Desde siempre he tenido una rara afición al sexo, y no me refiero a las relaciones naturales entre hombre y mujer, sino a aquellas que se producen entre los miembros de una misma familia, sin salir de casa.
Miré el reloj con el espanto sorpresivo que provoca el olvido del tiempo, junté mis papeles sobre el escritorio y a paso acelerado salí de la oficina con algo de nervio y de sueño, en la entrada el guardia de seguridad me despidió con las palabras perpetuas y suaves de siempre y al salir recordé que había dejado el coche tres calles arriba por una pequeña manifestación en la calle de mi oficina.
Un chico le prepara una sorpresa a su novia para hacer que un viaje en taxi se convierta en la realización de una de las fantasías sexuales de ambos. La sorpresa se hace doble cuando la chica se da cuenta que su novio estaba compinchado con el taxista hasta el punto de que éste llega a participar en el juego.
Una mujer, conoce a un hombre que cambia su personalidad, pasando de ser una esposa y madre ejemplar, a convertirse en una prostituta de lujo, capaz de hacer cualquier cosa en la cama, con hombres o mujeres.
Terminamos en un ahogado orgasmo, una obsesión sin límites, luego como recuerdo de la costumbre ella se sentó en mí y empezó a meterme los dedos y metió los míos en su vagina.
Las películas que los domingos a la tarde pueden verse en TV, aún por cable, no son para el Oscar, ni para el León de Oro, pero el cable también tiene otros canales codificados, son más caros, pero la programación es mejor – todos lo sabemos – así que con unos pesitos más yo me aseguro un poco más de nivel, claro, entre los codificados está el 42 y Venus.
Ya estando en mi cuarto oí unos ruidos raros que provenían de la cocina, y cuál no sería mi sorpresa al acercarme y ver a mi madre hincada con dos enormes penes entre sus manos, ¡¡¡estaba masturbando a dos albañiles!!!
Llegué a creer que lo que pasó con Javier no me había afectado, pero allí estaba yo, una madre deseando a su hijo por ser justamente eso, su hijo. Diana una buena madre.
Cuando tenía 18 me quedé huérfana de madre, así que mi padre tenía que decidir o llevarme con él de viaje y realizar una vida no muy conveniente para una chica, o la otra alternativa era ir a vivir con mi abuela paterna, que era igual de arisca que su hijo o la peor de todas ir a un colegio interno en Londres; al final eligió la última, ya que parecía la que más me convendría a futuro, eso pensó mi padre en ese momento, aunque no sabía lo que realmente experimentaría en aquel lugar y las consecuencias que acarrearía.
Solía ir a sentarme siempre en el mismo banco de la plaza cuando me atacaba la tristeza o la soledad, a veces incluso iba a buscarla, todos me decían que retaba al peligro, que esa plaza siempre estaba sola, mi madre repetía una y otra vez "si por lo menos fueras de día, un día de estos alguien te va a raptar y ya tendremos nosotros que lamentarnos por tu inconciencia", pero nadie entendía, ese era mi refugio y contrario a lo que todos pudieran pensar, ahí y sólo ahí, me sentía segura.
Una chica se va de juerga con tres compañeras y mientras ellas conocen a dos chicos ella conoce a la ex de uno de ellos. En uniforme y dominada por una chica.
Alguien la penetra por detrás, dos por delante, uno hace que se la chupe (subido a una silla), las mujeres le chupan y muerden los pezones. Todos estamos muy divertidos.