Cuando encontré la mirada de mi pareja supe que debía probar ese polvo que usan animales en el altiplano. Lo hice de curiosa pero también por lo de adrenalina que tiene esta relación con cuatro hombres.
-Ducharos, primero que lo haga Lucía y sales a secarte fuera, vamos a hablar un poco tú y yo. No hable más, solo vi como Lucía entraba dentro de la ducha.
Estaba terminando de secarme cuando entró Lucía… -Lucía. -Ya estoy aquí SEÑOR… Así terminó el último capítulo…
Puse el despertador del móvil a las 10 y me quedé frito. A las nueve más o menos sentí a Ana llamarme. -Ana. -SEÑOR, su móvil está sonando y ya es la segunda vez, lo mismo es importante. Lo cogí y al ver quien llamaba… Así terminó el último capítulo…
No sé si sería lesbiana, pero de un salto se subió y le puso el coño en la boca. -Diego. -Esto que es… -Cómele el coño MARICÓN… Así terminó el último capítulo...
Como después de los exámenes me presenté en casa de mi novio y me lo follé delante de su hermano mayor- Esta historia forma parte de un conjunto de relatos, os recomiendo haber leído previamente los anteriores.
-Isa. -Yo me quedo y bajo con usted AMO. Me extraño pero no dije nada. Les dimos cinco minutos. -Isa. -No soy quien, pero hoy va a tener usted más de una sorpresa AMO… Así terminó el último capítulo…
Historia de cómo una mujer profesional se enamora perdidamente de su sobrino metalero, llegando a limites que no esperaba y llevándose una gran sorpresa.
Con este relato inicio una serie donde la disciplina será la protagonista, relatos cortos donde los azotes puros y duros serán los verdaderos protagonistas.
Se estaba metiendo en la cama, cuando sonó un aviso de whatsApp en mi móvil… -Acércamelo Lu. Me lo dio, y al abrirlo vi que era de Ana… Así terminó el último capítulo...
El hombre la cogió en sus brazos separándola del suelo. La elevó y la acercó a su cuerpo. Angela dirigió la polla a su coño y se dejó ir entre los brazos del hombre.
Bajó su boca a mi polla y no dejó nada, limpió con amor mi polla repasando cada milímetro y después me la guardó en el pantalón.
Que rico y me comió la boca con pasión.
Don Gerard era un hombre algo mayor, aunque parecía cuidarse bastante, practicando seguramente algún deporte. Silvia le observaba y no era capaz de calcular la edad, pero desde luego superaba los setenta años
. Con ella acaricié todo el cuerpo de María. Pasé la pluma por sus mejillas y descendí hasta sus pechos, los rodeé recreándome en sus pezones. Notaba como su piel se iba erizando y cómo de su boca escapaban pequeños gemidos