Últimos relatos salvajes:

Sorprendido en la fábrica abandonada

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De lo que no me había percatado, es que desde que había salido del puerto, un hombre me iba siguiendo, y por supuesto me vio entrar en la fábrica abandonada. El muy cabrón también había entrado sigilosamente a la fábrica, y espiaba lo que yo estaba haciendo. Cuando se dejó ver, yo me estaba metiendo un dedo en el culo, mientras con la otra mano me pellizcaba y estiraba los pezones. Al yo verlo allí, quedé petrificado; era lo que menos esperaba en aquellos momentos.

Terrible verano I

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Dos gitanos de unos 18 y 20 años entraron corriendo y sin mediar palabra uno de ellos me dio un puñetazo en la cara que me tiró al suelo, me llevaron a rastras hasta un dormitorio donde había una cama de matrimonio, y me ataron las manos con unas cuerdas a la cabecera de la cama.

Venancio el viejo tendero VI

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Yo también tengo que mear, dijo. Pasó por detrás mía hacia el Wáter, y al pasar me acarició el culo con una mano, luego se arrimó restregándome su paquete, mira cómo estoy de empalmado, me decía echando una mano a mi polla; quiero follarte hoy, estoy que reviento de ganas, me susurró al oído mientras me acariciaba los huevos y se restregaba por mi culo.

Las uñas de mi madre I

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La mamaba como diosa, se trabaja mis jugos y la ponía resbalosa. Luego se paro en la cama y me puso su coño en la cara, era peludo, estaba mojado y le olía a pasión, empecé a chupárselo, a comérmelo como un helado, era la primera vez que me comía un coñito tan apetitoso.
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