La tienda era más bien pequeña pero contaba con un amplio sótano que hacía las funciones de almacén. Lo deduje, en un principio, ya que la muchacha bajaba numerosas veces a reponer el pan que vendía.
Martina y yo chupamos ese delicioso trasero provocándole varios orgasmos hasta que mi verga estuvo dura una vez mas la acerque a su ano, apoye mi glande en su entrada y agarrándola por los pechos la metí hasta el fondo, evidentemente ella estaba acostumbrada porque no se quejo y solo dejo escapar una grito de placer.
Cerré todos los intersticios porque no quería perderme nada de su líquido regalo, sentí la primera descarga caliente y la dejé escurrir por mi esófago, quemándome con esa corriente espesa, tragando ahora todos sus sueños.
Me estire de espalda a el, buscando unos instantes de caricias, quería que su boca acariciara mi espalda, que sus dedos la recorrieran y no me fallo, sus manos sus labios, su pene recorrieron toda mi espalda, me obligaron a estremecerme una y otra vez, sus dedos acariciaban mi nuca, al final no pude mas y me gire, mirando al cielo que empezaba a recibir las primeras luces del día.
Ella tenía mucho interés en aprender ofimática y dejar lo de la recepción, ya que en el fondo era tímida para ese trabajo. Me pidió que le enseñase como funcionaban los ordenadores y quedamos en mi oficina para después del trabajo.
Finalmente llego el día cuando el muchacho no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre y entonces el papa le sugirió que por cada día que controlara su carácter debería sacar un clavo de la cerca.
Su boca soltó la presa y quería atrapar el aire, llenar sus pulmones, sus lomos se estremecían, temblaban... se irguió sobre las manos. Una esfinge de cuerpo de leona y melena ardiente. Sus dedos se engarfiaban en las sábanas, su mandíbula vibraba de excitación.
Leo grito de dolor y placer, yo aumente la velocidad de mis frenéticas envestidas hasta que llego el momento en que un chorro de leche, invadía las entrañas de Leo el momento en que me fui deteniendo y quedando acostado sobre ella, que aun se movía un poco.
Yo creía que había experimentado casi todo, en cuanto a sexo se refiere, y en anteriores ocasiones mis compañeros, me la habían mamado, pero como lo hizo el gordo, nadie. Tan fue así, que aunque no soy de las que lleva cuenta de sus orgasmos durante una relación, creo que debí alcanzar cerca de cien orgasmos, o más, por lo menos.
Me acordé en ese instante de que la fiesta continuaba, y gracias a Dios que la cinta aún seguía, pero más tarde la cambié por otra y pensé en entrar en el cuarto de baño -disponía de 45 minutos hasta se cortara la cinta-.
Salimos de la biblioteca muy juntitos y, como tampoco era muy tarde, le propuse ir a dar una vuelta por el centro del pueblo. Cuando dijo sí casi se lo pregunto otra vez porque no me lo creía.
Me terminó de incorporar y ya de pie los dos me apretó contra si, besándome en la boca, recorriendo con su lengua todo mi paladar y mi lengua, yo sentía la dureza de su polla a través del pantalón y sus manos recorrerme los pechos y las nalgas mientras la dureza de su polla se apretaba más y más contra mi.
Mientras me besaba me acariciaba el pelo y el cuello, luego comenzó a bajar muy lento hacia mi pecho, sus manos eran expertas haciendo círculos alrededor de mi pecho, acariciando sin acariciar, su boca comenzó a bajar hacia mi cuello susurrándome besos, su lengua iba dejando su rastro por donde pasaba, a medida que su boca se acercaba a mi pecho, sus manos bajaban suavemente hacia mi estomago.
Ese calor se volvía cada vez más intenso, siguió hasta su cuello, sus manos estaban ya en sus piernas y se deslizaron hasta sus pechos, sintió vergüenza y a la vez un deseo indescriptible que pedía que siguiera.
Me adelanté con la primera tanda y cuando subió me quedé con los ojos cuadrados: se había puesto esa playera y de falda agarró un pedazo de tela, que no le alcanzaba a dar vuelta a su cadera, le faltaba como un centímetro, pero la unió con un seguro, de lado se le veía toda la pierna y por abajo se le alcanzaba a ver el inicio de sus nalgas, no traía calzones y se había depilado su sexo.
