Cuando se giraba y escribía en la pizarra todos mirábamos su pedazo de culo y decíamos cosas en voz alta para que se diera por aludida, pero ella se hacía la despistada y no decía nada. Un día yo le dije a un compañero que se estaba poniendo como los quicos ya que se sentó en la primera fila que está a menos de un metro de la pizarra.
Cuando me dio la mano y me dijo "vamos a bailar" yo le dije que si, pero me dio la impresión que habría sido inútil decir que no, puesto que el ya me arrastraba hacia la pista. Nos pusimos a bailar en un rincón de la pista, estaba llena, ya dije antes que era una disco pequeña, así que estábamos bailando bastante cerca el uno del otro.
Los dos tíos se guardaron sus pollas y se fueron y yo me quede un par de segundos sin reaccionar, de rodillas en el suelo de los lavabos con los pantalones bajados y el culo súper abierto por la follada y la cara llena de semen de dos tíos, y otro tío que me estaba mirando con la polla en la mano y que se había corrido mirando como me follaban.
Estás más cachondo que un perro en celo. Venga, lame todo, perrito." Y se rió sonoramente a la vez que me propinaba una buena patada en el culo. Cuando le pareció oportuno me retiró cogiéndome de los pelos de nuevo y me condujo hasta el lateral de la cama y me dijo que me quedara ahí abajo a cuatro patas.
Entonces me dijo que hiciéramos abdominales, que empezaba él. Se estiró en el suelo y yo me agaché para sujetarle los pies. Al tener las piernas dobladas y mover su cuerpo el pantalón se le fue deslizando poco a poco hacia abajo y pude ver que no llevaba calzoncillos.
El otro día al llegar a casa me encontré a Sandra, la amiga de mi hermana, en el comedor. Esta tiene 18 añitos recién cumplidos, es un bomboncito listo para comer. Un culito respingón, cuerpo estilizado, unos pechos redonditos y puntiagudos. La verdad es que cuando venía a nuestra piscina a bañarse y la veía en bikini me ponía a cien.
Me dio unas cuantas embestidas hasta que yo me corrí, luego se echo el en la cama y yo me puse a cabalgar encima de él, volví a correrme, entonces él me puso de rodillas en el suelo y él de pie, y poniendo su polla cerca de mi cara se corrió en ella.
La velada era de lo mas excitante, estábamos en pleno faje; yo le abrí su blusa y bajando un poco el sostén empecé a chupar su erectos pezones; ella me empezó a acariciar mi polla por sobre el pantalón, vaya que los polvos ya habían hecho efecto, porque mi polla estaba tan dura que me dolía y ella estaba tan mojada, que su aroma impregnaba toda la habitación; ya no había marcha atrás, ella saco como pudo del pantalón y del bóxer mi polla y la tomo con ambas manos iniciando una paja riquísima
La primera mujer que me follé tenía 20 años, 3 más que yo. Lo hicimos detrás de la puerta trasera de una discoteca de pueblo, en el suelo, en el campo.
Javi estaba anonadado por la situación, su mejor amigo haciéndole un beso negro a su novia a la vez que la suya le daba por el culo, era una cosa paranoica, su cara de sorprendido se quedo perpleja durante unos segundos, luego fue pasando a furiosa, los tres que le miraban estaban congelados a la espera de la reacción de Javi
Cuando llegué estaba esperándome. Me disculpé diciéndole que me había llamado el conserje del edificio donde vivo por un problema de goteras. En parte era cierto ya que la semana anterior había cambiado la bañera por una ducha grande con mampara de cristal hasta el suelo porque la bañera tenía fugas.
Con varias horas por delante realmente no se me ocurría nada apasionante que hacer. Inexplicablemente estaba muy caliente; quizás la adrenalina acumulada durante el viaje por la tensión de una entrevista de trabajo tan importante me había preparado el cuerpo para un interrogatorio tipo tercer grado, pero la reunión fue tan corta y tan sosa que casi salí igual que entré; osea, que necesitaba expulsar la tensión de alguna manera y no sabía como.
Este es el relato de cómo descubrí que mi mujer que siempre había sido una mujer muy fría para el sexo me engañaba y como eso me convirtió en un cornudo, pero desde entonces nuestra vida ha cambiado y he convertido a mi mujer en un verdadero putón.
Voy a relataros mis aventuras a lo largo de mis vacaciones de este verano, bien con mi marido, bien con otros hombres. He decidido contarlo como un diario, día a día.
Esther comenzó a chupar ahora la polla de Marcos, pero como yo ya se la había dejado a punto a los cinco segundos de entrar en su boca el tío se corrió y la muy puta de Esther chupó y chupó aun sabiendo que el tío ya se había corrido.
