Después de experimentar y sufrir la mayor vergüenza de su vida, Miguel intenta que todo vuelva a la normalidad y demostrar un profundo respeto y cariño inocente a su tía, pero las cosas no salen como él pensaba.
Rasgándole el vestido, la giré y haciéndola cogerse a mi cuello, la hice rodear mi cintura con sus piernas y pegándola a la pared la penetré…
Así terminó el último capítulo… FIN DE LA SERIE
No me voy a justificar ni nada porque me la paso increible con ella, simplemente voy a decir que nunca me imagine poder llegar a algo asi y menos con mi hermana, sinceramente habían pasado cosas con una que otra prima pero siempre de una forma muy inocente y de chicos, esto es otro nivel...
Ese fue el despertar de mi pasión por el sexo anal… Después de esa tremenda cogida. descubrí un mundo nuevo. Un mundo al cual me había negado sin saber muy bien porque durante tantos años… Pero como las mejores cosas en este mundo, yo también descubrí esta por casualidad… Y no pienso desaprovecharla
Le fui subiendo la falda, hasta que sus nalgas quedaron desnudas, solo tapada por su diminuta tanga, que su hermoso culo se tragaba casi totalmente, yo hacía movimientos hacia arriba y hacia abajo, para que sintiera toda mi erección, metí mis manos por debajo de su blusa y pude pellizcar sus pezones
Explorando mi cuerpo y jugando con mi perro, fuí teniendo sensaciones muy placenteras, en esa búsqueda de más estímulos y sensaciones, me desnude y me puse en cuatro patas, y la experiencia llegó muy lejos, mejor dicho: ¡ Muy profundo!
Dianita y Thiago se conocen en la universidad, el deseo entre ambos se despierta por un trabajo de la universidad, es cuando empieza a complicarseles la vida.
Rápidamente los besos se volcaron a una sesión de sexo en la que nuestros clítoris se tallaban uno con otro, Andrea rozaba su panocha contra la mía haciendo un delicioso ruido, resultado de la mojadez de nuestras vulvas...
Le agarró por sus brazos y la follo muy, muy fuerte. Elena chillaba como una loca, presa del dolor y del placer. Ese anal le estaba matando. Eso era lo que ella quería y lo que su marido no le daba.
Mi ritmo era fuerte, más fuerte de lo que podía aguantar mucho tiempo, por lo que, viendo mi orgasmo muy próximo, sujeté con fuerza las muñecas de Verónica y le di con todas mis fuerzas hasta correrme. Las dos mujeres gritaron a la vez y a la vez, manaron de sus cuerpos sendos chorros