Su mano masturbaba cada vez más rápidamente a mi tan excitada herramienta y se escapaba entre sus chasquidos bucales alguna que otra sonrisa de victoria. Mi semen escondido en mis testículos clamaba por escapar, al sentir tanto placer ante aquella felación, y ella seguía a mis pies envistiendo mi polla con sus mordiscos y lengüetazos.
Ella no se asusta por el tamaño de mi pene y continúa saboreándolo, llegando desde su base hasta la punta de su cabeza, la que muerde entre sus labios cerrados. Empujo con más fuerza, con la idea de llenarle la boca de semen y que se lo trague todo y siento que estoy acabando, que mi leche está por salir, que le voy a inundar la boca, que mis líquidos empiezan a buscar la salida.
Fuimos a cenar a un restaurant muy lujoso, durante la comida tomamos dos botellas de vino, que para mí acostumbrado a tomar no fue nada, pero ella estaba en un estado en el que era fácilmente manejable. A cada rato se le escapaban sus senos de la blusa y ella ni cuenta se daba, por lo que yo tenía que estar avisándole.
La propietaria se llama Flora y es viuda hace casi 5 años, ella tiene 57 años de edad, de contextura normal, como se viste con faldones se le nota seria, tiene pechos grandes y algo caídos por la edad, piernas adorables y caderas que ya quisieran tenerlas algunas chicas, tiene una hija madre soltera (algo gordita) con un crío de 7 años que es una joda.
Un joven tiene una primera relación homosexual con el novio de su hermana. Aquella tarde nos habíamos quedado los dos solos en la casa. Mi padre estaba de viaje y mi hermana y mi madre habían salido de compras. Ya se sabe lo que se enrollan las tías cuando se van de compras.
A los 16 tenía un noviecito que me desvirgo, en mi casa, en una de las tantas tardes que nos quedábamos solos, mientras mis padres trabajaban y mis hermanos, estaban en el colegio, fue esa tarde, que si bien mi calentura era real, me percate, que el sexo, debía ser algo más, me ardió, no me gusto, mi desfollador un inexperimentado, no me hizo, gozar nada.
Ana, apoyada en el marco de la puerta, aparecía en ropa interior. No se había desprendido de los zapatos de aguja y a Quique le dio la impresión de estar observando una página muy real de una revista erótica. Como erótica era la postura que adoptaba.
Sabía que su esposa era distinta a las demás y pensaba continuamente que si ella era tan insaciable para el sexo necesitaría a alguien más aparte de él.
Continuación de "Desvirgada por mi perro", ahora por su dulce y virginal culo.
Me desataron las manos y pude meter un dedo para coger el caramelo, estaba tan metido el caramelo en su coño que hubiese sido imposible alcanzarlo con la lengua incluso aunque me hubiese tirado allí días enteros buscándolo.