Cuando trajo la segunda botella hice lo mismo y aquí si que se quedo mirándome, a mí eso me ponía más cachondo todavía y lo deje en la puerta mientras yo entre en el comedor para coger el dinero y poder pagarle las bombonas mientras simulaba que se me caía la toalla y sin ni darme cuenta lo tenia al lado de mi por lo que me puse un poco nervioso pero en un momento me tiro de la toalla y me dijo.
Nuestras respiraciones eran mas fuertes, Laura me besaba el cuello y me comenzó a subir la camiseta hasta quitármela. Me acarició la espalda y nos volvimos a besar, esta vez nuestras lenguas se enlazaban más profundamente en la boca del otro, mi cabeza estaba como embotada, sólo seguíamos lo que nuestros cuerpos nos iban pidiendo. Le desabroché la camisa y me fijé fugazmente es sus pequeños y redondos pechos, sus pezones estaba duros.
Pues si allí estaba Carmen su mujer con su mejor amigo Ricardo fallando como posesos en el sofá de su propia casa y aun teniendo tantas soluciones pensadas no le vino ninguna a la mente, solo se quedo perplejo, agacho la cabeza y se marcho llorando, ninguno de los dos le siguió para darle alguna explicación, todos se quedaron mucho y Fernando salió por la puerta tal y como había venido.
Nuestra relación era esporádica, así que el decidió cambiar de trabajo y mudarse a mi ciudad; el sexo era de lo mejor y ahora que tenia ración de polla por semana yo estaba de lo mas alegre; Javier que es de lo mas atrevido, se hizo amigo de mi esposo y de toda mi familia, decía que era lo mejor para guardar las apariencias, mi hermano Mario con su misma edad, era su acompañante en las incontables fiestas a las que el acudía.
No la tenía muy larga pero su grosor compensaba la falta de centímetros, su glande rosado resaltaba sobre el color oscuro del resto de la piel, ya que brillaba debido al líquido que lo empezaba a cubrir, lo cual provocaba aquel sonido tan característicos de polla en movimiento.
Primero empezó por el glande, suavemente con sus labios empezó a bajarle la pielecilla al mismo tiempo que impregnaba con saliva toda la verga. Con sus manos iba ayudando, le rozaba sus huevos, se los besaba, se los lamía y sin parar de frotar su polla iba dándole mordisquitos con sus labios carnosos.
El negro se bajo los calzoncillos con la única mano libre que le quedaba y lo que apareció me paralizó totalmente. La polla del negro era en estado flácido mas grande que la de Toni y de un grosor como mi muñeca. Al instante noté como los pezones se me ponían duros y como un calor me subía directamente desde mi entrepierna a mi cuello.
Paso una semana y un sábado a las doce llamaron al interfono, era mi suegra. Afortunadamente Clara había quedado para comer con las del trabajo por un cumpleaños y se había ido a comprar un regalo.
Cogí la esponja, le puse un poquito de jabón y se la empecé a deslizar por los pies, por las piernas, las caderas, su culito, su espalda, su cuello, sus pechos, su ombligo hasta que al final llegue a su coño, ella entonces se apoyó en la pared y me quitó la esponja de la mano y yo sin pensármelo le acaricié sus labios con mucha suavidad, deslizando mis dedos por sus labios ayudados por el jabón que había quedado en ellos, mientras ella se acariciaba sus pechos y sus pezones, poniéndome todavía más cachonda.
En un lateral había una entrada que supuse eran los servicios, me colé por ella y al entrar vi un espectáculo digno de la mejor película porno, un tío a cuatro patas era follado por un gorila enorme, mientras le chupaba la polla a otros dos gorilas que se estaban morreando entre ellos. Me puse ante uno de los urinarios y sacando la polla, me quité el preservativo que tiré a una papelera que había al efecto en casi todos los urinarios.
Luego apoyé esa mano en su espalda y, con un empujón mi polla comenzó a penetrarla. Se quedó quieta y dejo de suplicar, mi polla continuó entrando, hasta que con otro empujón se la metí entera. Puso los ojos en blanco y comenzó a moverse lentamente.
No te he esperado dentro porque el dependiente se ha puesto algo impertinente, y me ha dicho que si no me habías dejado satisfecha, el podía ayudarme. Pero has comprado algo, pregunté, algo, contestó ella.
Yo estaba encantado, cuanto más tiempo pasase con él, mejor. Estuvimos charlando como una hora y necesitaba mirarle el paquete que había sobado por eso fingí que se me caía el tabaco al suelo y contemplé la dimensión que tenía su polla... marcaba un rabo gordo, al menos el pantalón le hacía mucho bulto...
Este amigo tenía una hermana que se llamada Loli (aunque en el instituto todos mis amigos la llamábamos Gustava, por motivos obvios) que era una morenita preciosa, no tenía unas tetas tremendas, ni nada que la hiciera sobresalir de las demás, pero en conjunto era muy atractiva, con una naricita respingona que me volvía loco, además de ser muy simpática.