Tanto represión, explotó esa tarde, el calor de noviembre en la ciudad de Santa Fé, mi hermana había viajado a Rosario, la pileta nos unió a tomar sol, siempre lo hacíamos, pero mis padres mi hermana y yo, mi cuñado ese día no trabajaba , su cuerpo mantenido en el gimnasio, verdaderamente se me fue una mirada, de esas de malos pensamientos, creo que por sus ojos entreabiertos me vio.
Entonces noté que se estremecía dentro de mi y un líquido caliente me llenaba por dentro, escurriendo por mis muslos hasta casi mancharme los calcetines, fue maravilloso tener aquel orgasmo los dos a la vez mientras metçia el dedo entero en mi culito que ya estaba ardiendo y caliente de deseo.
Esa mañana discutía con mi madre ya que quería me acompañaran mis hermanos a la excursión a la playa, ¡Mama ya me habías dado permiso para ir sola! ¿por qué ahora quieres que vayan Laura y Armando? (Laura de 13 años mi hermana y Armando de 10 años mi hermano) Se acabó o vas con tus hermanos o no vas ningún lado.
La vi sentada en una cafetería con una amiga y volví a apreciar en ella el encanto que siempre me sedujo: su negro muy cortito, a lo chico, su piel morena y su cuerpo lozano y prieto con unos pechitos pequeños, como a mí siempre me habían gustado, pero duros, inhiestos y pujantes.
Descansamos unos segundos para reponernos, vos yaces boca abajo sobre tus ropas, luego de unos segundos me sitúo sobre tu espalda, comienzo a besarte la nuca y luego el costado de tu cuello de arriba hacia abajo hasta llegar a tus hombros y viceversa, saco la lengua y bajó por el mismo recorrido hasta sentir que todo tu cuerpo se eriza.
Me dijo que ahora estaba felizmente casada y que podíamos fantasear sobre su comportamiento lascivo, pero ahora no quería ya coger con otros hombres y quería dedicarse únicamente a mí.
Después de haber disfrutado de un maravilloso orgasmo yaces a mi lado tratando de relajarte y normalizando tu respiración, en un instante siento tus manos en mi pecho que lo acarician lentamente haciendo círculos con tus suaves uñas.
La otra chica completaba el servicio de la casa ayudándome en todas las tareas y en el servicio especial a mi ama, sobre todo de noche pues dormían juntas y follaban ante mi vista, mientras que yo estaba condenado a la castidad absoluta y lucía un cinturón de castidad que mi ama me había puesto.
Abrí uno de los cajones del archivo para buscar los papeles que necesitaba , el cajón se trabo y él acercándose desde atras pasó las manos hacia adelante y lo empujó, luego las apoyó en su cadera y me acerco hacia su cuerpo.
El Conde notó como pequeñas cuentas de sudor empezaban a formarse en sus sienes. La enorme cantidad de placer que llenaba su cuerpo hacía que el reprimir su irreprimible orgasmo, le costará muchísimo más esfuerzo de lo que le había costado nunca. Aquel orgasmo le estaba haciendo sufrir como nunca recordaba.