La chica no daba abasto. Con alguna garganta profunda que practicó, no pudo evitar soltar buena cantidad de babas que le salieron como a presión por su boca y narices. Estas se fueron escurriendo por todo su torso, bajándole por las tetas, pezones, vientre y ombligo.
Hay una central de control ubicada en una garita (a la entrada de la finca), con 61 monitores, uno por cada habitación. Cuando se selecciona un número de una alcoba, esta se ve en una pantalla de plasma de 84 pulgadas. En esta sala como guarda de seguridad trabaja una chica de 34 años.
Hola me llamo Daniela y quiero contarles cuando fui obligada por un amigo de mi papá, esto es 100% real, esto pasó cuando estaba en primero de secundaria después de que empezara la pandemia.
Todos los nombres dados aquí dados están cambiados excepto el mio.
Tras ver a mi primo coger con su novia, en nuestro viaje navideño anual me volví toda suya.
Cada vez que hacíamos el amor, Sonia sabía que tenía terminantemente prohibido quitarse los pantis. Se colocara a cuatro patas, cabalgara sobre mí o lo hiciéramos de lado, tenía que lucir sus esculpidas piernas con unos sensuales pantis de color verde o rojo.
Uno de los norteamericanos se posiciona en frente de Jaime y le ofrece su rabo largo y grueso en su boca. Jaime intenta poner en práctica el número del tragasables, de esos que solía ver de pequeño en el circo, y comienza a manducar aquella caña de chocolate. Obviamente solo le cabía la mitad.
Pero tu mano derecha sigue impertérrita, agarrada a mi mástil como si de un naufragio se tratara. Siente que mis palpitaciones suben en intensidad,
que están a punto de llegar los siete u ocho disparos de esperma y no quiere perder el control de la polla, para saber a dónde dirigirlos.
Antes de comenzar este relato quisiera aclarar que aunque lo escribo en primera persona porque me parece más adecuado, no es autobiográfico. Pero sí es la vivencia de un amigo que abriéndome su corazón y confiando en mi discreción, me la contó.
Se metieron en el jacuzzi y la salsa estaba servida. La bacanal de lengüetazos por aquí y por allá; las caricias y besos por todas partes y en todas direcciones; y las frases y expresiones subidas de tono, los pusieron como motos.
Era un sábado Marisol estaba cumpliendo años y yo le daría su regalo favorito.