Últimos relatos gay:

Y por fin nos decidimos

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Me levanto y le ofrezco mi mano, se levanta y me sigue me meto al baño, el abre el agua y nos damos una ducha juntos en la que no faltan besos ni caricias, nos enjabonamos el uno al otro, nos calentamos mucho mas de lo que estábamos y hace que me gire contra la pared, así como estoy dándole la espalda me penetra sin previo aviso y me embiste bruscamente, yo suelto un alarido de sorpresa, pero me excita mas, el agua cayendo y nosotros disfrutando cada movimiento.

Desayuno

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De repente, la imagen de mi mujer duchándose entró en mi cerebro, me imaginé el recorrido que haría el agua desde que cae con fuerza sobre su pelo, luego mas despacio se desliza por su cuello, algunas gotas sueltas quedarán adheridas durante unos instantes a sus blancos pechos y sus pezones estarán tremendamente rojos, erectos y duros , luego el agua que se cuele por el canalillo de los pechos bajará con cierta velocidad por su vientre, hará un pequeño remolino en su ombligo

Una historia de arrebato

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Para algunos hombres, como es mi caso, ver gozar a la mujer de uno con otra verga es una experiencia fuerte pero sumamente placentera, que hace crecer nuestro amor, respeto, confianza y comunión con ella. Por eso quiero contarles un episodio ocurrido hace algunos años.

Familia: una cuñada muy caliente

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Cuando Loli se estaba relajando de este ultimo orgasmo, Pedro se la saco, le dio la vuelta a Loli , esta instintivamente se puso a cuatro patas, Pedro se la metió de nuevo en aquel encharcado coño que a cada penetración de Pedro hacía un chop-chop que denotaba la tremenda excitación de Loli, Pedro quería algo mas apretado así que se la saco del coño e intento metérsela por el culo pero Loli se separó un poco y le dijo que era virgen por detrás , pero que le gustaría mucho darle el culo, pero que lo hiciera suavemente, Pedro se separó con sus manos las nalgas de Loli y comenzó a lamerle el ojete

Doble pasión IV

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Se disculpó diciendo que había terminado de hacer unas cosas y casualmente pasaba por mi calle y había decidido verme y saludarme, nada más. Pero la situación sí que daba para más, ya lo creo, la situación era altamente explosiva, porque yo tenía la certeza que él se iba a dar cuenta de todo. Lo confirmé cuando le dije que se sentara un momento para que yo fuera a la cocina a sacar algo de beber. En el camino entré al cuarto de baño, me miré en el espejo y pude ver los síntomas evidentes que reflejaban mi rostro.

Eduardo, mi complaciente amigo

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Legamos al taller de los Colombianos, que por cierto por eso me gustaba por que los mecánicos eran colombianos, y salude me llevaron al auto informándome que estaba sincronizado y con los aceites nuevos. Mire a los dos que me decían de el estado de mi auto y les dije: Bueno y yo también necesito que me midan el aceite..uhmmm, me miraron sonrientes y me dijeron: y ese que esta ahí no es su marido, yo les dije que no importaba que el participaría, se miraron sorprendidos y mirando a mi alrededor que nadie me viera les toque sus miembros y camine hacia el cuarto de herramientas.

Pasión por mi sobrina III

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No podía creer que mis deseos de poseer a mi sobrina de veinte años se fueran a hacer realidad en pocos momentos más, a raíz de un encuentro casual que nos llevó a la oscura sala de un cine donde no supimos de la película, entretenidos como estábamos descubriendo nuestros cuerpos con las manos y la boca, ansiosos el uno por el otro.

Mi vecina I

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Comencé a masajearle los pechos como imaginaba, eran grandes, pero yo quería sentir su piel y le insinué que se quitase la camisa, se la quitó y puede ver aquellos espléndidos pechos, grandes, la piel tersa y sus pezones grandes y duros de un color moreno. Quería y necesitaba probarlos y sin mediar palabra me acerqué a ellos lentamente y fui saboreándolos uno a uno y su olor era dulce y cálido, pasaba mi lengua por el exterior y haciendo un recorrido con mi saliva

Doble pasión III

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Levanté la cabeza para pedirle sofocadamente que me volviera a penetrar, pero esta vez cambiaríamos de postura, porque sin pensárselo dos veces me alzó por las axilas y me subió agarrándome de la cintura, cogiéndome bien el culo para que no resbalara, al tiempo que yo le abrazaba con fuerza, le rodeaba con mis brazos todo su torso, levantaba las rodillas al aire y me clavaba una vez más su dardo inclemente, incansable y agotador.

Pasión por mi sobrina II

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De pronto una de sus manos se va en busca de mi verga, la que bajo el pantalón ha crecido a dimensiones lógicas de presumir. Pero pasado un instante, suelta mi instrumento y vuelve a apretar el posamanos, quizás intimidada por lo atrevido de su gesto o tal vez sorprendida por el tamaño de mi sexo.