Abrió los labios para formar un anillo y lo deslizó desde el glande hasta la base del fuste. Se la mamó durante un buen rato hasta que, al intuir el inminente orgasmo —la respiración agitada de León, sus ronroneantes gemidos, la elevación de sus caderas—, apartó la cara y agarró la polla para...
El exquisito sexo oral que me procuraba su diminuta boca, me tenía moviendo mi pelvis para sentir la estrechez de su garganta, su delicioso culito rosado estaba bañado con mi saliva y mi lengua se insinuaba en su interior.
Poco después entró Tamara, que así se llamaba nuestra jefa, iba vestida igual que por la mañana, excepto que llevaba una chaqueta negra que se quitó al entrar. Se sentó en un extremo de la mesa, de espaldas a la pizarra, mientras que nosotros lo hicimos a izquierda y derecha de ella en las esquinas de la mesa.
Después de un rato follando en esta posición Tomás cedió su sitio a Alberto que rápidamente la embistió follándola con fuerza mientras Gonzalo debajo, la agarraba por las caderas tratando de acompasar su ritmo con las embestidas de Alberto, que parecía dispuesto a correrse a toda costa por la velocidad con que se movía lo que no le parecía bien a Lucía, al menos de momento.
Carlos, se agachó a nuestras espaldas y nos levantó el vestido hasta la cintura a las dos. Elena no llevaba bragas pero yo sí, aunque eso no fue un impedimento, puesto que mis braguitas rojas fueron quitadas de inmediato con mi ayuda.
El dormía en la cama de arriba de la mía así que cuando fue a subir tardó un poco más de lo normal dejando su pene a pocos centímetros de mi cara y yo sabiendo que el no podía verme abrí los ojos y mire bien, hasta pude sentir su aroma.
Hasta este momento ella no había pronunciado ni un sola palabra. La habitación contaba con un jacuzzi a un lado de la cama, me levanté toma la botella de champaña y le pedí que se metiera conmigo me pidió que la esperara un poco se levantó fue al baño y tomó una rápida ducha regresó y se metió al jacuzzi tomamos unos copas más y la comencé a besar y su respuesta fue más apasionada que al principio, ya había perdido un poco la pena de saber que estaba siendo infiel.
En eso soy un poco lanzada, como dice algunas de mis amigas, parezco un auténtico zorrón de lujo siempre dispuesta a cazar una buena pieza, aunque no me vale cualquier cosa. Cuando algo levanta mi curiosidad, suelo ser bastante directa. Tengo 29 años por lo que cada vez tengo las cosas más claras.