Nos dirigimos al dormitorio. Habíamos convenido poner un vídeo porno para ayudarme a ponerme en condiciones. Nos echamos sobre la cama; yo me había quitado los pantalones y la camisa, pero no los calzoncillos. Sólo era capaz de mirar la televisión: una rubia y una morena se tiraban a un negro bien dotado en la playa, sobre una toalla.
La relación de ellos había empezado a enfriarse debido a la frialdad de Manuel en la cama, la que se traducía en una falta cada vez mayor de actividad sexual, lo que Flor resentía y le tenía en estado de permanente insatisfacción. Y a su edad, que ahora se empinaba a los 37 años, esa situación era explosiva y sus deseos de satisfacer sus ansias sexuales cada vez eran mayores, con todas las implicaciones que ello tenía.
Llego al fin a su habitación, entro y cerró la puerta, yo estaba con el corazón en un puño, pero al final salió y se dirigió a la cocina a comer algo, en ese momento aproveché yo para entrar y llevarme la cámara apagada a mi cuarto... Termino y se fue a su habitación.
Cecilia se levantó tarde esa mañana, después de una noche inquieta. Se bañó y perfumó. Se puso unas pantaletas que se ajustaban al entorno del bulto de su sexo y a las nalgas apretadas, que aun lucían suaves y frescas. Descartó el brasier pues prefería andar con los senos libres cuando estaba en casa.
Habíamos terminado de hacerlo y ella había acabado dos veces seguidas. Yo estaba tirado a su lado, de espaldas, con una sonrisa de satisfacción, mientras ella me miraba. Al cabo de un rato, dirijo su mano a mi entrepierna y tomo mi verga, que empezó a masajear. Esta reaccionó de inmediato, adquiriendo dimensiones respetables.
Mientras le regalaba aquellas exquisitas caricias, en el momento en que pensé que se derramaría en mi boca, él se retiró sacando su verga, que quedó abierta y expectante, queriendo ser llenada nuevamente.
Nos metimos dentro de la tienda, y yo me senté al lado de la rubia a la que tanto deseaba hacerle el amor. Pues casualidad que el primero que tuvo que quitarse algo fue ella. Y se quitó el top. Yo me estaba desmayando del placer que sentía, y dije que siguieran jugando que yo me iba fuera un ratito. Me fui a una fuente que había a tomar por culo y me moje la polla con agua fría para que se me bajase un poco el "hinchazón".
Me atrajo hacía sí, con sus manos y mientras subía sus piernas, para cerrarlas en torno a mis caderas piernas, quedé atrapado en un delicioso cepo de amor, haciendo realidad lo que instantes antes le había dicho. Fue tal la sensación de penetrarla tan profundamente junto con sus contracciones vaginales al culminar otro orgasmo, que no pude dominarme y me corrí llenándole el interior de su vientre con mi leche.
En los días siguientes mi actividad sexual con Sofía y catalina me mantuvo muy ocupado, pero logre satisfacer a ambas plenamente, ya que mi despertar sexual había sido tan imprevisto que solo podía pensar en coger, pues no veía nada más interesante en la vida que el sexo. Y lo tenía con dos hembras como mis hermanas que no se satisfacían fácilmente, las cuales también vivían tan intensamente como yo el frenesí sexual en que nos habíamos sumergido.