Con mi lengua recorrí su vagina y ella soltaba unos gemidos de placer que a mí me pusieron aun más dura mi polla, lamía sus labios de arriba abajo y busque su clítoris, en el momento que mi lengua tocó su clítoris ella se convulsionó de una forma brutal, se había corrido.
En estos momentos estoy muy molesto por no poder moverme y dejar que mis manos disfruten de esos cuerpos que ahora tengo ante mí y mi excitación va en aumento, veo y siento como mi miembro, a pesar de la inmovilidad de mi cuerpo, se yergue ante las cosas que mi mente piensa, levanto la mirada hacia el techo y contemplo alucinado como cada uno de los pensamientos que me recorren son proyectados como si de un cine se trátese.
Cuando acabamos, caímos los dos sobre la cama, yo todavía dentro de ese culo majestuoso, en un susurro me pregunta si quería experimentar lo que ella había sentido, pero lo único que no me dejaría era mamarsela, yo no pregunté porque, solo le dije que si era su deseo estaba bien.
Después días después lo pudimos hablar y ni ella ni yo supimos que había pasado, pero que pasó Sólo recuerdo que la conciencia de las dos rememora una canción de Caetano Veloso, unos bocados de pan y queso y la tarde que se marchaba lenta.
Yo que enseño a bailar salsa en un centro de baile pues le comente el tema y como no me pidió q la enseñara por que así su novio cuando viniera iba a sorprenderse de como bailaba, ya que a el también le encanta bailar en las discos esa música.
Alba paró y se puso de pie y se acercó a mi hermana y comenzó a besarla, esa situación me daba mucho morbo, entonces mi hermana se arrodilló frente a mi y comenzó a chupármela mientras Alba le comía todo su coñito.
Volvimos en silencio. Solo había estado media hora en su oficina y todo lo que había fantaseado con ese encuentro se esfumó camino de regreso. Solo cuando entramos, volvió a tomar contacto.
Después de esto me condujeron hasta la mesada de la cocina haciéndome acostar sobre ella, al que me penetraba por el culo pasa a chuparle la verga, al que yo le hacia una rica mamada a pasó a chuparme la concha y así quedando el tercero que pasó a acariciar, lamer y succionar mis senos.
Se tendió en la arena, y empecé a chupársela, era bastante gorda, tanto, que me costaba abrir la boca, se la chupaba una y otra vez, su capullo rosa, estaba a punto de estallar, me dijo que m pusiese encima de el, para hacer un 69, jamás lo había hecho, y me resultaba bastante excitante, mientras me chupaba mi coño húmedo e hinchado, yo le chupaba su gran polla.
Mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo de arriba a abajo descubriendo sus curvas tan perfectas, la cogí por detrás apretándola de sus nalgas fuertemente, mientras le mordía con delicadeza su pequeña lenguecita viperina.
Desabroché los botones de su blusa, y ese par de enormes y hermosas tetas quedaron al descubierto; subí su falda para descubrir la exquisitez de su lencería negra, y mientras continuaba besándola, mis dedos recorrían toda su húmeda intimidad.
Tenía unas tetas grandecitas pero con una forma peculiar ya que tenían forma de misil estaban muy firmes y sus pezones sobresalían ya duros de sus tetas, su coño era peludito pero de color rubio.
Sin ningún tipo de malicia y más por un acto de demostrar mi solidaridad tome a Olga y la abrace nunca había tenido una demostración de afecto con ella mucho menos un abrazo sin embargo como lo hice fuertemente su conchita quedo en contacto con mi verga y pude sentir perfectamente su raja
Un dia que ella acababa de ducharse se fue a la habitación, dejó la puerta mal cerrada, pasé por allí, me asomé un poquito y vi como la muy viciosa estaba abierta de piernas con dos dedos metidos en su coño, su cara mostraba gran placer, eso me puso a 100 y fui al lavabo a pajearme.
Y así como estaba semidesnuda en la cama, empecé a besarles los pies de una manera sensual, tierna, única, poco a poco con mis manos y mi boca iba recorriendo su piel, y nuestra respiración empezó a tornarse como una música de chopin, que retumbaba en las paredes del cuarto, ella inconscientemente se inquietaba, no sabía lo que pasaba, pero yo estaba allí.
Esta historia comienza con mi mujer en la cama y jugando a invitar a otra persona a hacerlo con ella, cosa que al principio era muy excitante hasta que tuvimos la necesidad al poco tiempo de llevarlo a cabo.