Tengo 5 años de casada. Mi vida sexual es satisfactoria. Sin embargo mi esposo últimamente me ha pedido que tengamos un trío entre él, yo y otra mujer.
Entonces empecé a pensar, lo cierto es que una buena pregunta. No tenia secretaria, y una me ayudaría bastante con mi trabajo. Porque no habría pensado antes en esta solución. Y si encima era Sofía, una chica que ya conozco, atractiva, trabajadora y con ese escote que me estaba poniendo cada vez más nervioso.
Mientras la conversación se desarrollaba pensé cada vez menos en como salir de mi complicada situación y mas en lo que se hablaba, para poder ver me tiré en el piso y saque medio cuerpo del baño de modo que alcanzaba a ver las piernas de las mujeres que estaban sentadas muy cerca una de la otra.
Su atuendo preferido son las minifaldas que combina con un saquito al tono que realza formidablemente los pechos jóvenes que tiene. Además sus largas piernas que asoman por la minifalda terminan siempre en zapatos con tacos aguja, que me parecen de lo más sensuales.
El por su parte comenzó a acariciar mi cola por debajo de mi pollera y luego se dirigió hacia mi concha la cual estaba totalmente empapada de ese flujo que tengo cada vez que me excito con tantas ganas.
Los días se hicieron semanas, y las semanas se volvieron meses y el pobre seguía sin encontrar trabajo por mucho que lo intentaba a diario. La economía familiar estaba destrozada y nuestras deudas empezaban a ser preocupantes.
Un día estando en mi oficina sonó el teléfono, era ella. Me dijo que iba a estar en la mañana sola en su casa y que si podía ir a verla. Inmediatamente arreglé todo y salí temblando de emoción en su búsqueda.
Dicho esto salió de la habitación dando un portazo, así que el angelito porfin había sacado las uñas, me levanté del suelo y me dirigí al baño me vi en el espejo y revise el corte que tenía en el labio inferior pero no solo mi cuerpo estaba roto sino también mi corazón.
Pero cuando pienso en lo que hemos vivido con Marcela, encuentro que lo más excitante y cautivador, mas que lo que hacíamos era lo que nos adivinábamos, porque eso podía excitarnos hasta el éxtasis.
Mi socio trabajaba en otra empresa como empleado y solo venía en las tardes a revisar las cuentas y los movimientos diarios, ellos se flecharon al momento, se convirtieron en amantes quizá el primer día en que se vieron.
Gemía y gemía, al paso de los minutos su vestido se encontraba en el piso y ella solo con su sostén y una tanguita que le hacia juego al atuendo, comencé a besarla desde su rostro, sus oídos, su cuello, sus hombros, mientras mis manos no cesaban de acariciar ese hermoso trasero que tanto me había vuelto loco y que eran motivo de mis mas fervientes fantasías y ahora estaban ahí a mi alcance
Desde aquel memorable polvazo en el parking, después de meses practicando cibersexo por chat en el trabajo, no habíamos vuelto a tener contacto físico, y sinceramente, lo echaba de menos.
Al cabo de un rato, ella me dijo “ya basta, insecto, debes tomarlo con calma de ahora en adelante si quieres volver a besarlos tendrás que hacer todo lo que te ordené”, a lo cual respondí por supuesto.
Los dos estábamos sudados cuando frente al mostrador esperábamos que la dependienta me cobrara el precio del corset y lo envolviera para llevarlo a casa de Adela, por eso no me extrañaba su sonrisa ni sus miradas.
Después de obtener pruebas de la infidelidad de Laura con la hermosa Eva, nuestra detective chantajea a Laura para beneficiársela y obtener información que la lleven a su próxima aventura.