Sandra se tumbó sobre la mesa para facilitar mi trabajo. Por fin llegué a su pubis, lo tenía parcialmente depilado y unido a que ella era rubia, pude contemplar toda la belleza de su coño.

A simple vista ya se veía que estaba muy húmedo. Allí estaba su clítoris, tenía un color rosado y estaba totalmente erecto debido a la gran excitación que acumulaba Sandra en su cuerpo.

Yo acerqué mi boca a su clítoris, y con el solo contacto de mi respiración Sandra se estremeció, su respiración empezó a ser más intensa y lanzó un leve gemido. Ella lo estaba deseando así que no le hice esperar mas, saqué la lengua empecé a lamer su clítoris con suavidad.

La verdad es que la sensación de acariciar con mi lengua aquel pequeño, pero duro músculo era muy excitante. Ella empezó a gemir fuertemente y a mover sus caderas acompañando mis movimientos.

Yo seguía lamiendo, cada vez con más fuerza y ella me pedía más y más, me suplicaba que no parara.

Entonces succioné su clítoris dentro de mi boca, chupando con fuerza. Ella chilló de placer, su espalda se arqueó y cogió mi cabeza apretándola fuertemente contra su cuerpo, provocando que su placer aumentara. Yo seguí chupando y ella seguía apretando con fuerza mi cabeza contra su cuerpo, moviendo violentamente sus caderas y lanzando grandes gemidos y pidiendo más.

Siguiendo sus peticiones, yo chupaba con más fuerza y decidí aumentar su placer metiéndole el dedo corazón por la vagína, como si estuviera siendo penetrada. No hubo ningún problema de lubricación, porque tenia la vagína extremadamente húmeda y ardiente, estaba deseosa de ser penetrada.

Aquello fue la apoteosis para Sandra, lanzando largos gemidos de placer, sus movimientos de cadera se hicieron cada vez más rápidos y violentos hasta que Sandra tuvo un intenso y largo orgasmo. Fue maravilloso notar como los músculos de su vagína se contraían mientras se inundaba de sus ardientes flujos, sus movimientos se hicieron mas pausados y sus gemidos más suaves.

Sandra se incorporó y me beso apasionadamente. Su cara era fiel reflejo de todo lo que había disfrutado, me dijo que nunca le habían comido el coño de esa manera y que nunca había disfrutado tanto, había sido maravilloso para ella.

Cuando ella recuperó un poco la respiración, la volví a tumbar sobre la mesa, ella abrió las piernas, la cogí de las caderas y acerqué mi pene a su vagína.

Primero empecé por acariciarle el clítoris con mi pene y después la entrada de la vagína.

A ella parecía encantarle y me suplicaba que se la metiera, así que le hice caso, introduje mi pene despacito por su vagína, notando como se contraían sus músculos, volví a repetir una y otra vez, y cada vez con más fuerza, hasta que Sandra me rodeó con sus piernas y empezó a empujarme hacia ella para que la penetración fuera más fuerte.

Yo la tenía cogida de las caderas y también la atraía hacia mí para una penetración más profunda y violenta.

El placer era inmenso, ambos gemíamos con fuerza, Sandra se retorcía de placer, las embestidas eran siempre hasta el fondo, podía notar como mi glande llegaba a tocar en lo más profundo de su vagína, en esos momentos era donde mas placer sentíamos y en uno de esos momentos fue cuando los dos llegamos a un intenso orgasmo, mi semen salía violentamente y cada vez que mi ardiente líquido impactaba contra las paredes vaginales de Sandra, ella se retorcía de placer y gemía y aullaba… y esto provocaba mayor excitación en mi y que mi corrida fuera mas intensa.

Pero ella todavía no había quedado satisfecha del todo, quería aprovechar que estábamos inmersos en ese ambiente de lujuria para despacharse a gusto conmigo.

Me dijo que ya le había metido mi pene por dos agujeros y que quedaba otro sin penetrar, aquella noche quería sentir mi pene en todos sus agujeritos, pero me advirtió que nunca se la habían metido por el culo, que debía hacerlo con cuidado.

Aquellas palabras me excitaron tanto que no podía negarme. Además Sandra tenía un culo maravilloso y yo estaba encantado de poder ser el primero en introducir su pene por aquel maravilloso culo.

Así que cocí un bote de vaselina que llevaba Sandra en su neceser, puse una poca en mi pene y otra poca en su ano.

Sandra se agarró a la mesa y se puso en posición para ser penetrada.

Yo acerqué mi lubricado pene a su ano y empujé suavemente. La verdad es que los músculos estaban muy contraídos, en parte porque nunca había sido penetrado y en parte por el temor de Sandra a que le doliera mucho, por lo que debía tener paciencia.

Yo tenía mi pene cogido con la mano y poco a poco iba intentando introducir solo la puntita, y después de varios intentos, empecé a notar que su culo ponía menor resistencia y empecé a meterle algo más que la puntita.

El placer iba invadiendo el cuerpo de Sandra, que volvió a comenzar a lanzar pequeños gemidos, era la prueba evidente de que el placer que sentía era mayor que el dolor que pudiera sentir y aprovechando la luz verde que el placer de Sandra me indicaba se la metí hasta el fondo.

Ella lanzó un fuerte gemido, mezcla de placer y dolor, y me pidió que siguiera, que le gustaba muchísimo y que no sentía nada de dolor, quería que mis acometidas fueran más fuertes.

Yo obedecí, la cogí de las caderas y empecé a follarla por detrás, empujando cada vez más fuerte.

A mi me estaba gustando muchísimo follarme aquel culo virgen, pero Sandra estaba disfrutando muchísimo mas, gemía fuertemente y entre los gemidos pedía que no parara y que empujara mas fuerte, ella se movía muchísimo, buscando cada vez mayor placer.

Así pasamos más de 15 minutos entre acometidas, gemidos, susurros y vaivenes hasta que en un claro ejemplo de compenetración, los dos llegamos a un intensísimo orgasmo al mismo tiempo, ella se retorcía de placer, mi semen salía despedido con mucha violencia dentro del culo de Sandra y ambos emitíamos grandes gemidos de placer.

Cuando el éxtasis hubo terminado, ambos caímos totalmente agotados en la cama, nos fundimos en un pasional beso y fuertemente abrazados nos quedamos dormidos, la noche había sido muy intensa y necesitábamos recuperarnos para reanudar el viaje a la mañana siguiente.

Durante las seis horas que nos quedaron de viaje estuvimos comentando lo bien que nos lo habíamos pasado la noche anterior y que aquello teníamos que repetirlo más a menudo.

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