Allí me estaba esperando, con un boli entre las manos, sin saber a donde mirar, abrí mi lata y empecé a beber y después de un sorbo de bebida fría y burbujeante bajaba la lata por mi cuello, al igual que el lápiz, me rozaba las tetas y eso hacía que mis pezones se apreciasen, más todavía.
Me puso boca abajo, me abrió las piernas y metió su boca en mi culo. Sentir su lengua lamiéndome el ano me puso la polla otra vez a tope y, cuando creyó que ya estaba suficientemente dura, me dijo:
Me doy cuenta que las cosas suaves a ella no le gusta, a si que de un empujón la coloco de boca y sin aviso le entierro mi verga hasta las bolas en pleno culo... ella grita de placer, yo ya no aguanto mas... y empiezo a botar litros de semen dentro de su culo.
La madre empezó a disfrutar con la idea de que su hijo pensará en ella, y tenía mucho morbo sobre ese tema.
Cómo por lo reducido del sofá me resultaba imposible meter mi polla en su coño, me inclinó y separando sus piernas desde atrás empece a comerle el coño que se contraía y dilataba continuamente.
Su clítoris está erecto y resulta imposible pasarlo por alto, me entretengo con él, lo beso y succiono delicadamente, lo coloco entre mis labios y procedo a hacerle una paja con ellos, esto la lleva rápidamente a su orgasmo que la hace temblar de pies a cabeza, sus jugos me resbalan por la boca, mojando todo mi cuello y pecho.
Poesía erótica sobre las aventuras de Don Juan y Doña Ines.
Él me agarraba de la cintura y hacía que mi culo rebotara en su abdomen, yo me movía muy rápido. Me tocaba los pechos y besaba mi cuello.
Me moví en círculos, ya con más cuidado, y sus gritos de dolor se fueron transformando en jadeos de placer, así que comencé el mete saca, otra vez sin compasión ni reparos.
Le metí la mano por toda su raja y de pronto se dio la vuelta y me dijo que ahora por delante. seguí metiéndole dos dedos en su concha y cuando vi que ya estaba excitada me abalancé sobre su concha y empecé a chuparle con la lengua, la verdad es que tenia un sabor delicioso.